↠ Capítulo 8 ↞

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Nairi llegó a su casa horas después

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Nairi llegó a su casa horas después. Se había ido a caminar al bosque para alejarse de Aurora, pero también para pensar. A pesar de que sabía que no era pertinente, se había involucrado, y ahora estaba confundida.

La pobre chica parecía estar loca. Quizá había perdido al cordura por algún golpe en la cabeza, o quizá nunca estuvo cuerda. Fuera el caso que fuera, no parecía tener idea de la realidad.

Eadburg era un nombre que jamás en su vida había oído. Era extraño, y la manera en la que Aurora lo había pronunciado era incluo más rara. Sin embargo, no quería quedarse con la duda. Al llegar a su casa y prender las velas, corrió hacia sus libros y sacó su atlas. Pasó el dedo encima de todos los reinos y naciones, y no encontró ninguno, por más pequeño que fuera, con ese nombre.

Y ella, ¡una princesa! Había perdido los tornillos.

Aunque sí tenía un atuendo raro. Quizá era de otro reino, se golpeó la cabeza y esa era la razón de su delirio. Quizá no tenía verdadera idea de quién era su familia o de dónde venía.

Quizá había cometido un error al dejarla sola.

Pero es que no podía ayudarla más de lo que ya lo había hecho. Ella tenía una meta, un objetivo, una fecha límite. Si no lo lograba, pasaría otros tres meses ahí, hasta que terminara el invierno, y eso era algo que no quería soportar. Le urgía una vida lejos de la sociedad nestiana, sus limitaciones y formas tan cuadradas de ver la vida.

No. Ya había hecho todo lo que podía por ella. Tenía que dejarlo ir. La había salvado de aquel sujeto y le había dado dinero. Había hecho todo lo posible. Incluso le había dado dinero que bien le pudo haber servido a ella.

Había obrado bien, ahora se merecía paz interior. Ligeia se lo agradecía.

Se desvistió, se puso su camiseta y short para dormir y se acostó. Dio vueltas en la cama por lo que se sintieron como horas hasta que se dio cuenta que la chica alta de cabellos dorados y vestido raro no desaparecía de su mente. Tenía que saber, al menos, si estaba cuerda.

—Bien. Mañana iré a verla —decidió en voz alta, intentando cortar sus pensamientos.

Solo verificaría que no estuviera loca y quizá la recomendaría con Marihann y Aser para que trabajara para ellos porque, cuerda o no, era obvio que no tenía ni un nestio.

Después de su resolución, pudo dormir por el resto de la noche.

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Ni siquiera había desayunado cuando ya estaba tocando en la puerta de Aurora. El señor encargado del lugar le había dicho en qué habitación estaba a cambio de cincuenta nestios. Esta chica le estaba saliendo cara.

—¡Aurora! —Volvió a tocar—. ¡Soy yo, Nairi!

Esperó casi cinco minutos antes de que la puerta se abriera. Y ahí estaba ella, con un largo camisón blanco y el cabello enmarañado.

La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora