capitulo 4: Un polvo

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No sé ni cuántas veces le bufo al «héroe» que me ha tocado esta mañana. Cree que por ser atractivo, intrigante y morboso, a mí me va a afectar. Lo lleva claro. Aún de espaldas, le hago señales para que circule delante de mí. Pero él se sigue marcando faroles, se coloca a mi derecha y me indica que pase yo primero. Bien, lo hago, nada contento sabiendo que tiene la mirada clavada en mi culo, que casi me lo masajea con los ojos. Sin embargo, ¿por qué no despierta mi maldita pasión? Imágenes eróticas de lo que puede estar visualizando me abordan, pero no consiguen que mi vientre se contraiga y pida desesperadamente saciar su apetito. Hace meses que no estoy con un alguien, aunque lo he intentado, sin
imponerme estúpidas normas acerca de si debo hacerlo la primera noche o
esperar. Nada me importa, soy adulto, libre para estar con quien quiera, pero mi parte masculina muerta se niega, llenándome de impotencia. No de dolor, ya pocas cosas me duelen después de lo que he pasado no hace mucho.

—Es aquí —le indico cuando llegamos. No lo oigo, ¿viene detrás? Me doy la vuelta, sorprendiéndolo. Tiene la mirada perdida, en todas y en ninguna parte—. ¿Vas a subir o qué?

—¿El café? —Alza una ceja, peleándose con el pañuelo de nuevo.

—No me gusta el café y no tengo tiempo para tomar nada con un
desconocido. Sólo quiero alquilarte un piso, llevarme las comisiones y punto.—En el garaje únicamente estamos nosotros dos. Él mira a los lados, se da
cuenta de ello y da un paso, acorralándome entre la puerta de mi coche y su musculosa figura. La manija se me clava en el culo, me muevo un poco y enfoco la mirada hacia su pecho. La cazadora negra, la camisa blanca. Miro hacia arriba siguiendo con el recorrido, y llego cerca de su boca.
Taehyung desliza la mano por mi mejilla hasta mi cuero cabelludo.

—¿Qué estás haciendo? —susurro sin voz—. No me gusta nada tu rollo ni me asusta. Mucho menos me intimida. ¿Quieres un polvo? Olvídalo.

—Un polvo —repite, dejando sus labios a unos milímetros de los míos. Me falta el aire, tengo taquicardia—. Hablas de… ¿darte?.—Me ahogo con la saliva que se me atasca en la faringe.

—En serio, ¿de dónde has salido? —consigo decir, tras las sensaciones
experimentadas. Se encoge de hombros y me pasa los dedos por el cuello. Me estremezco.—Me gustaría decirte que no soy ese tipo de chico, pero la verdad es que te mentiría. Aun así, no es tu momento.

—¿Qué quieres decir? —pregunta, haciendo presión en mi piel. Su voz se
vuelve más aguda, descontrolada. Su tacto más duro—. Hoseok, soy un tanto
inquieto, no me gustan las medias tintas.

—Entre tú y yo no hay ni medias ni siquiera un poco de tinta. —Le indico
con el dedo que se retire. Pero mueve la cabeza, negando. No me queda más
remedio que empujarlo, obligándolo a soltarme, y abro la puerta del coche—.
Subes o me voy. Con paso ligero y tanteándose el móvil, se sienta en el coche y cierra de un portazo. Le echo una mirada envenenada; ¡con lo que mimo yo a mi nueva adquisición, que se deje de tonterías! Meto la llave y arranco, intentando ignorar a la persona que tengo a escasos centímetros. Hay mucho tráfico, en Gwangju siempre es lo mismo y todo el mundo va acelerado, con prisas.

«Qué estrés».Necesito un cigarrillo, por lo que tiro de mi bolso y, a tientas, rebusco dentro.

—¿Qué buscas? —pregunta seco.

—Un cigarrillo.

—Dame, te ayudo. —Me quita el bolso y se pone a buscar él. Lo miro de reojo, sin perder de vista la calzada, observando su confusión. Sí, hay
demasiadas cosas dentro. Sí, soy raro, ¡¿y qué?!—. Toma, y dame una calada,
por favor.— Pero ¿por qué me habla con tanta familiaridad? Es como si me conociera y lo peor es que a mí me suena… Dios, abro la ventana, su olor concentrado me sigue torturando. Me atrae como a una polilla la luz, pero no de la forma que necesito, la que no dejo de buscar y no encuentro. Entonces, ¿qué? No me doy cuenta que llevo más de medio cigarrillo, cuando él me lo
quita de un tirón, casi quemándome. No le digo nada, sólo quiero llegar,
enseñarle el piso y que se vaya. De modo que acelero.

DEPRIVED   (VHope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora