Capitulo 13: Volvimos a caer...

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Seojeon no me permitió deshacerme de él, se apretó contra mi miembro y, sin aguantar la presión, exploté en su interior; menos mal que, sin saber cómo, llevaba el preservativo puesto. Grité entre temblores, no tuve claro si por placer o por impotencia, ya que tenía la cabeza lejos de aquella habitación. Cerré los ojos, avergonzado de mí mismo. ¿Cuántas veces me había prometido no volver a hacerle daño a nadie? Pero Hoseok había ayudado a que las cosas terminaran así. No quería abrirlos para no tener que ver a Seojeon satisfecho de haberme atrapado en sus redes.

Unas horas… sólo unas horas habían bastado para destrozar lo poco que quedaba entre Hoseok y yo. Su llanto retumbaba en mi cabeza, su dolor se añadía al mío. Las ganas de vomitar fueron inmediatas al pensar en Seojeon. Esperé a que se retirara y me eché un brazo sobre la cara. Sentí que me daba un beso en el pecho, que no me inspiró nada, y apoyaba la cabeza ahí durante unos segundos. Muchas noches habíamos compartido cama como esa vez, pero mis sentimientos habían cambiado por completo. Solía buscarlo de nuevo, besarlo salvajemente, mientras él reía agotado tras horas cometiendo locuras. Luego amanecía ansioso por no dejarlo ir. Le pedía otra noche… días. Sin embargo, todo había cambiado, empezando por el hombre que se escondía dentro de mí y terminando por el doncel con el que acababa de cometer el error de revolcarme sin desearlo. No dejaba de preguntarme cómo estaría Hoseok.

—Te he echado de menos… —murmuró Seojeon y me hizo cosquillas. Me limité a encogerme—. Lo siento, me asusté.

—Ya no importa. —Suspiró.

—¿Quién era él? —preguntó con un siseo.

—Alguien muy especial —reconocí.

—¿Más que yo? —Me acarició la mejilla y apreté más los párpados. Me dolía su contacto, ya que mi piel lo rechazaba. Pensé la respuesta, atormentándome, aunque ¿no era obvia?

—Vete, Seojeon —le pedí al tiempo que lo apartaba de mí. Al mirarlo vi su decepción y no me importó nada. Me había dejado con el alma llena de nudos y cuando empezaba a desatarlos, aparecía como si nada. No era justo—. Él ha sabido entenderme y valorarme más allá de mi físico. —Se me quedó mirando; esperaba que en cualquier momento rectificara y negara mi afirmación. Al ver que no lo hacía, se levantó desnudo de la cama y recogió sus prendas del suelo. Las mías mezcladas con las suyas, igual que lo habíamos estado nosotros dos. Tenía una actitud altiva, con el mentón alzado, contoneando sus llamativas curvas, las mismas por las que yo me moría meses atrás. Seojeon se vistió en silencio, mientras yo me sentaba y volvía la cara, ocultándole aquello de lo que él ya había huido una vez. Pero no me reprochó nada. Era caprichoso y creí que en cualquier momento se pondría a gritar, proclamando los muchos valores y cualidades que él tenía y el resto no. El silencio duró hasta que estuvo vestido.

—Espero que seas feliz, Tae —musitó en la puerta, de espaldas. ¿Lloraba? Me mordí los nudillos. Había sido un estúpido al utilizarlo en la cama—.Venía a despedirme, pero no te voy a mentir; esperaba que me dijeras que me necesitabas y que a mi vuelta podríamos…

—Lo siento...—No iba a engañarlo.

—Más lo siento yo. Pensaba que nosotros.

—Ya no, Seojeon— Con la cabeza gacha, cerró la puerta y se marchó, con la misma discreción con la que había llegado. Me miré las manos, solo, pensativo. Extraño… ¿Qué iba a hacer después de todo lo sucedido? Estaba hecho un lío. Hoseok no volvería, no debido a lo que había visto. Además, una parte de mí seguía resentido, dolido con él. En ese momento entendí por qué había terminado en la cama con Seojeon: el despecho me pudo y, aunque ya no sentía nada por el, el amargo sabor que Hoseok me había dejado pedía una revancha. Me pregunté para qué. También había hecho llorar a Seojeon e, inconscientemente, cerraba cualquier tipo de reconciliación con Hoseok. No me hizo falta preguntarle a Yoona cómo se había colado Hoseok sin mi consentimiento, pues yo mismo le había hecho una promesa el día anterior: dejarlo entrar y, pese a las negativas de mi asistenta, no se daría por vencido. Y así había sucedido. Y es que desde un principio lo nuestro estaba destinado a fracasar. ¿Cómo mantener una relación de tal calibre? Sin vernos, sin poder salir, refugiándonos entre cuatro paredes que no podrían durarnos para siempre. Nos cansaríamos, el morbo y el placer nos servirían de poco. Otro podría darle lo mismo que yo multiplicado por mil y era hora de aceptarlo. Sin embargo, sufría al pensarlo. Más días volaron encerrado en mi soledad. Me dolía el cuerpo por las horas que pasaba en la cama tras hacer deporte y poco más. No sólo me dolía el cuerpo, sino también las manos, la piel. Me moría por que Hoseok viniera y me acariciara, estaba demaciado desesperado por tocarlo hasta perder la razón. Caí en la tentación; tenía muchas horas libres para pensar y terminé poniéndome las grabaciones por la pura necesidad de verlo, de volver a tenerlo aunque no fuera real. ¿Qué más daba ya eso? Pero no esperaba el impacto que sufrí al ver su imagen en la pantalla. Amarrado, accediendo a mis caprichos. Aprecié que cuando estaba en movimiento sus facciones se veían aún más dulces y que me fascinaba hasta rabiar. Al gemir, su boca hacía un mohín sugerente y su cuerpo se alteraba cuando yo le hablaba. Incluso distinguí el vello de su piel erizándose, su sexo empapado cuando recibía una orden. Me tuve que levantar del asiento, prohibiéndome más tortura. Me serví una copa y bajé el volumen de la grabación. Su suave tono se había colado en mis tímpanos y mi estúpido corazón tronaba cada vez más fuerte. Ya no podía más y, pese a todo, seguí resistiendo. ¿Cuánto duraría? Menos de lo que suponía. Al volverme y ver las imágenes de cuando Hoseok llegó a casa, suplicando que lo recibiera… todo se vino abajo. Mis barreras, mi dolor. Hoseok era vulnerable y a mí me encantaba protegerlo. ¿Cómo estaría?
«Olvídalo ya», me ordené. Fue en balde… Pocos minutos después me encontraba con el teléfono en la mano, marcando su maldito número. Lo quería de vuelta en mi casa, en mi cama.

DEPRIVED   (VHope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora