❁ Capítulo 26 ❁

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Aurora terminó de vendar el brazo de Naem, un señor al que había estado tratando los últimos días

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Aurora terminó de vendar el brazo de Naem, un señor al que había estado tratando los últimos días. Tenía cincuenta años y era bastante callado; se había lastimado yendo de caza.

—¿Está bien así?

Naem sonrió y asintió. Era la primera vez que le sonreía.

—Eres una buena persona —dijo, llamando la atención de Aurora.

—¿Disculpe?

—Veo cómo tratas a tus pacientes. Te preocupas por ellos. Eres una buena persona.

Aurora le sonrió.

—Hago mi mejor esfuerzo.

Fue por el archivo donde registraba el estado del señor Naem y anotó sus observaciones. La herida no se había infectado y estaba sanando como se preveía. Volvió con él y le tendió el archivo.

—¿Podría molestarlo con una firma?

Naem asintió, tomó la pluma que le tendía. Aurora apreciaba mucho las plumas que tenían en este mundo. Eran más prácticas que las que tenía en Eadburg, que tenía que sumergir en tinta y terminaba tirando un poco. Estas tenían la tinta desde dentro y, aunque tenía que cargarlas de vez en cuando, era mejor cuando los pacientes tenían que usarlas.

—¿Cuál es tu historia? —preguntó Naem.

—¿Perdón?

—No eres de aquí. ¿De dónde eres?

—Polymnia —dijo, recordando lo que Nairi le había dicho que respondiera si le preguntaban—. Terminé aquí un año antes de la conquista skađiana.

—Mal momento —respondió Naem con una sonrisa triste. Tenía ojos muy claros, casi color miel, y arrugas en toda su cara. Tenía una cara amable, pero seria—. Yo perdí todo tras la conquista.

Aurora tomó una silla y la puso a su lado. No tenía mucho que hacer, pues ya había terminado todas sus ocupaciones por el día, y faltaba muy poco para la comida. Solo le quedaba aburrirse mientras su turno acababa, así que decidió escuchar al señor que solía ser muy callado. Quizá no tenía confianza con ella antes.

—Lo siento mucho.

—Yo lo siento más. Mi esposa murió por el desabasto de medicamentos y atención médica, mis hijos se enlistaron en el ejército rebelde y yo vine con ellos, pero no sirvo para luchar. Ya no. —Suspiró y observó el vendaje que Aurora le había hecho poco antes—. Ahora no tengo casa, y tengo miedo de que me vuelva inútil. Soy bueno cazando... o lo era. No quiero pensar en volverme una carga.

—No se preocupe por eso, señor Naem. —Aurora tocó su mano con la suya y la acarició—. Aún si tuviera que dejar de cazar, estoy segura que no será una carga; será su descanso después de trabajar toda su vida.

La cara de Naem cambió. Se iluminó y destensó.

—Es verdad que he trabajado mucho toda mi vida.

La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora