Capítulo 6

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BLAKE

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BLAKE

Cuando Dempsey por fin gritó «¡Corte y queda! ¡Es todo por hoy!», mis hombros cayeron, apoyé las manos sobre la mesa y respiré hondo. El legendario Gordon Fletcher, quien interpretaba a mi superior en la película, me dio un asentimiento de cabeza mientras personal del staff se acercaba a nosotros con toallas para el sudor, una botella de agua para mí y un café para él.

—Bien hecho, muchacho —me dijo mientras se pasaba la toalla por la frente. El párpado inferior derecho le temblaba—. Debo admitir que no estaba muy seguro sobre ti cuando me enteré que te habían dado el rol principal, y eso no fue algo que me callara, pero estás haciéndome tragar mis palabras. Felicidades.

Despegué la botella de agua de mis labios, ya medio vacía, y le sonreí.

—Ese halago es un honor viniendo de usted, gracias.

Gordon chasqueó la lengua mientras recibía un cigarrillo recién encendido de las manos de un hombre bajito del staff.

—Tutéame, muchacho —dijo antes de darle una calada al cigarro—. Y no tienes nada que agradecerme. Te lo has ganado.

—Gordon, el auto está listo para el momento en que quieras ir a casa —indicó al arribarnos el hombre rubio que debía ser su representante o asistente personal.

—Pues ese momento es ahora, John. Ya estoy lo suficientemente viejo como para no aprovechar las oportunidades de ir a la cama temprano. Nos veremos pronto, muchacho. —Me palmeó el brazo y, tras entregarle la toalla a una chica del staff, se fue con su empleado.

Gordon era un buen tipo. Tenía una larga y exitosa trayectoria en el cine, su presencia imponía, sin embargo, lo había observado los últimos días y me quedaba claro que él tenía los pies bien puestos en la tierra. Era humilde, honesto y trataba a la gente con respeto. A todos, no solo a quienes le convenía, cosa que me hacía admirarlo más.

Mis ojos cayeron entonces en una menudita chica de rostro diminuto cubierto parcialmente por su flequillo y gafas de pasta. Sonreí.

—Hola Nan.

—Ho-hola —respondió y agachó la mirada enseguida, las mejillas se le tiñeron de escarlata—. Te-teléfono...

Era algo graciosa. Nunca miraba a los ojos a nadie —a ninguno de los actores, al menos— y siempre tartamudeaba y se sonrojaba. Me caía bien.

—¿Perdón?

—Teléfono —repitió, ceñuda—. Su te-teléfono ha estado sonando...

Entonces estiró las manos hacia mí para ofrecerme el aparato que yo había dejado bajo su cuidado durante la grabación de la última escena.

—Ah, eso. —Tomé el móvil de sus manos—. Gracias Nan, qué amable.

Ella balbuceó algo parecido a «por nada» y se alejó de mí. No pude evitar reír mientras la veía marchar.

Definitivamente más que atracción [BB #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora