—Eh, deja de temblar. Necesitas mostrar confianza.
Pero era imposible. Cada uno de sus músculos temblaba con violencia. Sus manos sudaban y le daba más frío aún. Apenas podía respirar con un buen ritmo, pero no sabía si era porque acababa de abandonar a su primer amor, con la posibilidad de que no la perdonara nunca, o porque había la posibilidad de fracasar.
Ambos pensamientos eran igual de opresivos. Apenas podía mantenerse sin vomitar o desmayarse.
El sol apenas comenzaba a querer salir por el horizonte. Tenía que entrar al castillo y verse con el rey antes de que el sol iluminara por completo, o todo sería en vano. Tenía que calmarse y entrar.
—Respira —le instruyó Caelina. Apretó su hombro y la vio inhalar y exhalar varias veces. Sus piernas seguían temblando, pero al menos su corazón parecía más acompasado.
—Estoy lista.
Caelina asintió.
—Nos vemos. Cuídate, recuerda lo que practicamos.
Aurora mordió sus labios, respiró profundo una última vez y asintió.
Salió de sus escondite en el bosque cercano al castillo después de que Caelina desapareció por detrás de la gran construcción, y caminó con paso firme hasta las puertas principales. Quizá era la emoción del momento, o el miedo a perderlo todo, pero se mantuvo bastante segura y tranquila desde el instante en el que se plantó frente a los guardias que la apuntaban con sus espadas.
Puso sus manos a la altura de su cara, mostrando las palmas, y se presentó antes de que la cuestionaran:
—Mi nombre es Aurora. Soy la exprometida del rey, vengo a solicitar una audiencia con Su Majestad.
Ambos guardias se miraron confundidos. Sabían quién era, había reconocimiento en sus ojos, pero no tenían ni idea de cómo actuar. Era confuso. No esperaban verla ahí.
Le abrieron la puerta de todas maneras, todavía apuntándole con las espadas, y uno de ellos corrió hacia dentro, mientras que el otro envainó su espada y comenzó a investigarla, toqueteando los lados de su cuerpo en busca de armas.
Aurora se mantuvo quieta y tensa. No iban a localizar la daga envainada que llevaba entre sus faldas, Caelina y ella se habían asegurado de eso. Lo ampón del vestido lo escondía lo suficiente.
Minutos después, Athanaric entró al salón acompañado de dos guardias por detrás y el mismo que lo había buscado por delante.
Aurora jamás lo había visto acompañado de tanta seguridad. También tenía una armadura en el pecho (que tenía que asegurarse que se quitara). Estaba muerto de miedo sin su inmortalidad. Reprimió una sonrisa.
—Está desarmada, Kshabi —dijo el guardia que la acompañaba, todavía apuntándola con la espada, mientras hacía una reverencia corta.
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La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]
Fantasy✨ Retelling de La Bella Durmiente, donde Aurora se salva a sí misma y es lesbiana ✨ Aurora vive encerrada en su castillo, condenada a casarse con un príncipe que desprecia y harta de sacrificar lo que ella quiere por reinar sobre personas...