Narra Erwin
Cuando abrí la puerta me encontré a Amelie recostada en la cama, su rostro estaba sudoroso y cansado, apenas me vio sonrió y estiró su mano para que la tomara. Invitándome a acercarme a ella, en ese momento tragué en seco y me sentí indeciso de si debía acercarme.
Lentamente me acerqué a ella y la tomé su mano suavemente, acariciando su piel con mis dedos mientras me hincaba a lado de la cama aún sin poder asimilar lo que estaba acababa de escuchar.
Mis ojos recorrieron toda la habitación, buscando a mi hijo, pero además de Amelie, las únicas personas en la habitación eran Meg e Historia, pero no había señales de un niño.
¿Lo imaginé?
-¿Asustado?- preguntó sonriendo suavemente.
-Yo.. no entiendo...- iba a comentar cuando noté ciertas manchas de sangre seca en la mejilla y cuello de mi mujer lo que me hizo acariciar su piel, en un torpe intento de quitar la suciedad.
Mi mujer no dijo nada simplemente rió para mirar a las chicas, quienes en ese momento se dieron la vuelta, dejándome ver como ellas sostenían dos mantas que envolvían algo.
-Señor Smith, déjeme presentarle a sus hijos.- dijo Meg sonriendo con una pequeña mueca de cansancio mientras caminaban hacia nosotros.
-¿Hijos?- pregunté confundido mirando a mi mujer ya que tenía entendido que solamente vendría uno.
-Sorpresa.- dijo sonriendo.
Me levanté suavemente para así recibir a uno de ellos, que apenas lo vi supe que esto no podía ser real ya que era demasiado hermoso, o mejor dicho hermosa.
La bebé que tenía en mis brazos, era una pequeña niña de melena rubia como la mía y piel blanca.
Me recosté en el costado de la cama y miré al bebé que Amelie traía en brazos dándome cuenta de que era un varón de melena negra y piel ligeramente morena.
Literalmente era una pequeña versión de nosotros 2, pero de sexo opuesto.
Miré a la bebé de mi brazo y algo dentro de mí no podía esperar a que creciera un poco más, solo un poco, para poder ver sus ojos y verla reír.
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Con olor a flores //Erwin&tu
FanfictionMi vida siempre estuvo rodeada de muerte, siempre perdí gente a mi alrededor por lo que aprendí a vivir y pelear sin corazón. No había razón para hacerlo y todo se volvió una rutina, sin sentido ni objetivo hasta que el olor de tu piel despertó algo...