Capítulo 7

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BLAKE

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BLAKE

Impaciente, tamborileaba con los dedos sobre el volante al ritmo de una vieja canción de Black Poison. Trataba de no pensar en lo tarde que era ya. Habíamos terminado de grabar apenas a las ocho de la noche, a pesar de que era la víspera de navidad y todos queríamos ir a casa, y ahora me encontraba atorado en el tráfico.

A Jim, mi guardaespaldas, le había dado el día libre, aunque él no lo solicitó. Pensé que podía arreglármelas sin Jim por un día y no me equivoqué. No era como si el hombre hubiese podido solucionar alguno de los problemas con los que me había enfrentado hoy, después de todo.

Para comenzar, por dificultades técnicas las grabaciones se extendieron hasta más tarde de lo planeado. Luego estaba el hecho de que el restaurante en el que encargué la cena con la que quería sorprender a Lia cometió un error y no tomaron en cuenta mi pedido. Así que, en lugar de varios platillos navideños típicos, solo le llevaba una pizza. Ya pasaban de las diez de la noche, las líneas telefónicas estaban saturadas y estaba atorado en el tráfico.

Joder.

El universo sí que tenía maneras de hacerle perder la fe en los milagros navideños a uno. Ni bien llegó ese pensamiento a mí, los autos comenzaron a moverse y el tráfico a fluir. Como si el universo en persona me respondiera.

—¡Le pido perdón por dudar de su bondad, Señor Universo! —solté una carcajada y le subí el volumen a la música mientras me concentraba en conducir con mi renovada fe en los milagros navideños.

Luego de seguir las indicaciones del GPS por casi media hora más, por fin llegué a mi destino. Detrás de un pequeño parque se erigía el edificio de ladrillos, de seis pisos, donde vivía Lia. Había un par de autos aparcados en línea junto a la acera, no me fue difícil identificar el de ella.

Aliviado de haber llegado por fin, me estacioné detrás de una minivan antes de acomodarme bien el gorrito de lana sobre la cabeza para cubrirme las orejas y colocarme la bufanda alrededor del cuello.

Tomé mi celular, la pizza y las bolsas que estaban en el asiento de copiloto, y me apeé del vehículo. Al llegar al portón del edificio, oprimí con algo de dificultad el botón que estaba junto al nombre «Cordelia Banfield». Poco más tarde escuché su voz a través del aparato que estaba allí.

—Um... ¿hola?

—Te dije que vendría.

—¿Blake?

—Me ofende lo sorprendida que suenas, Lia. Sé que es un poco tarde, pero te dije que vendría y aquí me tienes. Soy un hombre que cumple con su palabra.

—Yo... Um... Mierda, creí que ya no llegarías.

—Bueno, estoy aquí. Ahora, ¿podrías dejarme entrar y continuamos hablando sin una máquina de por medio? Me estoy congelando aquí afuera.

Definitivamente más que atracción [BB #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora