🌻Capitulo 66 - p2🌻

467 50 21
                                    

Narrador omnisciente 

La hora había llegado para ambos. Erwin estaba de pie en el altar, sus mejillas rojas y mirada nerviosa del rubio hablaban por él, y aunque intentaba mantenerse tranquilo, el transcurso lento del tiempo le hacían pasar la peor agonía mientras pequeñas gotas de sudor resbalaban por su frente.

Su pie comenzó a moverse un poco impaciente mientras daba respiraciones hondas, sus nervios podían palparse y aparentemente no había forma de calmarlos. 

-Erwin

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Erwin.- lo llamó Levi tocando su hombro. 

Los ojos del rubio se abrieron, posándose en la figura de su compañero. 

-No debes preocuparte.- dijo el azabache con un gesto sereno.- Todo saldrá bien.

Aquellas palabras sumado a la serena aura que transmitía le daba la confianza que necesitaba para resistir la tensa espera. Erwin sonrió tranquilo, sacando el nerviosismo con cada respiración que daba, pero su tranquilidad duró un par de segundos.

De pronto la música comenzó a sonar, llamando la atención de todos los presentes, y cuando las miradas se centraron en la puerta principal, en segundos esta se abrió, dejando ver una brillante y arreglada melena negra, que contrastaba perfectamente con el largo y brillante vestido blanco.

El corazón del rubio se detuvo cuando los ojos de la chica se posaron en los suyos, siendo acompañados por sus rosadas y deslumbrante sonrisa. La mano de Hina tocó el brazo de Amelie, llamando su atención.

La bailarina sonrió, tomó suavemente el brazo de su hermana para así comenzar a caminar por la pasarela a un ritmo tortuosamente lento, a opinión de los presentes, pero a los ojos de Erwin todo parecía salido de un cuento. 

El largo y blanco vestido se ondeaba con gracia a la par de la suave caminata de la azabache, y a pesar de tener todas las miradas sobre ella, la única que la hacía sentir nerviosa era la del hombre que la esperaba en el altar.

El largo y blanco vestido se ondeaba con gracia a la par de la suave caminata de la azabache, y a pesar de tener todas las miradas sobre ella, la única que la hacía sentir nerviosa era la del hombre que la esperaba en el altar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al llegar al altar, Hina entró suavemente la mano de su hermana con la siguiente frase:

-Erwin, te entrego a mi hermana bajo la promesa de que estarás y cuidarás de ella hasta el fin de tus días.

Con olor a flores //Erwin&tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora