Capítulo 45

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BLAKE

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BLAKE

El verano había sido, en toda la regla, agridulce. No podía negar que había disfrutado sobremanera de pasar tiempo con los chicos, de trabajar con ellos en conjunto para restaurar el lazo que nos unía y sumergirnos en algo que nos apasionaba tanto como hacer música. El descanso que representó nuestra estadía en la casa de Los Hamptons, tomando en cuenta la pesada agenda a la que me tuve que apegar por varios meses para cumplir con el rodaje de la película, también me cayó de maravilla. Y convivir con los familiares de mis amigos en los últimos días, a quienes apreciaba, fue un regalo. Pero la alegría de todos estos eventos siempre estaba empañada de forma inevitable, porque no podía olvidarme del estado de mi relación con Lia.

Me despedí de todos en la casa antes de tomar mi equipaje y dirigirme con Jim hacia mi auto, que él había traído para hacer el viaje a Toronto. Él se encargó de subir todo al maletero y, cuando vio que tenía intenciones de montarme en el asiento de copiloto, me bloqueó el acceso con un gesto nervioso.

—Antes de que suba, señor...

Parpadeé, sorprendido.

—¿Sí?

—Hay algo que debo decirle.

—Te escucho —asentí, intrigado.

—Lamento lo poco profesional que será esto, pero no he tenido más opción. Hubo un inconveniente con Lucy a último minuto y no pude conseguir a nadie más para que la cuidara con tan poco tiempo... —Jim abrió la puerta trasera y, sin mirar al interior, dijo—: Saluda al señor Walker, Claire.

Me asomé lo suficiente para ver a la menuda niña, de unos cinco o seis años, que enseguida me ofreció una brillante sonrisa. Vestía toda de rosa, tenía el cabello negro y rizado recogido en dos coletas y su piel era igual de achocolatada que la de su padre.

—Hola, señor Walker, mi nombre es Claire Nelson, tengo seis años y cuando crezca me gustaría ser una princesa —dijo con su graciosa voz pueril.

No pude evitar sonreír.

—Hola, Claire. Mucho gusto —le estreché la mano—. Mi nombre es Blake y estoy bastante seguro de que tú ya eres una princesa.

—Bien, si no tiene inconveniente en que Claire nos acompañe en el viaje...

—Ningún inconveniente, Jim. Todo lo contrario. —Le di una sonrisa a la niña y luego al papá—. ¿Nos vamos?

Jim no parecía del todo cómodo con el arreglo, pero asintió.

Y así inició el viaje en carretera con los Nelson. Gracias a la encantadora Claire, en ese poco tiempo terminé por conocer a Jim mucho más de lo que le había conocido en los meses que habíamos trabajado juntos.

Cuando llegamos a la casa de mis padres, más de diez horas después de que emprendiéramos el trayecto, la niña estaba profundamente dormida con una bolsa de dulces en la mano. Jim insistía en que irían a un hotel a pasar la noche, pero me negué y no pudo más que aceptar la habitación que le ofrecimos en la casa.

Definitivamente más que atracción [BB #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora