↠ Capítulo 37 ↞

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Mi querida Nairi:

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Mi querida Nairi:

Esta carta es especial. Han pasado muchísimas cosas esta semana: ahora tengo una compañera de entrenamiento a quien sí puedo vencer, me comencé a hacer amiga de otros guardias y soldados y la paso bastante bien.

Pero eso no importa. No comenzaré a contarte anécdotas de mi semana, porque esta vez no son tan relevantes. Sólo te quiero contar una cosa:

Llevo dos semanas con una idea que no me dejó en paz hasta que lo resolví: parece que me gusta alguien.

Es una persona especial, con una belleza única, con un corazón de oro; alguien que ha estado ahí para mí desde siempre y que, poco a poco, hemos cultivado una amistad.

Eres tú.

No es fácil para mí hacerme a la idea de que mi vida, tal como la había imaginado, no es algo que quiera hacer. No quiero buscar a mi príncipe azul, no quiero casarme con algún sujeto apuesto que le llevará riquezas a mis padres. No quiero nada de eso, porque quiero estar contigo.

Antes de que me rechaces, estoy consciente de que el hecho de que te gusten las mujeres no significa que te tenga que gustar yo. Entiendo cómo funciona. No espero que me correspondas, pero me gustaría. Mucho. Sin embargo, entiendo que tus deseos pueden ser diferentes y, antes que el objeto de mi afecto, eres mi mejor amiga y te quiero muchísimo.

Por favor, no te sientas presionada a responderme, ni para decir que me rechazas ni para corresponderme.

Yo me tomé mi tiempo, y quiero que tengas la oportunidad de hacer lo mismo.

Siempre tuya,

Aurora.

Su corazón estaba oficialmente congelado en su pecho. No sabía qué decir, pensar o cómo reaccionar. Se quedó ahí, en su cama, con la simple vela iluminando su pequeña alcoba, y se quedó mirando a la nada.

Era todo lo que su corazón anhelaba, pero todo lo que categóricamente se había rehusado a dejar que pasara. ¿Qué era lo correcto para hacer?

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—Su Majestad, Kshabi —saludó Nairi con una reverencia.

—Avelina, niña. Ayer no terminaste de limpiar los libros, así que hoy no descansarás hasta que lo hagas, ¿entendido?

Nairi hizo una reverencia y asintió. Tomó los libros, uno por uno, y limpió sus cubiertas de piel. A la mayoría incluso los abrió y les sopló el polvo de las páginas.

Mientras trabajaba, alcanzó a escuchar gritos en el otro lado de la pared, donde Athanaric y su consejero discutían. Sería muy fácil escuchar, si tan sólo pudiera hacerlo sin arriesgar todo.

Se apresuró y salió de los aposentos. Mientras caminaba por el pasillo, alcanzó a escuchar la voz de Athanaric.

—¡Ya te dije lo que tenemos que hacer!

La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora