Prefacio

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BLAKE

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BLAKE

Los Ángeles, California.

Sábado 29 de octubre del 2011


¿Cómo se suponía que me concentrara en relajarme mientras la tentación se paseaba frente a mis narices como arrancada de un sueño prohibido?

Eché un discreto vistazo a Lia Banfield, que pasó rumbo a la piscina en compañía de sus dos fieles amigos, y solté un suspiro. ¡Joder! Ella era impresionante y no solo por su apariencia, me hacía contener el aliento y desear lo que no podía tener.

—¡Esto es vida, carajo! —escuché decir a Eric, que regresaba con dos cocteles en las manos para ocupar la tumbona a mi lado—. ¿Puedo quedarme a vivir aquí?

Me ofreció uno de los cocteles y yo lo acepté de buena gana.

—Tú te quieres quedar a vivir en cualquier lugar al que vas de vacaciones, Sanders.

Él rio.

Tal como el año anterior, nos encontrábamos en el paradisíaco resort de los Steinberg para celebrar el aniversario de Beat Entertainment. Ya era el decimoquinto año y Daniel Johnson no escatimaba a la hora de invertir en el festejo al que todos los artistas y colaboradores de la empresa estaban invitados.

—¿Crees que en cierto punto eso le quitaría la gracia? Después de todo no es lo mismo vivir en el paraíso que quedarse a trabajar ahí, ¿no?

—Tal vez, tal vez no —me encogí de hombros.

Eric comenzó a hablarme sobre unas chicas que se le acercaron a saludarlo cuando fue a buscar las bebidas y luego sobre algo que hizo Logan. Agradecí la distracción que representaban sus anécdotas para mantener mi mente ocupada, lejos de la tentación que Lia y su bikini representaban. El año pasado resultó igual de difícil, pero me obligué a evitarla por respeto a la chica que me acompañaba entonces, con quien al final solo salí por dos semanas y quedamos como amigos. Sin embargo, esta vez el asunto era diferente.

—¿Así que llevarás a una de esas chicas a lo de esta noche?

—A la guapa y agradable Meg —respondió Eric—. Ella mencionó que a su amiga también le gustaría ir, por si te interesa una cita doble. Las dos son chicas encantadoras, lo prometo.

Chasqueé la lengua y compuse una mueca.

—Paso, no tengo ganas de socializar. Esta vez solo me llevaré a mí mismo.

—Ugh, ¡qué deprimente! Eso apesta.

—No, no apesta. Soy la mejor cita que puedo tener, sé cómo complacerme y no me haré dramas al final de la noche.

—Uy, así que Blake Edward Walker sabe cómo complacerse a sí mismo... —insinuó con tono burlón—. De lo que uno se entera. Esa pobre mano tuya seguro termina con calambres —se carcajeó.

Definitivamente más que atracción [BB #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora