Los cuerpos están conectados desde el minuto uno.
La necesidad indescifrable que poseemos nos consume.
Pero el error del pasado nos separa.
Las cicatrices en nuestros corazones no han sanado sin importar que las de la piel ya no sean más que solo u...
Un mes transcurrió lentamente y Hoseok no volvió. Me dije que me daba igual, que lo odiaba por seguir enamorado de otro tras haberme entregado a él. Por haber vuelto a sus brazos el mismo día en que, entre risas, planeábamos una fiesta.
Yo seguía sin trabajar, sin conseguir sustento, estaba gastando todo mi dinero y no quería acudir a mi familia. Tampoco estaba preparado para dar la cara ante ellos. No tenía nada.
Ese día fui a, en la oscuridad, para buscarlo en otras pieles, inútilmente, como de costumbre, pues ningun doncel sabía darme lo que necesitaba. No encontraba su sabor, no sentía sus caricias. Su ternura…De vuelta en casa, me senté en el sofá, y, mirándome en un espejo de mano, retiré la gasa. Yoona, que en ese momento pasaba por allí, se detuvo.
Nos miramos, le brillaban los ojos. A mí también. Desvié la mirada y observé la herida. Quedaba la marca, pero la carne ya estaba en su sitio. Me contemplé las manos, jugueteando con los dedos. Me había quedado solo, destrozando lo que construimos. ¿Lo podría olvidar alguna vez?
—No —dijo Yoona , contestando a mi pregunta no formulada.
—Lo sé.
Cerré los puños, totalmente abatido. Acababa de ser consciente de que estaba desquiciadamente obsesionado con Hoseok… y de que por lo mucho que lo necesitara, no volvería a buscarlo. Busqué el CD que había grabado de él y lo partí en dos, eliminando su rastro. Ya no podría verlo sintiendo placer, riendo o llorando. No lo soportaba, era algo que me desgarraba por dentro.
—Tae, he ido a su antigua dirección, la de la primera vez. —Miré a mi asistenta—. Ya no está… su número de teléfono tampoco está activo.
—Ha huido de mí —susurré—. No vuelvas a buscarlo. No quiero.
—¿Qué hiciste?
—Estaba enamorado de otro —me lamenté sin voz.
—¿Y ahora qué?
—Es lo mejor para los dos —mentí. Para mí no lo sería.
Toqué la máscara que nos había separado y me incliné hacia adelante, con las manos en el abdomen. Cabizbajo, hundido. Acostumbrándome a este dolor perenne. Prohibiéndome saber de él. Aunque me doliera demasiado, aunque me costara respirar un aire que Hoseok ya no compartía, debía tener valor y ser fuerte, recuperar mi vida.
¿Podría, tras haber conocido a ese chico sin el que ya me costaba vivir? Tantas preguntas sin respuestas, tantos sentimientos escondidos. Me negaba a causarle más dolor al recordar mi ira… los latigazos. Estaba avergonzado y, a la vez, lo odiaba. Mucho… Hoseok lo quería a él, se le había entregado. Terminé aceptando que tuviera un pasado, pero no un presente a costa de mi felicidad. Aunque sonara malvado, mi consuelo era imaginar que él tampoco estaría bien. Ni siquiera con él.
—¡Ah! —grité con impotencia.
«Es de otro».
—¡Maldito seas, Jung Hoseok!
Tendría que salir, recuperar mi trabajo, relacionarme con gente. Pero tenía temores, podríamos encontrarnos. ¿Me reconocería si nos viéramos lejos de la oscuridad?
Lo extrañaba tanto que no sé cómo pude soportar su ausencia.
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Se habrá acabado su tristeza? ¿Será al fin felíz , ya todo marchara bién?.. las mentiras tienen piernas cortas , y las heridas duelen al hacerse y al urgarles las costras ......
