🌻Capitulo 9🌻

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Narra Amelie 

Después de haber tenido aquel incidente, cerré la panadería hasta nuevo aviso, bueno por lo menos hasta que mi puerta fuera arreglada. Por el susto y miedo que esos hombres me produjeron, no quería quedarme sola por lo menos hasta la noche, pero Hanji se fue a arreglar el papeleo dejándome con una opción.

Siendo franca, no me siento cómoda estando con él después de lo que sucedió, pero había algo diferente en él, no puedo describirlo, pero parecía sombrío. Sus ojos azules estaban oscurecidos, su mandíbula estaba apretada y todo su cuerpo se veía tenso. 

Era un estado de que nunca había visto en él, era demasiado extraño verlo así; quería preguntarle qué le ocurría, qué era lo que parecía estar matándolo.

Estuve mirándolo caminar de aquí para allá, sin entender lo que estaba planeando hasta que después de un par de minutos, se detuvo justo frente a mí.

-Comandante, ¿qué es lo que hace?- pregunté confunda. 

-Quédese quieta por favor.- dijo mientras tomaba una toalla y le ponía hielo. 

Lentamente acercó ésta a mi brazo donde comenzó a dar un pequeño masaje, el contacto con el objeto dolía, pero ver el rostro concentrado del rubio frente a mí, me hacía olvidar todo el dolor de mi cuerpo. 

Quería tomar su cabeza y acercarlo a mí para que me besara, que me hiciera suya, para que me tocara de la forma en la que únicamente él podía hacerlo, pero... sé que le causo asco. 

Sé que piensa que aquel servicio de acercamiento especial que tuve con él, lo hago con cualquiera que pueda pagarlo, cree que soy una puta. Me duele pensar aquello, pero ya no puedo hacer nada. 

No hay nada que pueda hacer.

Estuve perdida en mis pensamientos hasta que pude sentir como la fría toalla abandonaba mis brazos para así posicionarse en mi mejilla; aquel frío toque me hizo levantar la mirada y centrarla en un par de orbes azules. 

Mis mejillas se sonrojaron al percatarme lo cerca que nuestros rostros se encontraban, podía sentir el calor de su piel irradiando con suavidad, su aroma a hombre, y el sutil aroma a té que provenía de sus labios. 

-Por favor comandante, beseme.- pensé deseando que él quisiera lo mismo.

Estuvimos viéndonos por un tiempo hasta que vi como éste se alejaba de mí, sus ojos se centraron en otro lugar, parecía que no quería verme, al parecer le sigo repugnando.

-Siga colocándose el hielo en su mejilla.- dijo mientras me entregaba la fría toalla.

 Aquello me hizo sentir un punzada en mi pecho, realmente deseaba que él me tocara, que me hiciera su mujer, que me dijera que me amaba y me aceptaba. Solo quería saber que me amaba como yo lo hacía con él. 

Pero la vida no es un cuento de hadas...

Narra Erwin 

¡Mierda! Estuve a punto de cometer una estupidez. Cuando conecté mis ojos con los suyos, estuve a punto de lanzarme a besarla y follarmela aquí mismo, pero tengo que contener este tipo de deseos.

Tengo que calmarme y cuidar de ella, no sé qué pudo haberle hecho ese hombre y no sé qué tan frágil se sienta así que prefiero dejarla descansar y simplemente cuidar de ella. 

A pesar de que tenía la intensión de arreglar la situación con ella, ahora no me sentía con la fortaleza necesaria para decirle la verdad ya que sus temblorosas manos y sus ojos cristalizados me detenían.

No quería lastimarla y mucho menos presionarla a perdonarme. 

Supongo que hoy no era el momento para hablar con ella, pero no me arrepiento haber venido a verla y haberla protegido.

Con olor a flores //Erwin&tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora