Cuando seas mía // Tom Holland & tú

Don't leave me

Sam

Cuando bajamos a la sala no había rastro de t/n ni de Paddy, lo cual nos extraño. ¿No que estaban conversando en el patio de casa? Casi como sus pensamientos fueran un llamado telepático, su móvil, que ahora sí había recuperado batería, sonó.

Vine al parque con t/n.

Que este proviniera de Paddy, y no de ella directamente le causó cierta desconfianza, por lo que no se limitó en preguntar.

¿Por qué me lo dices tú y no ella?

La respuesta no tardó en llegar.

Está comprando palomitas y me pidió que te avisara para que no te preocuparas. Disimula tus celos, hermano. Soy muy pequeño para ella.

Idiota. Una media sonrisa se dibuja en mi rostro.

—Está en el parque con Paddy —informo a Harry quien me mira curioso.

—¿Entonces lo harás?

—Creo que la situación actual es perfecta para hacerlo. No creo que vuelva en un par de horas —admito.

—Sí, es cierto ¿Quieres que te lleve?

—¿Pensabas que me iría solo?

—Debería cobrar por ser tú taxi personal.

—Deberías —suelto una pequeña risa.

—Ya mueve el culo antes de que te haga pagar un taxi enserio.

Considerando que las amenazas de mi hermano suelen ser bastante serias, guardo el móvil en el bolsillo de mi pantalón y salgo en dirección a la calle.

Tom

Podría decir que ya voy en mi quinto intento fallido por dormir. Debería estar disfrutando de mi día libre, más no puedo dejar de pensar. Supongo que el sexto intento debería ser exitoso, como dicen, la tercera es la vencida y esta sería algo como el doble de la tercera, definitivamente debería funcionar.

Posiciono ambas manos bajo mi nuca y dejo que todo el aire salga por mis fosas nasales. Gran suspiro. Mis ojos se cierran como consecuencia. Voy bi... El sonido del timbre de casa me hace soltar un grito ahogado. El sexto intento falló rotundamente. Me pongo de pie con evidente molestia. Si es Harrison prometo aventarle un buen golpe en la cara, sería la cuarta copia de llave que pierde.

Bajo las escaleras mientras remuevo mi cabello, pues algunos vellos sueltos me impedían ver bien el camino. Una vez frente a la puerta, procedo a abrirla, y allí me quedo estático.

—Hola.

—O-oh —mis cejas se elevan.— Hola.

—¿Puedo pasar?

—Sí. Sí, adelante —me hago hacia un lado.— ¿Quieres... q-quieres un te?

—No, gracias.

En cuanto pasa frente a mí, cierro la puerta.

—Bien, uhm... ¿Pasamos a la sala de estar?

—Puedes relajarte, Tom, soy tú hermano —Sam decide cortar con el aire tenso que ya estaba por matarme.

—Yo... lo siento.

Retomamos nuestros pasos al unísono llegando a la sala de estar de mi casa, donde ambos tomamos asiento con algo de distancia.

—Así que decidiste volver —murmuro.

—Sí... bueno, fue por t/n.

—Ya veo —bajo mi vista. Hablar sobre ella con Sam no es algo que me acomode del todo.— ¿Cómo está ella?