Aurora comenzó a platicar con la multitud que estaba creciendo a cada minuto. Todos seguían de luto, pintándose la misma raya negra en el pómulo derecho. Había estado hablando con la gente esos días en los que ya no tenía obligaciones de comandante —ni de soldado, al parecer, porque la habían suspendido hasta su envío a Durga—, ni podía acercarse a Nairi, teniendo demasiado tiempo libre.
Intentaba remediar su error de alguna forma. Nairi había tenido razón: había sido egoísta.
Toda su vida, sólo había pensado en sí misma a largo plazo. Era buena escuchando, se interesaba por el dolor ajeno, por las vidas de quienes eran cercanos a ella; pero, en el fondo, lo hacía porque los quería cerca. Salvar a Nairi arriesgando su vida y la de gente inocente parecía un gesto altruista, pero no dejaba de ser egoísta: lo había hecho porque la quería a su lado.
Cuando escapó en el castillo, en su cumpleaños, había pensado en ella misma y en la vida que ella quería vivir. Jamás se le pasó por la cabeza que iba a dejar su reino y sus responsabilidades como futura reina, o que dejaría a la gente que amaba. Tenía en mente, todo el tiempo, su propio bienestar y, por fin, había tenido que pagar un precio que la sobrepasaba.
Tenía que hacer todo lo posible por compensar a la gente por su error, así que dedicó sus mañanas, sus tardes y noches a escuchar a los demás y a intentar levantarles el ánimo. A intentar darles esperanza de que, el hecho de que su líder hubiera muerto no los condenaba a vivir bajo el mandato tiránico de Athanaric por siempre. Que ellos eran el corazón de La Resistencia, y que ellos serían quienes saldrían adelante.
Ya no pensaba en ella, ni en lo que ganaba escuchando a los demás. Ya no los escuchaba, aconsejaba o animaba para que fueran sus amigos, o para que estuvieran ahí para ella, o para que la amasen. Ahora lo hacía porque se los debía.
No dormía mucho y apenas comía. Aún así, jamás se quejó.
Ahora se reunían para discutir entre todos la cuestión del nuevo líder. Si bien habían estado discutiendo en sus grupitos lo que creían, Dimar —que se había vuelto comandante interino, de nuevo—, propuso una reunión de todos a excepción de los Líderes para discutir el tema antes de la votación oficial esa misma tarde.
Todo estaban sentándose en las mesas del comedor, y los que no alcanzaban permanecían parados. Aurora vio a un señor mayor, parte de los refugiados que serían enviados a Durga con ella, y le ofreció su asiento.
—¡Escuchen todos! —gritó Dimar, parado frente a la cabaña cocina, y todos le prestaron atención—. Sé que todos tienen sus propias opiniones y a sus propios candidatos, así que me pareció una buena idea que los discutiéramos horas antes de la verdadera votación.
Dimar quería ser el nuevo líder, lo había dejado bastante claro. Esta era su manera de saber cómo andaban las cosas antes de que se eligiera de verdad. Los últimos días había sido mucho más amable con la gente y había dejado la arrogancia a un lado. A Aurora no le agradaba demasiado, pero le gustaba que hubiera tenido esa idea. Quería estar segura que, aunque había ocasionado la muerte de Yamin, La Resistencia estaría bien.
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La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]
Fantasía✨ Retelling de La Bella Durmiente, donde Aurora se salva a sí misma y es lesbiana ✨ Aurora vive encerrada en su castillo, condenada a casarse con un príncipe que desprecia y harta de sacrificar lo que ella quiere por reinar sobre personas...