Capitulo 3; Cómo empezó todo...

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Tiempo atras....

Mi vida como Kim Taehyung empezaba a ser organizada, estable, y eso me gustaba, me llenaba. Era poderoso e importante, la gente me respetaba y eso hacía que mi autoestima aumentara cada día, sobre todo con cada caso que como abogado defendía. Aquel día me preparé sobre las nueve de la noche.
Era invierno y en el centro de Seúl, donde estaba, extrañamente hacía un frío que calaba hasta los huesos. Fui a la sala y le dije a Yoona, la señora que se ocupaba de la casa, que me preparara la chaqueta y la corbata. Tenía una cena y quería estar elegante, acertado. Iba de oscuro, como casi siempre para cenas o eventos. Me miré en el espejo, me toqué el pelo y me lo engominé hacia atrás tras ponerme gel fijador en las manos. Para esa ocasión especial dejaría el estilo motero. No quería cagarla. Acababa de afeitarme y tenía una cita con Seojeon, el chico con el que estaba compartiendo mi vida desde hacía siete meses.
Tenía pensado hablar con el y proponerle que se trajera algunas cosas a casa, que pasara los fines de semana conmigo. Me proporcionaba todo cuanto necesitaba, tanto sentimental como sexualmente, así que ¿por qué no? Mi planteamiento era dar un paso más, formalizar poco a poco lo nuestro.
Era hora de encauzar mi vida después de las dos carreras que había estudiado, derecho y arquitectura, y a las que había dedicado tanto tiempo. En ese momento estaba centrado en una. Mi trabajo de abogado en el bufete de mi familia había ido en aumento de una forma veloz, por lo que ahora disponía de una pequeña fortuna. El apellido Kim era muy prestigioso en la Seúl, como lo había sido en Búsan, nuestra ciudad de origen, y eso me ayudaba en cualquier caso que quisiera defender. Todo iba viento en popa y preveía una noche grande. Con expectativas muy altas. «Más le vale a Seojeon estar a la altura», pensé con ironía.

—Yoona, no sé a qué hora llegaré —dije. Ella asintió y dejó las prendas
que le había pedido sobre el sofá de cuero—. Si llama mi hermana Eunha, explícale que tengo una cita y que mañana la pondré al día sobre el caso de divorcio que tiene que tratar, por favor.

—De acuerdo. —Terminé de prepararme y cogí el teléfono mientras salía de casa, camino del amplio garaje. Marqué el número de Seojeon presumiendo del móvil que acababa de adquirir. A los dos pitidos, el respondió. Sonreí al oírlo, estaba empezando a sentir cosas por aquel Chiquillo.

—Hola, guapo.

—Hola, Hermoso. Ya salgo de casa —la avisé, sin dejar de sonreír,
abrochándome la chaqueta. Un solo botón, el del centro—. ¿Qué has
preparado para mí?

—Hmm… cositas buenas.

—Me pones malo, cardiaco y cachondo, lo sabes —me burlé. Di dos pasos, abrí el garaje con el mando a distancia y me detuve en la entrada. Me encendí un cigarrillo, y sonreí de nuevo al oír unos leves gemidos—. Eres un chico muy travieso.

—Sí… ¿Tú qué haces?

—Fumar e ir a buscar el coche. Te he comprado una cosa.

—¡Me pones ansioso!

—Venga —dije, soltando el humo—, nos vemos en quince minutos. Te
doy un toque cuando esté fuera. Llevo coche, no quiero que te hieles.

—Te espero.

Seojeon  cortó  primero la llamada y yo me guardé el móvil en el bolsillo
derecho del pantalón. Estaba dando la última calada cuando unos pasos me alertaron de que algo sucedía. Eran enérgicos, resonando en el silencio. No me dio tiempo a volverme, todo pasó muy rápido; en segundos estuve tirado en el suelo y sujetado por varios brazos.

