❁ Capítulo 44 ❁ (nuevo)

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Estaban en la entrada de la cabaña de Gyneth

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Estaban en la entrada de la cabaña de Gyneth. Aurora había discutido con los Líderes por poco más de media hora hasta convencerlos de que la dejaran intentarlo, que la dejaran salvar a Nairi. Si volvía sin pruebas de que siquiera había un buen plan para lograrlo, tendría que resignarse a dejarla morir.

Pero no estaba dispuesta a eso.

Nairi le había salvado la vida en varias ocasiones, era su turno de devolverle el favor.

Tocó la puerta y esperó a que la mujer de pelos plateados saliera.

—¿Hola? —dijo en cuanto abrió. Sus ojos se fijaron en Aurora y sonrió—. ¡Mi niña Aurora!

La aprisionó entre sus brazos y acarició su espalda un par de veces. Cuando se separaron, su mirada se fijó en Caelina y frunció el ceño.

—¿Y Nairi? ¿Quién eres tú?

—Amiga de Nairi —dijo Aurora—. Se llama Caelina.

Caelina le estiró el brazo con la palma hacia arriba, pero Gyneth frunció más el ceño, la ignoró y enfocó su mirada en Aurora.

—¿Y Nairi? —repitió.

Aurora suspiró.

—Arrestada por alta traición.

Gyneth dejó escapar un jadeo y se llevó ambas manos al pecho.

—No lo puedo creer.

—¿Podemos pasar? —preguntó Aurora. No se sentía tan cómoda ignorando la expresión de Gyneth, pero tenían prisa. Cada hora, Nairi sufría más y más; cada hora estaban más cerca de su ejecución.

—Adelante, adelante. —Gyneth tomó a Aurora de las manos y arrugó toda su cara—. ¿Hay algo que se pueda hacer?

Aurora le sonrió con algo de tristeza.

—La Resistencia no hace misiones de rescate normalmente —dijo Aurora—. Pero creo que puedo convencerlos si podemos encontrar una manera de disfrazar a alguien de Yamin.

—¿A qué te refieres?

—Estaba pensando en cómo tú viviste escondida por años, con la apariencia de alguien más. —Aurora tragó saliva—. El rey quiere que Yamin se presente para soltar a Nairi, pero La Resistencia no se arriesgará, jamás, a poner a alguien tan importante en riesgo.

—Va tras el pez gordo —murmuró Gyneth, el fuego de la ira en sus ojos.

—Así es. Y estaba pensando en que quizá tú podrías darnos alguna poción para que alguien más luciera como Yamin y se presentara en su lugar.

Gyneth sonrió de medio lado y soltó las manos de Aurora. En vez de estar paradas ahí, a un lado de la puerta, se fue a sentar a la mesa y señaló una de las sillas con la cabeza. Aurora se sentó ahí.

La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora