Cap 45

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Hermione buscaba con desesperación algo que le pudiera servir para liberarse de las sogas.

Aquella habitación apestaba a humedad y estaba sucia, tanto, que su vestido estaba completamente arruinado y pegajoso.

Hacía un calor insoportable y el sudor comenzaba a pegarle los cabellos en la frente y el cuello. Estaba incómoda y adolorida por la fricción de las ataduras.

Era difícil tantear en la oscuridad sin hacer ruido. Al parecer, no había nada allí que tuviera filo o punta, nada que pudiera serle útil al menos.

Sus intentos de mover objetos con la mente habían fracasado uno tras otro, al igual que la magia silenciosa. Trataba de encontrar focos de tierra que poder manipular, pero nada funcionaba.

Se le estaban terminando las opciones y comenzaba a frustrarse. Todo aquello estaba muy bien organizado, tanto, que le sorprendía que una chica que no parecía tener más de veinticinco años fuera capaz de tramar un secuestro tan perfecto.

Escuchaba como el viento mecía las hojas de los árboles, pero eso no servía de nada. Podrían estar en cualquier sitio y jamás se darían cuenta. Su habitación no contaba con ventanas, sino con una pequeña trampilla por la cual se colaba la ventilación que necesitaba para no morirse de asfixia. 

Tampoco tenía noción de las horas. Sabía que al menos tres, pero podían ser más o menos, realmente no lo sabía.

Estaban perdidos en el contexto del tiempo-espacio.

Sabía que en esa cabaña habían cinco personas: su secuestradora, ella misma, Thomas Flinck, Draco y... Harry.

Este último era quien más le preocupaba.

¿Qué tenía que ver él? ¿Por qué estaba allí? ¿Podría llevar ahí más tiempo que ellos?

Lo había escuchado gritar agonizante de dolor sin poder hacer nada. Eso le calaba los huesos. Se encontraban en habitaciones contiguas y no era capaz de hacer algo.

Draco también había gritado un par de veces.

Seguramente la pelirroja los estuviera torturando por puro placer.

Si no se le ocurría nada brillante, probablemente les hiciera algo peor. Todavía no sabían por qué motivo los retenía ahí.

Lo que tampoco dejaba de darle vueltas era el hecho de que a ella no parecía querer tocarle ni un cabello. Torturaba a Thomas, a Draco y a Harry, sin embargo, a ella no le había hecho nada.

¿Por qué no le hacía nada? ¿Por qué no la lastimaba?

Tuvo que ahogar un grito de dolor cuando su pierna fue perforada por una madera astillada.

Un hilo de sangre considerable brotó de la herida haciendo que gimoteara.

Llevó sus manos como pudo a la zona afectada para tantear el daño, y se mordió la mejilla al notar la profundidad. Si no se realizaba un torniquete, corría el riesgo de desangrarse o pescar una infección por las malas condiciones de higiene.

Si tan solo pudiera usar magia para sanarse.

Cojeó con dificultad hasta sentarse en el colchón mohoso que le servía de cama, y con torpeza rasgó una parte de su vestido para empezar con su torniquete.

Las estúpidas sogas le impedían ser útil, pero dadas las circunstancias, y a juzgar por la situación, no iba a salir de allí pronto, así que forzadamente tendría que arreglárselas para tratarse la herida.

Una lágrima de rabia y frustración se le escapó cuando sus muñecas ardieron una vez más por la fricción. Cada mínimo movimiento era doloroso.

Para cuando su torniquete estuvo listo, suspiró pesadamente.

DRACO IGNIS➜DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora