Prefiero los Dragones.

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Faltaban pocos días para que Audrey regresara a casa de su abuelo, pero a pesar de eso estaba muy feliz porque ese fin de semana lo pasaría de nuevo con los Weasley, pero esta vez ellos irían a la que fuera la casa de sus padres. A Audrey le encantaba ir a ese lugar, aunque sabía de antemano que había varias habitaciones a las que no tenía permitido entrar. La casa de sus padres era bastante grande, a la entrada había una reja y a cada lado de esta se encontraba un escudo, uno tenía un león en color escarlata y dorado, el otro una serpiente en plata y verde esmeralda. Pasando la reja había un camino que dirigía a la enorme casa en color blanco que resaltaba a primera desde las afueras entre las copas de los árboles, esta tenía grandes ventanales y un jardín con flores de todo tipo y árboles de copa muy alta y algunos con aromas frutales, en la parte de atrás había un pequeño huerto junto un vivero ambos lucían algo abandonados.

Al momento de llegar a la casa, la niña se dirigió directamente a su habitación a dejar sus cosas. La habitación era suficientemente grande que tenía una pequeña terraza, a primera vista se podía ver que la habitación había sido decorada especialmente para ella, seguramente por sus padres o al menos eso era lo que le gustaba pensar, que cada uno de los cuadros que se encontraban ahí habían sido elegidos por ellos, el que más llamaba su atención un cuadro enorme que quedaba junto a su puerta que parecía tener lo que era el castillo de Hogwarts y el lago negro, era su favorito ya que dependiendo de la hora del día podía ver el amanecer, atardecer y la luna sobre el castillo. Paso un largo rato en la habitación cuando comenzó a escuchar ruidos abajo así que bajo rápido, pues supuso que habían llegado los Weasley. Solo que se quedó congelada en la escalera cuando vio de quien se trataba.

-Ha Elizabeth...que gusto verlas – Lucius Malfoy acababa de entrar en la casa – supongo que Cornelius no imagino que estarían aquí ¿me...permites pasar?

Elizabeth se hizo aun lado. Si algo sabia Audrey de ella era que no le agradaba para nada Lucius Malfoy, desconocía el por qué solo sabía que si algo no le agradaba aparte de hablar del padre de Audrey era Lucius Malfoy.

-Lucius...que raro verte por aquí – menciono Elizabeth, tratando de mantenerse tranquila – traje a Audrey para que se distrajera un poco y...dime ¿a qué se debe tu visita? tan...inesperada – los dos se miraron de una forma tan tensa que parecía que estaban a punto de sacar su varita.

-En realidad vengo...por algunas cosas que supongo no son de tú interés – empezó por decir Lucius dando unos pasos hacia en medio de la estancia y dejando su bastón sobre la mesita de centro – por cierto me alegro de verte Audrey – dijo mirando a la niña y dándole una sonrisa un poco fingida – creo que Draco y tú podrán jugar un rato. – En ese momento Draco Malfoy apareció en el umbral de la puerta.

La primera vez que Audrey vio a Draco fue en su cumpleaños número cinco en la casa de su abuelo. La verdad era que a ella no le agradaba mucho ya que le consideraba un niño demasiado arrogante como su padre y bastante mimado. Por el contrario al ministro le encantaba que Draco y su nieta jugaran juntos, él estaba seguro de que esa amistad le traería muchas cosas buenas. Le fascinaba tanto la idea que era muy común que en más de un fin de semana fueran a su casa a comer, o que los Malfoy fueran a casa del ministro.

-Querida – En ese momento Elizabeth se dio cuenta de la presencia de su sobrina – creo que deberías llevar a Draco a la biblioteca, para que... jueguen un rato – dijo Elizabeth con una sonrisa mientras llevaba a la niña con Draco – así si él no se aburrirá en lo que espera a su padre.

-Si claro – respondió Audrey mientras le sonreía a Lucius y Draco – ven Draco vamos a la biblioteca. – Atravesó el salón y Draco comenzó a caminar tras de ella.

-Que aburrido – mascullo el pequeño rubio, que se puso junto a esta – acaso no podemos ir a otra parte de la casa – Al escuchar esto Audrey solo se limitó a mirarlo y voltear los ojos.

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