Llegaron a Uttara poco después del mediodía del sexto día. Los soldados tiamatenses es abrieron la puerta del carruaje y las señalaron la pared más cercana, la parte trasera de una pequeña casa a las afueras de la aldea. Era muy parecida a Shyama, pequeña y con casas pequeñas, pero muchos techos estaban hechos de paja.
—Esperen aquí. Iremos a buscar a Megaira, la asesinamos y volvemos —dijo el capitán.
—De ninguna manera —dijo Aurora, con el ceño fruncido—. Nosotras les dijimos dónde estaba, es nuestra misión.
Se querían llevar su gloria, y le molestaba. No porque ella quisiera llevarse todo el crédito, sino porque era un compromiso que ella había adquirido, un esfuerzo que le había costado separarse de su gente, del campamento, sin saber si estaban bien. Era su viaje, su misión, su responsabilidad. Se sentía mal delegándosela a soldados tiamatenses que no veían esto como justicia para su gente, sino como gloria.
—Digan lo que digan, siguen siendo niñas —dijo el capitán con una sonrisa que no le agradó nada a Aurora—. Niñas importantes, que es más peligroso. ¿Qué clase de caballeros seríamos si las dejáramos arriesgar sus vidas por una misión tan sencilla?
Aurora dio un paso adelante, ambas manos cerradas en puños, y abrió la boca para responder. Nairi la tomó del brazo y la retuvo.
—Adelante, señores. Hagan su trabajo.
Aurora observó a Nairi con los ojos desorbitados y la boca semiabierta. Nairi le dio una mirada significativa y, una vez el capitán se alejó de ellas, le susurró al oído, haciéndole cosquillas.
—Deja que se vayan. Iremos por nuestra cuenta después.
Esperaron a que se fueran. Por más entrenados que estuvieran, los soldados parecían novatos y nerviosos. Había aprendido que Tiamat era un lugar más conocedor de técnicas de control y defensa que de ofensa, así que esto era bastante nuevo para todos ellos. Era muy probable que, antes de ese viaje, ninguno hubiera salido de su reino bajo ninguna circunstancia, y ahora estaban en territorio enemigo, listos para enfrentarse a peligros que ni imaginaban.
Aurora, que había estado apenas un par de meses en medio de una guerra semicongelada, sentía el peligro como algo familiar. Le asustó el pensamiento.
Dejaron a un soldado cuidándolas. O algo así. Estaba dándoles la espalda todo el tiempo —error de principiante— y observaba sólo hacia un lugar, hacia el interior de la aldea, sin siquiera dudar de ellas. Eran tan sólo unas niñas, después de todo.
Nairi la tomó de la muñeca y le hizo una señal con la cabeza. Ambas se escabulleron hacia adelante de la casita, para donde el soldado no observaba, y luego caminaron otros metros más entre edificaciones solitarias.
—Tenemos que llegar al centro, de este lado —dijo, señalando el camino alejado de la vigilancia del tiamatense—. Quizá ahí podamos encontrar algo de información. Camina con naturalidad, ya estás disfrazada. —Cuando le guiñó el ojo, Aurora sintió sus piernas temblar.
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La guerrera durmiente: la maldición © [TERMINADA]
Fantasy✨ Retelling de La Bella Durmiente, donde Aurora se salva a sí misma y es lesbiana ✨ Aurora vive encerrada en su castillo, condenada a casarse con un príncipe que desprecia y harta de sacrificar lo que ella quiere por reinar sobre personas...