—Vamos a joderle esa cara bonita al abogaducho.— No entendía nada. Intenté zafarme. Di un puñetazo al aire y solté el otro puño con precipitación, pero recibí muchos más. De pronto, un pinchazo rápido en la mejilla me arrancó un grito ahogado que no llegó a salir de mi garganta, y me paralizó del todo. Un frío velo negro se cernió sobre mí. Me desmayé de dolor.

Horas más tarde, noté que empezaba a recuperar la conciencia, con el cuerpo dolorido, casi inmovilizado. Tenía algo clavado en los brazos. Estaba en una cama, no la mía. Demasiado blanca, recta. Me invadió la impotencia: era el hospital. Y lo que llevaba clavado serían agujas con alguna clase de medicamento.

—Esto no va a quedar así. —Oí a lo lejos la voz de mi padre, Min-Ho . Intenté abrir los ojos, pero me escocían, los tenía inyectados en sangre—.Todo apunta a un ajuste de cuentas, seguramente por un caso en el que Tae ha participado hace poco. Tenemos que averiguar cuál. Se van a pudrir en la cárcel.

—Quiero formar parte de esto —dijo mi hermana Eunha. Apreté los párpados, controlándome—. Seremos un equipo, lucharemos los tres como sus abogados: mamá, tú y yo, pero… papá —se lamentó—, no va a llevar
nada bien lo del corte…

—Se curará —intervino Yerim , mi madre; me pareció que estaba muy
entera—. Con el tiempo le quedará cicatriz, pero no creo que sea necesario retocarla… Y a Seojeon no lo quiero ver en casa cuando todo esto pase.¿Ahora mi hijo es un monstruo? Quise gritar hasta desgarrarme la garganta. Con apenas unas palabras, las cosas habían quedado claras. La fría gasa que se posaba en mi mejilla derecha, cubriendo la que suponía era una espantosa herida, lo advertía, y para Seojeon había pasado de ser un hombre atractivo a sentir un rechazo absoluto. Tampoco podía culparlo ni obligarlo, pero me dolía y decepcionaba. No lo esperaba, pensé que me quería. Lo demostraba a menudo.

—¡Hacédselo pagar! —grité, arrancándome la gasa… Un chorro de sangre manchó la blanca sábana. Mi familia corrió a mi lado, desencajados

—. ¡No me toquéis!
Desde ese momento, mi vida cambió, los planes de futuro que tenía se
esfumaron y tuve que elegir un nuevo camino. Ya no quería programar nada… A veces, la vida te lo quita todo en un instante. Y debía olvidarme de Seojeon. No me quedó más remedio y tuve que alejarme de mi familia, de mi trabajo.
Fue una venganza, así lo admitieron los culpables… Que estuvieran en
prisión no me ayudó, yo seguía marcado por fuera y por dentro.
Aprendí a esconderme detrás de una máscara, en la oscuridad, para
intentar recuperarme lentamente. Me mudé a Gwangju, a las afueras,
pudriéndome en las riquezas que ya no podría brindarle a nadie, ocultándole mi paradero a mi familia, que respetaron mi decisión por el momento, sin perder el contacto. Con la única compañía de Yoona, mi fiel asistenta.
Tuve que empezar de cero, dejar atrás a Kim Taehyung y pasar a ser
otro hombre:  Min Vante. No soportaba ser rechazado por la gente…, por las mujeres. Y con esa idea, dos semanas después acudí al único local donde no tenía que mostrar mi imagen, ya que no era necesario que los que acudíamos
allí nos viéramos, sino todo lo contrario. Ahí estaba el morbo y en eso consistía. Entré en un juego peligroso al no saber con quién compartiría espacio, pero eso sí, disfrutando de buen sexo. Era justo lo que necesitaba. El local estaba cerca de casa. Y allí, en medio de aquella negrura… apareció él.

—¿Hola? —preguntó una voz serena y dulce.

—Pasa...


No olviden avisar si ven alguna falta de ortografía, y espero que tengan una linda tarde

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No olviden avisar si ven alguna falta de ortografía, y espero que tengan una linda tarde..... ops... y podrían dejar sus comentarios, y regalarle una estrellita a esta fic❤💜🐿

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