🌻Capitulo 30🌻

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Narrador omnisciente

Cuando ambos entraron a la habitación, la chica invitó al castaño a sentarse mientras ella ordenaba un poco de té, en un intento de aminorar la tensión que les rodeaba y poder conversar con confianza.

Mientras Amelie hablaba con uno de los criados, Eren no dejaba de ver a la chica con seriedad e ira, para el chico ella era una posible rival, una traidora, una mentirosa; ella no era diferente al resto de la basura.

-No es necesario que me mires con tanto odio.- dijo la chica seria mientras volteaba a verle.- No les he hecho nada para ganarme tu desprecio.

-Retenernos aquí, no se podría catalogar como "nada".- dijo Eren cortante.

-¿Retenerlos?- preguntó la chica desorientada.

-¿Acaso crees que nos quedamos por nuestra propia voluntad?- preguntó sarcástico.

Aquel comentario hirió de cierta forma a la chica ya que su intensión era atenderlos, no retenerlos, pero no entendía de dónde sacaba aquel odio y rencor, según lo que recordaba no le había hecho nada al castaño.

-¿Puedo preguntarte algo?- cuestionó la chica.

-Sí..- dijo de mala gana.

-¿Por qué tanto odio hacia mí?- preguntó curiosa.

-Porque eres igual que ellos.- dijo serio.- Una basura que juega con los demás sin importarle el resto.

-¿Qué te hace pensar eso? No me conoces.- dijo la chica seria al ver como era juzgada sin siquiera haberla conocido.

-No necesito hacerlo, Tora nos contó quién eres realmente.- dijo serio y cortante.- No eres más que una asesina.

Aquellas palabras hicieron que la sangre de la chica hirviera, ¿Quién mierda era ese crío para hablarle así? ¿Quién era para juzgarle como todo un conocedor de su vida?

-Si me juzgas por mi pasado, ¿No te parece que tú y los demás miembros de la legión son asesinos como yo?- preguntó cortante.

Aquello hizo que los ojos turquesa se abrieran de golpe, por la sorpresa y osadía de sus palabras, sin embargo no pudo contestarle nada.

-Al final, ambos sabemos que la sangre que pinta sus manos es humana.- dijo fría y seria.- Toda.

Lo último lo dijo con énfasis ya que ambos eran conscientes de que los titanes no eran lo que parecían, eran víctimas que provenían de alguna tierra lejana del otro lado del mar.

-Te diré algo Eren.- dijo la chica seria.- No sé qué es lo que impulsa a las personas a hacer lo que hacen, pero yo no juzgo sus acciones.

La chica miraba al chico con cierta frialdad, en un intento de ocultar el dolor que sentía por ser juzgada por acciones a las que fue obligada.

-Yo juzgo las intenciones.- dijo seria.- Muchos no tenemos la intención de cometerlos y mucho menos la malicia de hacerlo... sin embargo, el miedo te orilla a hacer lo impensable.

-¿Miedo? ¿Qué clase de miedo podrías tener tú?- preguntó Eren irritado al pensar que ella nunca había salido de aquí, nunca había visto a un titan.

Ella era el depredador, no la presa.

-¿Tus padres te protegían Eren? ¿Ellos te amaban?- preguntó fría.

El chico miró a su contraria con un poco de inseguridad, no había recordado a sus padres desde hace años, y recordarlos era una ola de emociones con las que aún no sabía lidiar.

-El mío nunca me amó, me usó y me mintió.- dijo seria.- A pesar de que vivía en este lugar, mi habitación era el sótano, encerrada hasta que me necesitaban.

Eren abrió los ojos de golpe, no esperaba las tristes palabras de la chica ya que realmente no parecía que Amelie hubiera pasado por alguna situación parecida.

-¿Y... tu madre?- preguntó mientras pequeñas imágenes de su madre.

-Nunca la conocí.- dijo seria.- Nunca vi pintura o tuve algo de ella.

En ese momento la mirada de Eren se sintió mal por la chica, su vida no era lo que parecía. En la mente del castaño miles de pensamientos pasaban, la mayoría eran de arrepentimiento, pero había algo que no entendía.

-¿Por qué cambiaste de vida? ¿Fue Erwin?- preguntó el castaño.

-Yo sabía que mi vida era una mierda, pero realmente no podía hacer nada para cambiar, no tenía a nadie ni sabía cómo hacerlo, me resignaba a morir siendo la peor basura que ha pisado este mundo hasta que Erwin me salvó.- dijo seria, pero su gesto se suavizó al recordar el día en que conoció al rubio.

-¿Salvarla? ¿La sacó de aquí?- preguntó curioso.

-No, me salvó de ser aplastada.- dijo sonriendo.- Sin conocerme ni juzgarme, salvó mi vida.

Eren se quedó callado, le parecía una estupidez y no entendía cómo eso pudo haberle hecho cambiar de opinión sobre su vida.

-¿Todos sabían quién eras?- preguntó el castaño.

-Realmente no, pero mi conciencia me hacía creer que sí, así que nunca me animé a hablar con la gente e incluso me escondía de la policía por temor a que me llevaran presa.- dijo seria mientras lo miraba.- Era psicosis y miedo ya que si te atrapaban, estabas solo.

Mientras el silencio los rodeaba, miles de imágenes y emociones corrían por la mente provocando que un par de furtivas lágrimas bajaran por las mejillas, demostrando el dolor y la frustración por la que había pasado.

-Mi encuentro con Smith cambió toda mi mentalidad.- dijo la azabache.- Ese día aprendí una lección, podría ser quien yo quisiera, cambiar, escapar de este lugar sin que nadie lo supiera y trabajar por mí... Nadie me conocía y nada me ataba a estar en este frío lugar.

Esas palabras más las emociones reflejadas en su rostro, hicieron que la idea que el castaño tenía de ella cambiase completamente; ella vivió un dolor que no merecía como él.

Cargaba con un peso que no le correspondía, con cicatrices que no debían estar ahí, pero que el destino las quiso por una razón. 

Se quedaron callados un tiempo, Amelie pensaba en lo que debía hacer ahora, su invitación había sido tosca y les había producido una idea errónea, aspecto que procuraba cambiar mientras que Eren pensaba en que las personas juzgan sin conocer, causando dolor y siendo injustos.

Creando ideas y sentimientos a los demás sin saber cómo verdaderamente es la gente que les rodea. 

-Pueden irse.- dijo la chica seria, sacando al castaño de sus pensamientos.

-¿Eh?- preguntó confundido.

-Mi intensión no es retenerlos, solo quería ser amable e invitarlos a comer.- dijo la chica seria mientras se levantaba de su lugar.- Pero si lo desean, pueden irse. Nada los retiene aquí, yo no seré como él.

-Oye, no quise...- intentó decir Eren, sin embargo la chica lo interrumpió.

-Solo váyanse.- ordenó seria.

Dicho eso, Amelie se retiró del lugar sin mirar al castaño, no podía hacerlo, se sentía de cierta forma ofendida ya que sus intenciones eran buenas, pero aún la veían como una asesina.

Era un poco cruel, pero no era diferente a lo que ya se había visto en las murallas.

Todos eran iguales.... Nada había cambiado en esta minúscula isla.

CONTINUARÁ...



Con olor a flores //Erwin&tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora