❁ Capítulo 39 ❁

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Mi querida Nairi:

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Mi querida Nairi:

Soñé contigo. Estábamos en un mundo ideal: mi mundo, aunque está lejos de ser perfecto, en este sueño lo parecía. Mi madre me abrazaba, me quería, me trataba igual que a mi hermana; mi padre era menos frío, más amable y sonriente; mi mejor amigo estaba ahí, mi hermana no se iba, y estabas tú.

No sé cómo es mi mundo, ni lo que opinaría de nuestra relación. Pero, lo que sí sé, es que poco me importa. En mi sueño éramos felices. Yo era reina, no estaba casada con Felipe y, en su lugar, estaba casada contigo. Aunque dudo que eso sea realista, era mi mundo de fantasía, mi felicidad.

¿Es que el collar ahora no sólo previene pesadillas, sino que me da lindos sueños? Sólo me falta que tú estés a mi lado mientras los tengo.

Cambiando un poco de tema, el entrenamiento va genial. No he parado en las últimas dos semanas, ni un sólo momento, pero me voy acostumbrando a un ritmo de vida que le exige a mi cuerpo. Me alegra muchísimo saber que, como yo, tú te estás acoplando a tu nueva realidad. Aunque ojalá no tuvieras que hacerlo.

Odio saber que estás en el castillo, tan cerca de ese monstruo. Que, en cualquier momento, tu vida podría estar en peligro. Que necesitas cuidarte la espalda en el mismo lugar donde duermes. Pero, querida mía, por favor, cuídate mucho. Estoy segura que todavía tienes una larguísima vida por vivir, pero necesitas estar bien para hacerlo.

Siempre tuya,

Aurora.

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Era algo desesperante que, en las últimas dos semanas, Nairi no pudiera quedarse más de un par de instantes en cada reunión. Se quedaba el tiempo suficiente para darle un abrazo, un beso en la mejilla, intercambiar sobres y volar. Según sus cartas personales, había turbulencia en el castillo. Muchos más guardias comenzaban a llegar, y tenía miedo de que la atraparan. Necesitaba ser extra cuidadosa.

También leyó que comenzaban a arrestar a más gente, pero que a esta no la ejecutaban como antes. Esta vez, se la llevaban a Megaira, la nereida que le daba vida inmortal al rey.

Para Aurora, enterarse de todo eso era una gran sorpresa, pero a la vez no tanto. Esa era la razón por la que no podían matar al rey, y que el mismo rey no tenía más guardias cuidándolo, siendo un hombre tan odiado que La Resistencia quiere ver muerto.

Ahora tenía sentido, pero estaba preocupada.

Según las cartas de Nairi, antes eran cuatro o cinco delincuentes los que eran llevados a Megaira como pago por la inmortalidad, pues la Nereida se alimentaba de almas. Pero ahora, Megaira se había cansado y su ambición había ganado, así que el precio se elevó a veinte al mes.

Para el rey, por supuesto, era un precio bajo a pagar. ¿Para los nestianos? Una masacre más.

En su camino hacia comandante, Aurora comenzaba a tener más trabajos además de su entrenamiento. Era guardia en la puerta principal varias horas al día, y era un tiempo en el que más refugiados aparecían.

La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora