La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]

↠ Capítulo 59 ↞ (nuevo)

En algún momento después de que Nairi se durmió, Aurora se había escabullido de su cama. Cuando abrió los ojos y sintió el frío en la cama, en su espalda, se sintió más vacía que nunca.

Giró sobre sí misma y observó el lugar donde Aurora había estado hace horas. La cama no guardaba su calor, y se preguntó realmente cuánto se había quedado.

Ignoró el dolor en el pecho, se vistió y salió de su cuarto.

El sol todavía no iluminaba el lugar. Tenían que estar en posición después del amanecer, así que deberían de comenzar a levantarse pronto. Ella, como todos los Líderes, tenía que levantarse antes y verificar que todo estuviera en orden.

Desayunó y supo que tenía que dirigirse hacia el almacén para terminar de entregar las armas a los soldados, pero el corazón se le encogió al pensar en Aurora. Quería volvera a verla, tener unos momentos a solas antes de que la locura del bullicio y la preparación de los soldados se lo impidieran.

Quería decirle lo que se había guardado los últimos días, que desde el momento en que se lo propuso, había aceptado irse de Nestan con ella. Que le prometiera que se iba a cuidar, que iba a estar bien, que iba a sobrevivir, porque necesitaba estar viva para que sus vidas, lejos de ahí, comenzaran.

Tocó a su puerta. Nadie le contestó, y se preguntó si seguiría dormida. Para no sentirse como una egoísta por despertarla, se recordó que ella tenía que estar despierta desde temprano y que era su obligación despertarla si ella no lo había hecho sola.

Le estaba haciendo un favor.

Abrió la puerta y sonrió.

—Buenos días —dijo. Estaba oscuro, pero cuando caminó hasta la cama y tanteó la superficie, se dio cuenta de que estaba vacía. Al menos, no estaba ella.

Frunció el ceño e intentó hacer memoria. No. Definitivamente no la había visto afuera. Ni desayunando, ni caminando por ahí. Su corazón comenzó a latir desbocado, asustado, y corrió por una vela para alumbrar el recinto. Ahí, en mitad de la cama, había una nota con su nombre escrito en ella.

Lo abrió, pensando en los mil horribles escenarios que pudieron haber pasado, pero fue peor. Oh, mucho peor.

Mi amada Nairi:

Cuando leas esto, ya estaré muy lejos de aquí. No necesitas saber detalles, pero planeo asesinar a Athanaric sin que muera tanta gente. No tengo el corazón para dejar que la gente muera, no sé cómo plantarme delante de ellos y pedirles que lo hagan.

Le agradezco a La Resistencia todo lo que tengo y en lo que me he convertido. Son muy inspiradores, ¿sabes? Tú eres muy inspiradora. Ahora les intento compensar por todo lo que les costé. Por Yamin.

Espero me puedas perdonar, amada mía, porque Dios sabe que mi corazón duele al saber lo que te he hecho. Irme sin despedirme, sin informarte. ¿No te reclamé por lo mismo? Entiendo mi hipocresía, pero temía que me fueras a detener.

Si te sirve de consuelo, Caelina está conmigo. Ella me ayuda. Perdóname, de verdad, por todo el daño que te causo haciendo esto. Pero tengo que hacerlo, o mi consciencia jamás estará tranquila.

Quizá es demasiado egoísta pensar en que quiero que me perdones para podernos ir juntas lejos de aquí, y entiendo que después de esto es casi imposible que aceptes. Quizá, de alguna manera, estoy renunciando a ti. Y mi corazón se rompe al pensar en eso.

Lo siento. Con cada fibra de mi ser. Y ojalá me perdones.

Con todo el amor de mi corazón y siempre tuya, Aurora.

P.D.: Gracias por dejarme abrazarte esta noche. Lo necesitaba. Perdón por mi egoísmo.

Todo su mundo se derrumbó. Tenía que alcanzarla, tenía que salvarla. Ahora que había decidido estar con ella, no iba a perderla.

No podía perderla.