Cap 1

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El día estaba horrible según la opinión de una fastidiada Ginny que no conseguía hacer más de un paso sin que su cabello se le pegara al rostro, bajo las risas de Hermione.

Ella por su parte, había sujetado su ahora para nada rebelde cabello en una larga y bonita trenza espiga, evitando así que los mechones se le escaparan.

Finalmente, su pelirroja amiga resolvió que lo más sensato era amarrar su cabello en una improlija coleta para poder despejar su angulosa cara.

—¿Cómo me veo? —rugió fastidiada—

La menor de los Weasley estaba preocupada, y muy expectante esperaba la respuesta de la castaña, quien ennarcó una ceja y torció levemente los labios, como si estuviera formulando muy bien la respuesta que le daría.

—Podrias estar mejor Ginn, sin embargo, no te ves mal tampoco. —dijo Granger sonriente—

La pelirroja resopló vencida.

—Bien, es suficiente para mí. —repuso Ginny para luego chequear la hora— ¡Oh por Merlín! Hermione, estamos retrasadas, McGonagall nos asesinará, o peor aún NOS RESTARÁ PUNTOS.

Una expresión temerosa se formó en el rostro de la pequeña Weasley tras consultar la hora en el pequeño reloj de pulsera que Harry le había regalado.

Tras una larga carrera de diez minutos, Hermione y Ginevra entraron al salón de Transformaciones, donde una severa Minerva se dedicaba a explicar a la clase los desastres que la metamorfomagia podía generar si no se aprendía bien.

Con una mirada ceñuda guardó silencio y observó disgustada a las jovencitas que todavía estaban sonrojadas y agitadas por el esfuerzo.

-Primera y última vez que llegan tarde a mi clase. —atacó con tono severo y cara de perros la profesora—Siéntense ahora mismo y traten de retomar el ritmo de sus compañeros.

Hermione, que estaba cabizbaja, se tornó de un color peor que el del cabello de su amiga, que quiso explotar en carcajadas al ver en ese estado a Mione; aunque por supuesto no lo hizo porque sabía que eso enfureceria todavía más a McGonagall.

Ambas tantearon el salón en búsqueda de algún banco disponible una vez que la jefa de su casa retomara su discurso.

La desilusión las invadió cuando comprobaron que todos los bancos estaban ocupados; y para peor, esa clase la compartían con los de slytherin, quedando sólo en disposición lugares junto a Berta Vilgert y Draco Malfoy.

Ginny, reaccionando rápidamente, se sentó con brusquedad junto a la regordeta y amargada chica, dejando a una desconcertada Hermione que blanqueó los ojos ante las sonrisas triunfantes de su casi hermana.

Sin otra opción caminó hasta sentarse junto a Malfoy, que tal como ella lo hizo con él, no se dignó a mirarla. Parecía muy ocupado observando indiferentemente a la profesora mientras anotaba con su pluma en un pergamino todo lo que escuchaba.

Casi instantáneamente Hermione imitó el acto de su compañero y realizó varias anotaciones, permitiéndose dirigir al rubio una fugaz mirada por el rabillo del ojo. Tal como esperaba él seguía sin demostrar la más mínima intención de prestarle atención.

Años anteriores, le hubiera gustado el hecho de que el estúpido hurón no se fijara en ella, pero ahora la situación parecía extraña. No estaba acostumbrada a no recibir al menos un insulto por dia de parte del "príncipe de Slytherin".

Además, ¿cómo podía ser tan descarado de fingir que no pasaba nada?

Lo había pescado espiandola, y el muy sin vergüenza estaba tranquilo como si no hubiera hecho nada malo.

DRACO IGNIS➜DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora