capitulo 40: La dulzura de Hoseok

182 33 0
                                    

Hoseok asiente con la cabeza, sus labios se contraen haciendo un puchero que me conmueve y hunde la boca en mi garganta. Noto las frías lágrimas que brotan de sus ojos. Su congoja, los pequeños temblores de su cuerpo al querer evitarlo y no poder. Callado, me dispongo a secarle las mejillas sin verlo. Trato de ser suave, de mantener la calma. Por dentro estoy hirviendo. Desesperado. No me atrevo a hablar, a molestarlo. Lo quiero demasiado como para soportar que esté triste. Aunque creo que sus lágrimas son de emoción, la misma que me tiene a mí al borde del infarto. Cuando se calma, sale de su
escondite y me sonríe… ¡Dios! Lo beso.

—Te quiero tanto, Hoseok.

—Me quiero llevar algunas cosas. —Es su respuesta, evitando el drama.

—Y yo a ti. —Me besa con deseo, con ansia. ¡Hostia! Un ligero rubor cubre sus mejillas. Frunzo el cejo, con un gemido al tensarme y hacer presión dentro de el aún. No me puedo creer que lo esté viendo con tanta claridad. Hace mucho que espero, que fantaseo con este reencuentro.

—No quiero perder un solo segundo más de mi vida lejos de ti, Tae . Está decidido. —Me enciende. No entiendo cómo se atreve a decirlo con tanta dulzura.

—¿Me estás proponiendo vivir conmigo? —Intento que la frase tenga un tono divertido, pero suena más profunda. Hace una mueca extraña con la boca.

—Te veo cerca del trabajo, en el gimnasio, en el edificio… ¿Por qué no puedo verte por las noches mientras duermes y los fines de semana? Ir con rodeos tampoco es lo mío, tengo claro que te quiero en mi vida.— Cierro los ojos conmovido.

—No dejas de sorprenderme, Hoseok.

—Dime que para bien. —Su inseguridad me hacer reír, mientras le beso el lóbulo de la oreja.

—¿No entiendes que he venido a reclamar lo mío? —Se retuerce debajo de mi cuerpo, que sigue ardiendo como el suyo—. Los fines de semana… —repito, mientras me rasco la barba—. ¿Y el resto?

—Tendremos citas diarias, por supuesto.

—Vamos poco a poco entonces…

—¿Tipo novios? —bromea, echándome los brazos al cuello. Me quedo embobado con su transformación. Hasta su voz es más melosa, como lo era cuando nos encontrábamos y decía que no pedía nada más que nos viéramos. Hoy tengo más claro que nunca que no lo supe amar.

—¿Y a qué esperas? —lo reto pícaro. Como respuesta recibo un impaciente beso. Madre mía… ¡joder!—. ¿Y ahora de qué te ríes?

—Antes tenemos que salir de esta habitación… y presentarte a mi padre.
No es que me preocupe su reacción, pero hay que salir y hacer las presentaciones.

—¿Y? —insisto sin temores—. ¿A qué esperas? Me empuja sonriente, quejándose al salir de el, algo que a mí tampoco me termina de gustar. Es cálido y en ese rincón tan íntimo quiero pasar noches en vela, sin cansarme. Más aliviado, me tumbo en la cama, con las manos detrás de la cabeza, disfrutando de la vista que hoy, por fin, se me permite. El corretea, entra y sale del vestidor. Nervioso. Me pregunto qué estará pensando. Si se le ocurrirán las mismas cosas que a mí en su bien asentada cabeza. No dejo de preguntármelo hasta que mis pensamientos se vuelven confusos, porque gatea hacia mí, nublándome los sentidos.

—Me voy a dar una ducha —murmura y me besa—. Pórtate bien.

—Tú no.

—Hmm —coquetea altivo.

—Me las pagarás, leonsito.

—Estoy deseándolo, bestia. Mostrándome su esbelta figura, camina con andares provocadores. ¿Y esto? Mi primer impulso es seguirlo, hacer que aterrice contra la pared por el empellón que le daría con brusquedad; sin embargo, me recuerdo que tengo un asunto que solucionar, uno más importante que hacerle el amor, porque para eso nos sobrará tiempo desde hoy. No quiero causar una mala impresión.
Evito mirarlo con un amargo carraspeo y salto de la cama, vistiéndome tal como iba cuando llegué anoche. Es más cómodo ir desnudo, aunque me temo que sería descabellado presentarme así. Entro en el cuarto de baño sin hacer el menor ruido. Lo que no esperaba es oírlo tararear nuestra canción mientras el olor a vainilla inunda el espacioso baño. Otro motivo más para volverme loco. Me distraigo, los segundos vuelan y yo estoy absorto en su imagen. Lo que me trae otra. Una de los dos compartiendo ducha, cuando pensaba que no nos veríamos y yo… Bajo la vista y hago un esfuerzo por no entrar en la
ducha con el. Ahora, con luz, en plena mañana de enero. Me da rabia haberlo querido a medias… Me paso las manos por el pelo, peinándomelo más o menos, y me
marcho, o no podré contenerme. Con un carraspeo, salgo de la habitación,
hipnotizado aún al tener conmigo a este doncel que creía haber perdido. Pero ¿y esto? Freno en seco. Me llevo un sobresalto al salir y ver a la que reconozco como la abuela de Hoseok, apoyada en la pared de enfrente, comiéndose una naranja.

—Uy… —Traga de golpe—. ¿Tú no eres el chico del ascensor?

—Señora —digo, saludándola con educación—. Sí, Kim Taehyung.

—Tonto que es el niño—la oigo murmurar para sí. Evito reírme y le tiendo la mano. Ella se adelanta, dándome dos besos,
acompañados de un medio zarandeo.

—Sin formalismos, muchachito. Justo en ese momento aparece un hombre que deduzco que es el padre de Hoseok. Viene directo hacia mí y esta vez soy yo quien se anticipa y le ofrezco la mano.

—Mira qué mono el novio del niño —dice la abuela. No me lo puedo creer.

—Kim Taehyung, señor —me presento.

—¿Un café? —propone él con gesto dubitativo, desconfiado.

—Por supuesto. Me abrocho el botón del centro de la chaqueta y los acompaño en
silencio. Aunque estoy nervioso por la aceptación, trato de fingir tranquilidad
cuando ocupo un lugar junto a su abuela, que me vigila de cerca. El padre prefiere tenerme de frente, inspeccionándome de punta a punta. El gato a mis pies. Una clara encerrona.

—Por encima de todo, quiero su felicidad. —El padre de Hoseok rompe el hielo en tono amable. Remuevo el café que me ofrece—. El es reservado, pero desde hace algún tiempo sé que no lo ha pasado bien. Desconozco el motivo, pero, por favor…

—Daré la cara por el hasta el fin de mis días. —La señora silba y él se cruza de brazos sobre la mesa—. Si estoy aquí es para decirle que sí, Hoseok es la persona más especial que he conocido nunca y no voy a dejarlo escapar. Como advirtiéndome, su mirada se queda fija en la cicatriz de mi mejilla. —Soy abogado, gané un juicio y una noche me atacaron los que lo perdieron —aclaro molesto, sin preámbulos ni disimulos. Doy un sorbo al
café tras haber tenido que dar unas explicaciones que me hacen sentir
prejuzgado—. No soy peligroso, y le aseguro que Hoseok no estará con nadie
mejor cuidado que conmigo.

—Me gustaría creerte —murmura el hombre entristecido.

—Lo va a poder ver con sus propios ojos.

—Puedes tutearme —me pide más despreocupado—. Voy a creer en tu
palabra, pero porque esta mañana, cuando el nos ha dicho que había alguien
importante aquí, me ha dejado claro que eras mucho más que eso. ¿Les ha hablado de mí? En algún momento de la mañana Hoseok se me ha escapado sin que yo me haya dado cuenta; ese detalle me hace ver, una vez más, por qué me enamoré de el. Por qué estoy loco por el hermoso doncel Jung Hoseok.¿Qué pensará de la propuesta que le he hecho? Hay unos breves intercambios de miradas entre ellos, pero yo me distraigo cuando Hoseok entra secandose el cabelllo. Lleva un pantalón  negro con un sueter claro, con zapayos casuales y ese carmín adornando sus labios que hace que justo ahora me tenga que aflojar la corbata. Es precioso. Irradia luz. Me controlo, pellizcándome la nariz.

—Supongo que ya conocén a Tae —dice mientras me tiende la mano, destrozando mis esquemas por la normalidad con que encara la situación. Me levanto enseguida y me pongo a su lado al tiempo que le cojo la mano. Le suda, y eso me hace reír al mirarlo. El me devuelve el gesto y añade:

—Es el principio de algo que en realidad empezó hace mucho y que ahora estamos recuperando.

—Enamorado hasta la médula —bromea su abuela.

—Nos vamos, ¿vale?—Hoseok cambia de tema—. Nos vemos mañana.

—Tú disfruta, nene. Realmente es una abuela moderna. Hoseok ya tiene preparada una maleta, presumo que con lo justo, lo que no sé es para cuántos días. ¿Cómo se tomará la noticia que tengo previsto darle? Creo que es lo mejor…

Al salir de la cocina se vuelve hacia mí y deja sus cosas en el suelo. ¡Señor!, sólo quiero abrazarlo y que las horas vuelen. Se frota las manos antes de salir y yo le pregunto, quitándole una pestaña de la mejilla:

—¿Preparado?

—No… pero vamos.

Falta nada ...para el final bebes ...y yo cada día mas enamorada de Hoseok y de Taehyung ....

DEPRIVED   (VHope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora