Cap 7

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Había una ligera capa de nieve, bañando de blanco todo el terreno de Hogwarts y parecía que nevaria toda la eternidad.

Hermione se abrazaba a si misma mientras intentaba darse un poco más de calor.

Estaba segura de que su nariz estaba roja a causa del frío, pero no tenía otra opción, ese era el horario que le habían designado para cumplir con su castigo. Cada vez que lo pensaba, más ganas le daban de romperle la cara a Malfoy.

Que idiota había sido para seguirle la corriente. Años de conducta intachable arrojados a la basura por nada.

Bravo Hermione, pensó. Perdiste toda tu madurez en un segundo.

Aún le faltaba un poco para llegar cuando divisó a Ryan O'Hienn, capitán del equipo de Ravenclaw caminando en su dirección.

—Hola Hermione. He oído lo del castigo, menuda suerte eh.

El chico le hablaba con una sonrisa gentil, que ella correspondió.

—Ni que lo digas, el sólo recordarlo me hace enfadar. Pero me lo merezco, fui una tonta. ¿De casualidad, sabes si... tenemos mucho trabajo? —preguntó esperanzada ante la idea de ver lo menos posible a Malfoy—

—Pues, le pedí al equipo que fuera prudente y no ensuciara si no era necesario pero, no puedo asegurarte nada.   

—Oh, entiendo...Gracias Ryan, espero que tengas una buena tarde.

—Igualmente para ti Hermione, ojalá Malfoy no te de más problemas.

Así ambos dieron el tema por zanjado y emprendieron sus respectivos caminos en direcciones opuestas.

Hermione también esperaba que fuera así como el ravenclaw deseaba.

El "príncipe de Slytherin" podía ser realmente irritante si se lo proponía y últimamente ella no contaba con la paciencia de antes.

Rezó una vez más para que fuera tal como había dicho Ryan hacia apenas unos instantes, porque ya de por sí limpiar las duchas del campo de quidditch era el castigo más horrendo que podía designarsele a alguien, hacerlo con Malfoy lo volvía el triple de tedioso.

Pensó fugazmente en Ryan, desde que había iniciado el curso, esa era la primera vez que lo veía.

Ryan O'Hienn era un estudiante destacado de Ravenclaw. Cursaban el mismo curso y disfrutaban realizar trabajos juntos cuando los profesores lo demandaban.
Era un joven alto, de piel caucásica, ojos marrones y cabello castaño claro. Era delgado pero no escuálido. Gracias al quidditch había formado una buena musculatura y era muy codiciado por las chicas, o al menos eso era lo que se decía por los pasillos.

Aunque siendo sincera, si no fuese por Ginny y Luna no podría enterarse de esas cosas, y viviría en su propia burbuja, encerrada en su habitación o en la biblioteca, leyendo o lamentandose por sus penas.

En ese sentido agradecía profundamente tener amigas tan buenas que se preocuparan por ella porque de no ser así, sólo Merlín sabía en que depresión podría caer.

Mirando hacia arriba, se sentía diminuta en el colosal campo de quidditch, casi tanto como una hormiga.

Resultaba muy extraño estar allí ya que sólo concurria cuando Gryffindor jugaba, de lo contrario, poco y nada le interesaba... Eso lo sabía cualquiera. Hermione Jean Granger no tenía aptitudes para el quidditch ni tampoco fanatismo hacia el mismo. Siendo realistas, ningún deporte le causaba entusiasmo.

Suspiró sonoramente antes de entrar a las duchas y encontrar a un Draco sentado sobre una de las bancas con la mirada clavada en el techo y un gesto muy notorio de impaciencia.

DRACO IGNIS➜DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora