La noche era tan corta como aquellas de verano y poco a poco todos iban saliendo del establecimiento en compañía de un tabaco. El humo desaparecía por las grandes puertas y el brillo de la luna entraba fugaz por los espacios de las cortinas. Las tazas de café habían perdido todo su interés y el calor que sentimos en algún momento se enfriaba a medida que la canción terminaba. La pared solitaria, tacones en mano y un abrigo eran la mezcla perfecta para dar con la cita perfecta, la pareja a nuestro lado abandonaba entre risas el lugar que no le daba tiempo de mirar atrás.
Mis manos se congelaban al querer proteger la taza de café de los intensos ojos color miel. La línea de su mandíbula marcaba lo fina que era su cara y sus manos sujetaban con fuerza el rostro que sentí miedo al ver al gran lobo. Su chaqueta de cuero hacía juego con sus pendientes y ante mis ojos dos figuras de porcelana finas disfrutaban de una gran velada. El suspiro tras una risa dio por terminado el espectáculo y no obtuvo aplausos. Sin embargo, sabía lo adicto que podía ser al dulce y a lo mucho que le gustaba presumir las golosinas que siempre encontraba en el camino, como un sendero de piedras rojas que hacen juego con las rosas.
Taehyung volvía a tomar con intensidad el rostro de Jimin mientras clavaba su mirada en mí y en mi acompañante. Aunque la calefacción estaba encendida fueron pocos minutos para sentir que estaba en el polo norte desnuda, sin algo con lo cual pudiese protegerme. Esbozaba una sonrisa a medida en que su lengua jugaba con la ajena y dejaba a la vista el cómo disfrutaba ser mordido por ella. Su cuerpo recargado contra la pared, su mano en el pecho y su diestra por su cuello bastaron para hacerme sentir pequeña ante cualquier cosa y empezaba a preguntarme el porqué mis hermanas me habían dejado sola.
—¿Disfrutas de la vista? —su aliento pegó en mi cuello y me exalté sobre mi puesto al recordar que Jungkook permanecía aún en la salida. —¿Eres de las que miran y luego practican?
—¿Disculpa? —fijé mi mirada en él y hasta hace un momento no me había percatado de su rostro, lucía tan diferente e igual al mismo tiempo que el querer preguntar fue algo que pensé primero. —No sé de lo qué estás hablando.
Por naturaleza, mis ojos siguieron a sus manos traviesas que tomaban el cigarrillo iniciado sobre la mesa para después ponerlo sobre su boca y exhalar en toda mi ropa. Parecía disfrutarlo y al ver que no tenía reacción alguna, supe que tal vez esa no era su primera vez.
—Tus hermanas parecen odiarme —comentó encogiéndose de hombros mientras daba una calada. —¿Debería sentirme mal por ello? Los ojos de ellas casi terminan haciendo un agujero en mi frente.
Sus palabras no tuvieron efecto en mí, mi mente estaba concentrada descifrando el porqué de comportamiento y mirada tan profunda y a ambos no parecía importarles el que estuviesen llamando la atención de cada chico que posa su mirada en ellos. La delicada y ruda forma de tomarlo era impresionante y Jungkook al darse cuenta de mi acción apartó mi vista para obligarme a verlo a él.
—Vamos, te llevaré a casa —levantándose de su puesto, dejando el cigarrillo sobre la mesa, dando por última vez una calada sobre la esperma de la vela, iba alejándose del lugar sin mirar a las personas del bazar. Manteniéndome en silencio caminé hacia la puerta.
Sin embargo, Taehyung jamás apartó la mirada mientras besaba a su amado.
A medida que nos alejábamos, el calor del lugar, la poca gente, las risas y llantos quedaban cuadras atrás y al llegar al primer faro supe que estábamos lo suficientemente lejos de lo que fue un gran momento. Jungkook caminaba en silencio, manteniendo su mirada en el suelo, parecía estar perdido en sus propios pensamientos y se limitaba a mirar de reojo para asegurarse de mis pasos. Un sentimiento de tristeza se hizo paso entre los dos.
—¿Estás enojada conmigo? —rompió el silencio con una pregunta poco inusual. Esta vez, me observaba profundo, con miedo de saber la respuesta y antes de poder darle una, me interrumpió. —Todavía uso las pastillas, ¿sabías? —se echó a reír mientras detenía sus pasos.
—¿Quieres acabar de nuevo en el hospital? —pregunté con sorna elevando ambas cejas y rápidamente a mi mente llegó el momento en donde ambos nos encontrábamos en un aprieto por no saber una solución. —Si no quieres terminar como la última vez es mejor que te deshagas de ellas.
—Aunque intente deshacerme de ellas hay algo que no me deja —tapó sus ojos con las mangas de su abrigo, como si estos estuviesen diciendo algo que nadie podía saberlo. Soltó un suspiro que rápidamente lo camufló con un sonido. —La verdad es que no me puedo deshacer de ella —su voz quebró a lo último y no supe qué decir.
La noche que solía ser agradable para el público terminó siendo el mayor miedo de todos los tiempos. Nubes grandes llenaban el cielo y dejaban caer su furia sobre el pavimento. Lluvia de melancolía, luces encendidas, puertas cerrando y un gato maullando era el escenario perfecto para desear estar en casa debajo de una manta. Sin pedir permiso, como de costumbre, su mano se entrelazaba con la mía y me llevaba a una esquina para refugiarme de la lluvia matutina.
Su cabello mojado tapaba más de su frente, el abrigo con el cual cubría sus ojos era puesto sobre mi cuerpo mientras mis ojos se fijaban su su figura y lo delgada de su cintura. La punta de su nariz cambió a un rojo cereza al igual que sus labios, unas mejillas infladas y fricción de manos para mantener el calor era la escena que no podía dejar de ver, escena que me hacía olvidar que había empezado a llover.
—Pensar que ya estábamos tan cerca —susurró mientras miraba al cielo para ver si en algún momento dejaría de llover. —Si esperamos acá estaremos a salvo, aunque no sé por cuánto tiempo, empieza a hacer frío —como si fuese un niño a la deriva de lo feroz, temblaba sobre su puesto mientras intentaba mantenerse cálido con la poca ayuda que le brindaban sus manos.
—Podemos compartirlo —abrí el abrigo y sin pensarlo dos veces me abrazó mientras enrollaba sus brazos por mi cuerpo y colocaba su cabeza encima de la mía.
Su corazón latía con fuerza, como si fuese a salir de su pecho y aunque también se debía al frío, ambos temblábamos al estar muy cerca del otro. Mis manos por inercia rodearon su anatomía y me mantuve en silencio mientras escuchaba el canto de la lluvia. Lentamente, caricias aparecieron sobre mi cabeza y como si fuese un niño pequeño que llora por no estar en brazos de su madre, besaba reiteradas veces mi frente mientras me arrullaba.
—Si corremos hacia la otra esquina estaremos mejor protegidos —comentó al darse cuenta de las goteras que empezaban a salir bajo las tejas. —Espera, déjame ponerte bien esto —rompiendo el vinculo entre nosotros se aseguró de que estuviera cubierta aunque el abrigo también estaba empapado por culpa de nuestras siluetas.
Habíamos corrido lo suficiente para estar a sólo pasos de mi hogar, sin embargo, la mano de Jungkook apretaba con fuerza al acercarse a la meta. Frenamos en seco al estar frente a mi casa y al saber que la lluvia se había detenido fue un beneficio para no llegar tan tarde a la estancia. Los minutos que duramos bajo los tejados se sintieron como años vagos y antes de poder entrar, me detuvo.
—Hye, he dejado de odiarte —la voz de Jungkook se mezcló con el llamado de Taehyung.
si les gusta given pueden seguirme en instagram "@/mafuyu.postt."

ESTÁS LEYENDO
mr dick ©jeon jungkook.
FanfictionElla no sólo caería ante sus encantos. -jeon jungkook. -lenguaje vulgar. -contenido adulto. #1 Btskpop. [07.07.20] #1 Jeonggukie. [11.07.20] #1 Jeongguk. [25.08.20] #1 Jungkookbts. [17.09.20] #1 Btsjeongguk. [19.10.20] #1 Jin. [03.12.20]