Capitulo 29: Por Favor

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Las sábanas se me pegan y no me extraña. Me dieron las cinco de la mañana sin pegar ojo, tras la aventura. La aventura que me está costando tan cara y me está pasando factura. No tengo mejor cara que ayer. Salgo de la habitación corriendo mientras me pongo los zapatos. Lo que me falta.
Mi padre es mi primera visión, mi pobre abuela se mete en medio.

—No, no voy a hablar porque no tengo tiempo —les aclaro, metiendo las llaves, el tabaco y el móvil en el bolso—. He de trabajar y no volveré hasta la noche, tarde. Tengo gimnasio y después cena con un amigo —miento. Y le advierto a mi padre—: La inmobiliaria es tuya por la tarde, no lo olvides. No me voy a matar a trabajar para que tú te lo gastes en borracheras.

—¡Oye tú! —suelta mi abuela. ¡Me la como! No tiene remedio. Le doy un beso y me pongo la chaqueta. ¡Por Dios!, las nueve menos dos minutos. El ascensor no existe para mí esta mañana. Me meto en el garaje y trato de poner el coche en marcha. ¡No me jodas! No arranca. Odio los lunes, y este no empieza de la mejor manera. Nada, tendré que coger un taxi. ¡Estoy hecho una mierda! Quiero llorar como un puñetero niñato. Porque me he dado cuenta de que lo busco escudándome en el alcohol, para no admitir ante mí mismo que lo necesito más que al aire que respiro. Porque, de pronto, es como si no pudiera volver a renunciar a él tras haberlo aceptado dentro de mí. Me puse a prueba y entre los dos no existieron barreras, fuimos el Hoseok y el Vante que se refugiaban en la oscuridad. Sentí lo que es ser deseado y satisfecho por completo, entregándome de verdad. No era sólo sexo, no soy tan frívolo como para pasar de un extremo al otro con total naturalidad si no hubiera un motivo, y existe uno grandioso y desgarrador: que lo quiero más de lo que jamás pude imaginar. Estoy fatal porque bebo como entonces, y no quiero hacerlo.

El resto de la mañana me va de pena, no por falta de trabajo, sino por todo lo contrario. Llevo varios casos de alquileres, preparo hasta tres contratos y enseño dos pisos. He caído con Tae y me da miedo sufrir. Pensamientos que provocan que tenga un dolor de cabeza enorme. ¿Cómo se toma él que nos hayamos vuelto a acostar tras todo lo ocurrido? ¿Se puede normalizar una situación de la noche a la mañana, por mucho que eches de menos a una persona, a pesar de la tremenda brecha que nos separa? No lo sé y me desespera no tener la respuesta. Odio que nos hayamos convertido en un polvo necesitado, donde nos pille y como venga.

—¿Hola? —Mark asoma la cabeza. Le sonrío disimulando—. Hoy voy a mil y mañana no estaré por aquí, así que—.hasta el miércoles no te veré —me dice, acercándose y dándome un beso en la frente. Luego se sienta encima del escritorio—. ¿Y esta carita? ¿Estás bien? ¿Otra vez Tae? Porque ha venido a trabajar y luego se ha ido.

—Anoche volví a estar con él —reconozco en voz baja y me miro las manos—. Estoy yendo contra mí mismo y no puedo más, Mark..

—Pues deja de luchar.

—Nos hemos hecho mucho daño.

—Y siguen follando. —Casi me atraganto con la saliva misma—. No me mires así. Necesitan poner cualquier excusa para no reconocer que quieren estar juntos, por culpa del pasado, ¡pasado, Hoseok! —Lo sé, estos días apenas he recordado que la primera cicatriz me la hizo él, comportándose como un salvaje inducido por los celos. Casi se me ha olvidado que me dejó tirado y… Sé que cuando nos reencontramos estaba totalmente arrepentido, que mi tristeza era la suya. Que cuando me toca crea maneras de sanar las heridas, las visibles y las ocultas.

—Ay, Mark. —Dejo caer la cabeza en las rodillas de mi amigo—. ¿Qué voy a hacer? Me siento tan perdido…

—Déjate guiar por el corazón, Hoseok. No calcules más tu vida, sé el de antes, por favor. Los que te queremos lo necesitamos. A ese Hoseok dulce y humano.

—Voy a intentarlo, lo prometo.

Una vez he acabado con todos mis lamentos y todas mis ocupaciones, según está anotado en mi agenda, durante todo el día y hasta las tantas de la noche, me vuelvo a casa en taxi. Delante de la portería hay una moto aparcada y sobre ella su conductor. Se lo ve totalmente abatido. Tiene la barba más larga, ojeras y su bronceado brilla por su ausencia. ¿Qué le está pasando a Tae? Otra vez me atrapa la angustia, la ansiedad, que provoca el caos de mi cabeza, y no sólo de esta, sino también de mi débil corazón. Él me ve, me mira y me pide con el dedo que me acerque. ¿Para qué? Anoche me dejó claro que quería acabar con esto. Hoy las excusas no existen, estoy sobrio y si lo obedezco… Dos segundos más tarde estoy a su lado, tropiezo con sus piernas y termino cayendo contra su cuerpo. Me tenso y trago saliva. Entonces, me levanta el mentón y me sonríe como no lo ha hecho desde que se descubrió ante mí. Gimo.

DEPRIVED   (VHope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora