mr dick ©jeon jungkook.

047.

El frío del hielo aliviaba mi entrepierna, no habían pasado tantos minutos pero sentía que llevaba una eternidad en el hogar y, quise irme en cuanto crucé miradas con su madre y hermanas. No entendía si estaban enojadas o querían reírse de la situación pero sabía perfectamente que Hye no quería verme ni mucho menos hablarme. Quise levantarme pero la mirada fulminante de ella penetró toda mi alma y de repente sus palabras eran más frías que el propio hielo. Cerré los ojos por inercia al ver que levantó una de sus manos y los abrí lentamente al no sentir un golpe de su parte. Sus hermanas que tanto desean reírse soltaron una carcajada al ver mi ropa interior que le había regalado cuando se quedó en mi casa. No tenía vergüenza. 

—¿Por qué me la devuelves? Se supone que te la regalé —dejé la bolsa con hielo a un lado sin importar que hiciera un charco de agua y analicé todo su cuerpo con la mirada, no quería que estuviera más en su casa. 

—No la necesito. No, nunca la necesité —quise reír ante la situación, sin embargo, me contuve de hacerlo ya que no quería ocasionar más problemas. —Vete de mi casa ahora mismo. 

—Estás siendo muy dura con él, Hye —ambos giramos a verla y con la misma expresión en el resto nos quedamos en silencio ante la intervención de su madre. —Deberían hablar y arreglar sus problemas, no es bueno quedar mal con un amigo. 

—¿Te sientes bien? —la voz de Hye fue profunda y seca, no tenía ni una pizca de sentimiento y todos en el lugar estábamos igual de sorprendidos. —¿No olvidaste traer cosas de la tienda? Hace falta más comida —me había perdido en un segundo y no entendía nada de lo que pasaba y como si todos lograran comprender, menos yo, las tres salieron de la casa dejándonos a solas. 

Fruncí el ceño en cuanto su diestra tocó mi entrepierna y sin decir nada tomó la bolsa con hielo y la dejó sobre el mesón de la cocina, buscando también algo de lo que yo no era conocedor. Sus pasos eran lentos y calculadores, a pesar de estar en silencio sentía como también hablaba con su mirada y por un segundo agradecí que tanto su madre como sus hermanas no estuvieran en casa. La comodidad que tenía en el sofá fue invadida en cuanto tomó asiento a mi lado, sostuvo mi mano y con una sonrisa forzada intentó hacer las pases conmigo y después de mucho tiempo reí y nuevamente volvía a morder su labio y bufar en voz baja; suele hacer eso cuando se enfada.

—No se te da para nada el ser linda —mi comentario no era el más apropiado pero sí el más sincero a lo cual ella respondió con uno igual y poco a poco lográbamos entendernos una vez más. —Mi intención no era verte desnuda, Hye, así que no te enojes conmigo. 

—¡Cállate! —golpeó mi pecho con fuerza y sus mejillas se ruborizaron. Estaba avergonzada. 

—Tienes un cuerpo hermoso, no sientas vergüenza —aparté la ropa interior que había tirado y me incorporé mejor en el sofá. —Me gusta la curva de tu cintura y el pequeño lunar que posees bajo tus senos —relamí mis labios, comenzaba a sentir calor y ella lo notó al instante. 

—No le pedí a mi mamá que se fuera par que intentes seducirme —era una gran oportunidad de compartir más con ella y así como la temperatura subía sin previo aviso bajaba de igual manera. —Igual agradezco tu cumplido, es lindo. 

Aparté la mirada y me sentí como un chico de quince años el cual no sabía cómo actuar ante su primera erección o su primer beso, sin haber hecho nada todo mi cuerpo era un manojo de nervios y a pesar de querer seguir con ella deseaba al mismo tiempo desaparecer y que no me viera. Crucé ambas piernas y maldije por primera vez el ser hombre, la imagen de su cuerpo desnudo llegaba a mi cabeza y se proyectaba como el arte más perfecto y puro jamás visto. Respiré hondo y mordí mis labios deseando sentirme bien en cuestión de segundos. Este chico no soy yo y por un segundo me sentí mal al desear a otra mujer.