Cap 18

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Hermione estaba sentada en la torre de astronomía, mirando el cielo mientras una fría brisa acariciaba su rostro.

Se había salteado una clase de pociones pero no le importaba en lo más mínimo.

Necesitaba estar sola por un momento y despejarse. Había intentado concentrar su mente en los trabajos que debía presentar y los futuros exámenes que se aproximaban pero, eso sólo la volvió menos tolerante.

Su punto límite lo reconoció al gritarle a Neville sin razón alguna... Él sólo le había preguntado si se encontraba bien y ella le gritó. Definitivamente no estaba bien...

Casi incendió al profesor Shöfky en una de sus prácticas a causa de su inestabilidad.

La cabeza le daba vueltas y el pecho le dolía.

¿Qué seguía? ¿Golpear a alguien? Quizás así se sintiera mejor.

Reconoció una varonil y fresca colonia, pero ni se inmutó. Lo sintió sentarse a su lado pero tampoco aún así lo miró.

—Supe lo de tu gato. Yo...lo lamento mucho. —expresó él con un tinte de comprensión—

Al no obtener respuesta, el rubio posó su mano en una de las rodillas de la castaña, para hacerla reaccionar.

Hermione sintió una rara descarga recorrerle el cuerpo. Draco jamás la había tocado por libre voluntad más allá de un apretón de manos.

Sin embargo, no le dirigió la mirada.

—Gracias. —susurró casi inaudiblemente—

Malfoy la admiró por un momento y suspiró.

Se notaba a leguas que había estado llorando... Tenía la piel reseca y los ojos rojos e hinchados al igual que su nariz.

Observaba algún punto fijo y lejano, como ausente.

Por alguna extraña razón, no quería verla de esa forma. Algo en sus entrañas se revolvia.

Acostumbraba a verla riendo o enojada, frunciendo el ceño, pero no así, y a decir verdad no lo prefería de ese modo.

Un hecho particular lo golpeó de lleno y no pudo evitar pensarlo. ¿Así habría estado cuando él la insultaba y humillaba años anteriores? Auch.

Que idiota había sido al tratarla de esa manera.

No supo como reaccionar cuando vió brotar lágrimas de los almendrados ojos de Hermione. No quería verla llorar pero no sabía como evitarlo.

Torpemente y como pudo la atrajo hacia su cuerpo y la abrazó, con la intención de consolarla, y ella sólo sollozó liberando todo ese llanto que necesitaba dejar salir.

Él aspiro el aroma que su cabello emanaba. Vainilla y canela.

Ella se aferró a su torso y enterró su rostro entre el hueco de su clavícula y el cuello, empapandolo de lágrimas.

Incómodo, y algo sorprendido, exclamó:

—Lo siento.

Ella pensó que se refería a la desagradable experiencia que había tenido que atravesar, sin embargo, esa era la disculpa que el príncipe de slytherin ofrecía por tantos años de lastimarla con sus crueles palabras.

Pero era tan cobarde que no podía pronunciarlo como era debido, y se lo reprochaba.

Draco no acostumbraba abrazar a nadie que no fueran su madre ni su tía Andrómeda, y allí estaba abrazando a Hermione Granger, la insufrible sabelotodo, la rata de biblioteca, la mejor amiga de cara rajada y el pobreton Weasley... Su enemiga que ya no era tan enemiga.

DRACO IGNIS➜DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora