¿No more guilt?

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Tom

Caminamos por el lugar en silencio. Ella guía su vista hacia nuestros alrededores con cierto temor de que alguien me descubra, pero no hace más que eso, vigilar.

A medida que avanzamos, siento como mi cuerpo se va tensando, pues todo esto significa que queda poco para verla. ¿Qué se supone que deba decir? Después de todo, lo nuestro ya no era lo mismo. La inseguridad reaparece mezclándose con el arrepentimiento.

—Creo que... —rompo el silencio.

—Allí está —Lucinda me interrumpe, señalando a aquella muchacha que se encuentra levantando su cuerpo lentamente.

Mis pensamientos cambian bruscamente al caer en su figura. Aunque no estoy lo suficientemente cerca, puedo notar que las palabras de Joe tenían razón. Su cuerpo se ve demacrado, y podría apostar que está aún más delgada.

—Debes ir solo —continúa.— Ella quería que Joe y yo nos fuéramos a descansar. De todas maneras, los estaremos esperando en el auto, no tienes como llevártela de aquí sino.

Guío mis ojos hacia los de ella. Se encuentra observando a su amiga, mientras sus ojos evidencian que lágrimas quieren escapar de ellos.

—Ve antes de que golpee tú trasero para que lo hagas —su mano se dirige a sus ojos para evitar que esas amenazantes gotas se derramen por sus mejillas.— Te necesita.

Me toma unos segundos, pero asiento. Presiono mis puños, y tomo aquella valentía que había logrado adquirir al bajarme del auto para moverme en su dirección.

Observo como con delicadeza mueve una de las flores hacia su pecho, dejando que estas resalten por su hombro derecho. A pesar de estar muy cercana, ella no da señales de darse cuenta que hay alguien acercándose.

—___________ —le llamo con cierto temor en mi voz, el que por cierto espero no se haya hecho evidente.

Automáticamente aquellas bellas flores que llevaba, caen al suelo de golpe. Aún así, permanece en silencio, sin dar respuesta.

—____________.

Mi segundo llamado parece tener efectos en ella. Noto como su cuerpo comienza a girarse con lentitud, dándome paso para ver su rostro otra vez. Mis sospechas eran ciertas, está destruida, y aquellas ojeras que se camuflan un poco entre las lágrimas hacen visible su dolor.

Sus ojos se abren alerta, posandose en todo mi ser como queriendo comprobar que realmente soy yo, y lo hace, lo comprueba. No obstante, para mi sorpresa no se mueve, simplemente se mantiene observando respetando nuestra distancia.

—E-escuché tú mensaje —mascullo.

Sus mejillas toman poco a poco un tono parecido al rojo carmersí. Su nariz se arruga mientras que una de sus mangas van a limpiar los rastros de lágrimas.

—Lo siento mucho.

Su vista se va hacia el suelo, y sus brazos comienzan a rodear su cuerpo en un intento de consuelo para ella.

—Estas... —guarda silencio. Muevo mis pies para cortar la distancia que nos separaba.

—Estoy aquí, sí —afirmo.— debí estarlo antes, y lo siento.

—No lo hagas —dice en un tono que me cuesta escuchar del todo.— está bien, Tom.

Su voz pende de un hilo, al igual que ella.

Con cuidado se arrodilla para recoger aquel ramo de flores que había dejado caer al verme, en cuestión de segundos se reincorpora con su atención en aquellas flores que descansan en sus manos. Con el mismo cuidado voltea en dirección al montón de tierra que cubre los restos de su hermano, aquello que la aleja de sus brazos para siempre.

Cuando seas mía // Tom Holland & túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora