↠ Capítulo 35 ↞

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La soledad del castillo era diferente a la soledad que sentía cuando estaba en Shyama y vivía sola

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La soledad del castillo era diferente a la soledad que sentía cuando estaba en Shyama y vivía sola. Esta vez era una soledad que implicaba encierro, falta de libertad. Así debían sentirse los animales cuando eran enjaulados.

Limpiaba muchas partes del castillo y llegaba a su pequeña alcoba exhausta. Se tiraba en la pequeña cama y observaba al techo. Más veces de las que le gustaría, sus pensamientos divagaban y aterrizaban en Aurora. Se sentía atrapada incluso lejos de ella.

Logró que la mandaran a limpiar los aposentos de Athanaric. Había sido difícil, pero se había logrado ganar la confianza de la jefa de limpieza, a quien ayudaba y le demostraba que era la mejor limpiadora. La jefa, Yocheved, siempre tenía problemas con Athanaric porque nunca limpiaban bien su cuarto, así que la había enviado a ella.

No encontraba mucho, pero sabía que estaba acercándose al lugar correcto; sólo tenía que estar en el momento correcto.

En el encuentro de la segunda semana, Aurora estaba ahí. A pesar de que conscientemente quería alejarse de ella lo más posible, su corazón saltó y no pudo resistir abrazarla con fuerza cuando estuvo tan cerca de ella.

Al llegar de vuelva a sus aposentos, abrió la carta y comenzó a leer todas las aventuras de Aurora en las últimas dos semanas. Al terminar, comenzó a escribir su respuesta, contándole de sus últimas dos semanas y planeando en agregarle más al final de esa semana.

No pudo evitar soñar esa noche en su sonrisa.

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Nairi tomó el trapo y lo pasó por las repisas del librero de los aposentos de Athanaric. Talló con fuerza, evitando que quedara cualquier rastro de polvo, y se sobresaltó cuando entraron en el cuarto Athanaric y su consejero real.

—Su majestad, Kshabi. —Hizo una reverencia y se guardó los impulsos asesinos que sabía aflorarían una vez estuviera cerca del rey—. Me retiraré de inmediato.

—Continúa con tus tareas, no tardaremos en irnos.

Se acercaron a un baúl que siempre estaba cerrado con candado y tomaron varios papeles de ahí. Salieron antes de que Nairi pudiera decir una palabra más.

Prometió que regresaría en algún punto a ver los contenidos de ese baúl.

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El encuentro de la siguiente semana fue uno muy ansiado. Llevaba su respuesta escrita en un sobre a un lado del de la información de La Resistencia. Se había estado sintiendo tan sola que el simple hecho de poder tener un poco de correspondencia con Aurora la hacía feliz.

Estaba involucrándose más con ella, claro, pero era remediable. En cuanto llegara el invierno, dejaría La Resistencia y se iría a Hebe. Estaba segura de poder hacerlo.

Esta vez, la vio mucho menos. Apenas unos segundos. Intercambiaron los sobres y volvió al castillo. En su alcoba, comenzó a leer.

Mi querida Nairi:

Esta semana, logré darle un par de patadas a Caelina. No he mejorado para nada en la lucha de suelo, pero creo que me irá bien. Descubrí que no se me da tan bien las peleas cuerpo a cuerpo como se me dan con espadas y cuchillos. ¡Al fin comenzamos! Caelina tenía miedo de que saliera lastimada, pero insistí. Terminé con un par de cortadas, pero sobreviviré.

Es mucho más divertido, definitivamente. A veces se siente como bailar. Aunque en Eadburg no me gustaba bailar tanto, debido a la complejidad de los bailes, disfrutaba mucho sentir la música. Ahora es como si pudiera sentir la música en mi cabeza mientras doy estocadas, mientras muevo los pies de adelante hacia atrás. Y recuerdo cuando tú me enseñaste el baile para el Crival. Ha sido la vez que más he disfrutado bailar, y cada que tomo una espada e intento no terminar con una cortada, me acuerdo de ti.

Cuídate mucho y vuelve. No pude bailar contigo en el Crival, así que me debes un baile.

Con mucho cariño,

Aurora.

Observó la vela cerca de ella y sintió que no podía quemarla. Tenía que hacerlo, debía hacerlo, pero no podía. No cuando la podía sentir tan cerca releyendo sus palabras.

 No cuando la podía sentir tan cerca releyendo sus palabras

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La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora