Cap 39

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Sus ojos apenas conseguían permanecer abiertos ante las palabras que el profesor Slughorn repetía incansablemente ante los alumnos.
Estaba tan cansada que ni siquiera prestaba atención a la clase. Lo único que quería era entrar en un sueño profundo. Pero de hacerlo, las pesadillas volverían.
Ya no encontraba explicación lógica al por qué no podía descansar. Los somniferos no estaban surtiendo efecto y comenzaba a hartarse de toda esa situación.
Parecía una muerta viviente a causa de sus enormes ojeras, la palidez de su piel y lo triste de su andar.
Al cerrar los ojos, se repetían escenarios extraños en su cabeza. Como si desde una nube observara sucesos sin poder participar en ellos.
Había decidido anotar todo lo que recordara de ellos, al igual que dibujar lo que veía para intentar descubrir la relación entre cada cosa.
Así, tenía entre sus dibujos una mansión enorme y sombría de estilo gótico en una colina, una pequeña casa sucia y de mala pinta, una casa de aspecto rústica en una padrera, y finalmente, la cabaña que había visto cuando la pelirroja se le presentó.
Eran cuatro lugares distintos, y se martillaba la cabeza tratando de entender que tenían en común.

Agradeció infinitamente cuando la clase dio por finalizada y pudo retirarse a su sala a descansar, o al menos, tratar de hacerlo.

Sin Shöfky en la escuela no tenía nadie a quien comunicarle sus inquietudes, y la prolongada ausencia comenzaba a preocuparle. Ya habían pasado casi tres semanas y ni una noticia del profesor.
Estando sola de ese modo, se sentía desprotegida y expuesta.
Se rehusaba a hablar con Harry o Draco, y la paranoia comenzaba a afectarle seriamente.

Tenía entre sus manos los dibujos y repasaba a cada minuto sus notas, prestando atención a los diálogos entre los habitantes de la casa andrajosa, la casita humilde en la pradera, y los mantenidos en la mansión lujosa.
Poco podía hacer porque no lograba ver el rostro de nadie en ninguno de los sueños. Los protagonistas siempre permanecían ocultos a su vista, casi dándole la espalda.
Asumía que el hombre que habitaba la casa andrajosa no era otro que el mismísimo Yaxley. ¿Pero quién era la mujer a su lado? ¿Una amante? ¿Otra de sus víctimas? No tenía certeza del rol de esa mujer que siempre lo acompañaba.
En la pequeña casa de la pradera observaba siempre a unos amantes que parecían despedirse entre lágrimas y mucho dolor.
Mientras que en la mansión, sentía estar contemplando una horrible historia de abuso familiar. Los padres proferian terribles insultos y golpes a la que parecía ser su hija. A su vez, el padre se escabullía en la habitación de la chica por las noches. Eso le inspiraba una terrible suposición... El tipo violaba a su propia hija. En esa mansión del terror, no podía reconocer a nadie ni darse idea de quiénes podrían ser.
La cabaña estaba habitada solamente por una mujer de aspecto macabro, y no le cabían dudas de que se trataba de la desquiciada.
De los escenarios, sólo dos eran lo suficientemente claros para ella. Pero al rompecabezas le faltaban piezas, y luchaba por encontrarlas.
Creía estar próxima a descubrir un secreto terrible, algo que pudiera ser la clave para descubrir que tenían en común con la pelirroja.

Seguía desafiando al reloj y sabía que quedaba poco tiempo antes de que tuviera que hacerle frente a esa loca. No podía seguir postergadondolo, pues temía que si no cumplía con lo prometido, ella tomara represalias contra los que amaba.
Estaba en desventaja porque no sabía como iba a terminar con eso.
La brillante Hermione Jean Granger no tenía ningún plan. Por primera vez, creía estar caminando por la cornisa, y lo peor era saber que tal vez no hubiera nada debajo para atraparla si caía. Sola tendría que hacer frente a lo desconocido y arreglárselas para no involucrar a nadie.
Debía elegir una fecha específica para irse sin que nadie notara demasiado su ausencia. Especialmente los aurores.

Pero primero había algo que tenía que tramitar con McGonagall. Un asunto que no podía esperar más.

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DRACO IGNIS➜DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora