↠ Capítulo 15 ↞

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Después de las cinco de la tarde, Nairi no pudo esperar más con Gyneth

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Después de las cinco de la tarde, Nairi no pudo esperar más con Gyneth. Agradeció la comida y cabalgó hacia Nestan, donde comenzó sus investigaciones. Tenía la esperanza de que su caballo se hubiera lastimado en el bosque y estuviera varada, esperando que alguien llegara en su restate. O quizá había logrado robar el Cáliz y se había perdido en el bosque en su camino de regreso.

Pensaba en mil distintos escenarios que no involucrasen a ella en una celda esperando su ejecución.

Pero no estaba en el Bosque del Norte, y su caballo estaba en el establo. Buscó por el bosque circundante a la ciudad, todavía con la esperanza de encontrarla lastimada o perdida, pero tampoco estaba.

No se dio por vencida: buscó en el hostal, en los restaurantes, en todos lados. Preguntó por ella. Nadie la había visto.

Cuando el toque de queda sonó, regresó a la habitación y se dejó caer en la cama. Seguiría buscando al día siguiente. Tenía que estar por ahí, perdida, esperándola. Y la iba a encontrar.

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La mañana siguiente, antes de comenzar su jornada de búsqueda, Nairi fue a desayunar. Entró en el mismo restaurante al que había ido con Aurora apenas dos días atrás, con la esperanza de encontrarla ahí. Pero no estaba.

Se sentó en la misma mesa y comenzó a comer. En la mesa contigua, dos soldados skađianos desayunaban alegremente mientras platicaban y reían.

—Te digo, es la más hermosa hasta el momento —dijo uno—. Blanquita como la cal, larguísimo cabello rubio y unos ojazos azules que uff. Por el Kshabi, lo que daría por una noche con ella.

—¿Ojos azules?

—Como el mismo cielo.

Tenía que ser Aurora de quien hablaban. Era rarísimo encontrar a alguien con largo cabello rubio, y ni hablar de las pocas personas que llegaban a tener ojos azules o la piel clara. Solían ser extranjeros de las naciones del sur.

—Entonces seguramente sus hijos serán hermosos —dijo el segundo—. El Kshabi estaría complacido, y quizá incluso aceptaría tener más de un hijo con ella.

—No sé, hombre. Qué más da. Pero, si tiene una hija y el Kshabi la desprecia, juro por mi vida que encontraré una manera de casarme con ella.

—Con todo respeto, no creo que Kshabi Athanaric sea como el rey Máginmo, que descanse en la eterna gloria.

—Por primera vez, deseo que sea exactamente como él.

Nairi no podía escuchar más. Athanaric pensaba casarse con Aurora, y ella sabía bien lo que le pasaba a las esposas del rey.

 Athanaric pensaba casarse con Aurora, y ella sabía bien lo que le pasaba a las esposas del rey

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La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora