🌻Capitulo 32🌻

636 66 14
                                    

Narra Amelie 

Ese hijo de puta no podía estar aquí, pero su maldita voz no había cambiado y confundirla era algo imposible.

-Amelie Yoshida.- dijo un hombre serio.

Levanté la mirada y al centrarla en esa persona, me encontré con la peor mierda que la maldita Ymir pude haber parido. 

-Por fin te encontré.- dijo soltando una sonrisa de superioridad.

-Luka Barone.- susurré seria.

-Me recuerdas.- dijo sonriendo mientras tomaba mi mentón.- Me alegra que me recuerdes, hermosa.

Aparté mi rostro y lo miré con asco al tenerlo así de cerca, pero esto me daba la oportunidad de mirar cada detalle de su rostro, vestuario o alguna otra cosa que me pudiera dar una pista de su trayecto. 

Es raro verlo con un uniforme como ese, él nunca se interesó en el bien común, siempre deseaba ver como el caos se esparcía como si de fuego en un campo seco se tratara, pero ahora veo que ha madurado su cerebro estratega.

Aunque me intriga la razón de su entrada a la policía militar y las razones que tendrán los descerebrados de mierda que le dieron autoridad a este asqueroso y retorcido infra ser.

Este mundo realmente se está yendo a la mierda.

-¿Qué es lo que quieres?- pregunté seria.

-Tú sabes perfectamente lo que quiero.- dijo sonriendo.- Y sé que tú sabes dónde se encuentra así que se buena y dime lo que quiero. 

Me quedé callada. 

Así que por esa razón entraste a la policía... Quieres poder, pero no cualquiera. 

*Risa* Hijo de puta.

En ese momento sentí como algo se estampaba contra mi rostro, haciéndome sentir un poco desorientada.

-No te hagas la difícil Amelie.- dijo burlón.- Solo tienes que decirme un lugar.

-Yo no sé nada.- dije seria. 

En ese momento volví a sentir varios impactos, me sentía desorientada, pero el dolor, no solo en mi rostro sino en espalda y abdomen, me hacían mantenerme despierta y querer saber qué era lo que estaba pasando. 

Podía escuchar algunos sonidos en el fondo, pero no podía reconocer si eran voces, gritos, murmullos o un simple estallido, no podía concentrarme en nada, ni siquiera podía saber cómo se encontraba mi cuerpo.

El último golpe me hizo abrir la boca, dejando salir aquel líquido metálico que se había empezado a acumular con rapidez. 

-¿Has cambiado de opinión?- preguntó el hombre frente a mí.

-¿La sigues teniendo pequeña?- pregunté burlona.

En ese momento noté como su sonrisa desaparecía, haciéndome sentir orgullosa por quitarle esa horrenda y asquerosa sonrisa de su cara.

Antes de poder seguir, recibí otro golpe en el rostro, pero en ese pequeño momento de silencio pude escuchar sutiles pasos a nuestro alrededor lo que me hizo sonreír. 

Hora de acabar con esta farsa.

-¿Hablarás?- preguntó seco y frío. 

Levanté un poco la mirada y susurré:

-Acércate.

El hombre se acercó a mí, acerqué lo más que pude mi rostro para así susurrarle:

Con olor a flores //Erwin&tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora