🌻Capitulo 54🌻

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Narra Amelie *horas después*

Todo había llegado a su fin. Toda esa batalla de odio había terminado con la caída del titan colosal; aparentemente la victoria era nuestra, pero... ¿A qué costo? 

Hina, mi hermana, mi compañera, mi mejor amiga, la persona que me enseñó tanto, yacía frente a nosotros completamente calcinada, irreconocible, sin una mínima oportunidad de sobrevivir. 

A pesar de que ya había pasado un par de horas, seguía sin creer lo que veía. 

-¿Crees que realmente haya esperanza?- preguntó Tora curiosa mientras veíamos ese cuerpo calcinado, hundido sin señal de mejora.

*Suspiro* -No lo sé.- dije rendida al no haber visto alguna señal de vida en ella.- Quisiera creer que el agua puede ayudarla, pero... ni siquiera sabemos si sigue viva.

Nos quedamos calladas un momento, sabiendo que podría ser muy tarde, pero quisiera mantenerme lo más positiva que pueda. 

Por Levi.

-Volvamos con los demás, necesitas descansar.- dijo la "azabache" tomándome suavemente del brazo. 

Sin poner resistencia, dejé que me llevara al salón principal donde los chicos y la legión se encontraban, esperando noticias del estado de la albina, aunque no estaba segura de qué decirles. 

¿Mentir sería la mejor opción? 

****

En el momento en que entramos al salón, todas las miradas se posaron en nosotras haciéndome sentir tensa y creando un nudo en mi garganta, sabiendo la pregunta que rondaba en su cabeza.

-¿Cómo está Hina?- preguntó Levi preocupado. 

Lo miré y tragué seco sin saber qué decir, pero como un ángel, la voz de mi hermana apareció, dando una respuesta.

-No hay mejoras, pero debemos darle tiempo.- dijo la chica serena.- Ella estará bien. 

Al parecer esa respuesta fue suficiente ya que la tensión en el aire se disipó, todos se relajaron y fueron a descansar un poco. Sin embargo, podía sentir la mirada de Erwin sobre mí, al mirarlo, terminé encontrándome con sus ojos azules buscando algo en mí. 

Sabía que estaba analizándome y eso no podía ser bueno para mí ahora así que avisé a Takato que me iría a descansar y terminé saliendo de la habitación con dirección a mi dormitorio. En un momento me sentí tranquila estando sola, pero esa sensación duró poco ya que cierto rubio comenzó a seguirme. 

Sin inmutarme seguí caminando, pensando en todo lo que había pasado, pero mi mente seguía pensando en las acciones que había tenido Bertholdt y en ese "amor" que tanto había gritado y por el cual había llorado. 

No estoy segura de si creer en él o no, pero al igual que a sus amigos, él pudo mentirle fingiendo todo. 

No sé si deba creer en él. 

Estuve perdida en mis pensamientos hasta que llegué a mi dormitorio, donde una vez abrí la puerta sentí la mano de Erwin en mi cintura mientras su aroma me rodeaba y embriagaba por la cercanía. 

-¿Estás bien, hermosa?- preguntó suavemente. 

-Sí, solo tengo muchas cosas en la cabeza.- dije cansada mientras apretaba suavemente el puente de mi nariz.

-Vamos.- dijo besando mi mejilla.- Dime lo que te molesta.

Me sonrojé un poco por sus tiernos actos, pero no estaba segura de si debiera molestarlo con estúpidos pensamientos desconfiados. 

-No quiero.. molestar, Erwin.- dije no tomándole importancia al asunto y descansar un poco.

-Amelie.- me llamó firme haciéndome voltear a verle.- Yo soy tu futuro esposo y mi deber es cuidar de ti, compartiendo tu dolor y protegiéndote de él. 

Sentí su mano tomar firmemente mi cadera mientras me miraba de una manera muy comprensiva y dulce como si fuese una promesa, un voto de amor.

Sus palabras volvieron a encender mis mejillas y a hacerme sentir como la primera vez que nos vimos. 

Por la falta de palabras, me tomó de la mano, jalándome hasta un sofá que estaba en la habitación para así tirarse en él y sentándome en sus piernas, terminando por abrazarme mientras él escondía el rostro entre mi hombro y cuello.

-Vamos hermosa, dime.- pidió suavemente.

-No es nada relevante, solo que no termino de creer en los sentimientos de ninguno de los traidores.- dije seria y resentida por todo lo que habían hecho. 

-¿Por qué lo piensas?- preguntó curioso alejándose un poco de mí. 

Dejé salir un suspiro cansado.

-Todo lo que han hecho, sin importarles lo que pudieran hacernos.- dije decepcionada y seria, al imaginar como debieron haber jugado con mis hermanas. 

Malditos demonios. 

-Me hubiera gustado haberles dado un escarmiento y que sufrieran de la misma forma en que todos lo hicieron por culpa suya.- dije molesta.

-¿Qué hubieras hecho?- preguntó curioso y serio.

-Cruelmente, hubiera dejado morir a mi hermana para que se lamentara el resto de su vida.- dije fría mientras bajaba la mirada, avergonzada de mis palabras y pensamientos.

Estaba dispuesta a sufrir mi duelo y asumir la culpa de mis decisiones con tal de hacerles pasar el mismo infierno que les hicieron pasar, pero el pensamiento de no volver a ver a la única familia que tenía era agonizante.

-No debes decir eso Amelie.- dijo el rubio un poco serio por mis palabras.- Ni siquiera lo pienses ya que el mayor dolor y culpa lo cargarías tú, así que no vuelvas a pensarlo nunca más. 

Apreté la mandíbula y abracé su cuello, en busca de consuelo. Lamentablemente me enseñaron a ser fría y cortante para este tipo de cosas así que pensarlo no fue difícil, el resto sería lo más cruel y doloroso. 

-Siempre buscaremos una mejor solución.- dijo besando mi cabeza mientras acariciaba mi espalda suavemente, reconfortando mi corazón. 

Reconoceré que aún no confió en ninguno de ellos, pero no creo que sean tan hijos de putas como para haber llegado a aprender cómo igualar y proyectar el verdadero terror y miedo humano. 

Tal vez no todo fue mentira..

Erwin y yo nos quedamos así por un tiempo. El rubio me susurraba cosas reconfortantes y dulces, haciendo que mi mente se distrajera completamente del tema, haciéndome pensar en nuestra boda. 

Me susurraba las ganas que tenía de poder llevarme a conocer el mar y tener una casa ahí, en una zona escondida donde nadie pueda encontrarnos ni molestarnos. 

Podrá sonar un poco tóxico, pero entre todas sus palabras y lindos planes para el futuro, no logré escuchar algo sobre su retiro, aspecto que ahora me preocupaba más. 

No quería perder a mi comandante.

 -No sabes como ansío saber que eres la señora de Smith.- dijo sonriendo para así dejar un beso en mi cuello.- Asegurándome de que nadie vuelva a acercarse a ti nunca más.

Dejé salir una carcajada por los celos del rubio. Aún no llegaba a acostumbrarme a verlo de esa manera ya que es una faceta que no imaginas al conocerlo de manera persona ya que es todo un caballero. 

Era como ver a un valiente y cortés león, convertirse en una bestia cegada y listo para matar.

Era poco creíble si lo pensabas, pero cuando llegabas a presenciarlo, te quedabas sin palabras mientras la sangre corría a gran velocidad, calentando cada parte de su cuerpo en segundos. 

Un juego de roles muy atractivo y que podría considerar en otro momento de ser necesario. 

CONTINUARÁ...

Con olor a flores //Erwin&tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora