mr dick ©jeon jungkook.

031.

Las voces que se escuchaban a través del pasillo se alejaban cada vez más con sus pasos y volvía a encontrarme sola en la habitación. Observé por la ventana dando con naturaleza y un oscuro paisaje que no podía apreciar, suspiré al no encontrar nada interesante para hacer y me dejé caer con fuerza sobre la cama mientras me metía nuevamente bajo las cobijas. Una vez más, los murmullos eran presentes y se mezclaban con una dulce melodía y tan rápido como sonó disipó a la velocidad de la luz. 

—¿Te desperté? —preguntó el castaño una vez ingresó a la habitación mientras se despojaba de su ropa. Despeinó su cabello y se dio una mirada en el espejo para volver a mí y sonreír. Por su parte y la sonrisa que traía en rostro demostraba lo mucho que se había divertido sin mí y era de esperarse, después de todo no dejaría escapar una oportunidad tan grande. 

—No, no puedo dormir —confesé mientras me cubría con las sábanas y volvía a la superficie en busca de aire. —¿Cómo terminó? ¿Dónde está Jimin? —me percaté de su ausencia al no verle a su lado y no escuchar su risa tan característica.

—Quiso quedarse un rato afuera, aún piensa que tuvo algo de culpa tras haberte negado —mis mejillas se tornaron rápidamente de un rojo carmesí y ahogué un grito en la almohada debido a la frustración. —Volverá dentro de unos minutos, no te preocupes. 

Solté el aire que mantenía y sentí alivio. Cerré mis ojos y me obligué a dormir, sin embargo, la figura de Taehyung era un distractor. Me incorporé mejor en la cama y miré la pantalla de mi móvil, brillaba por tercera vez y en ella relucía un mensaje de mi madre y cuatro llamadas perdidas. Decidida a no atender, apagué el teléfono y volví con Taehyung. Las sábanas eran delgadas pero cálidas, la madera que decoraba nuestra habitación daba el ambiente de la primera vez fuera de casa y recordé lo mucho que le gustaba al castaño visitar lugares con aspectos antiguos. El silencio no era incomodo, pero sabía que quería gritar si le fuese posible.

Sus brazos me envolvieron con fuerza mientras escondía su rostro en mi cuello y acariciaba con sus manos mi cabello, fruncí el ceño y jadeé sobre él ante su comportamiento, de repente, la suavidad de la cama nos atrapaba fugaz y sonreí al recordar lo que me pedía que hiciera. A nuestro alrededor era calma y el abrazo que no pedí en ningún instante se hacía más necesitado a medida que avanzaban los minutos. La zona de mi cuello estaba mojada y besé su mejilla al darme cuenta de lo rota que lucía su alma.

—Sigues llorando por todo —removí algunas de sus lágrimas y ambos reímos. —Pensé que habías cambiado en eso, Kim Taehyung —despeiné aún más su cabello y le vi reír por segunda vez.

—Se siente bien volver a verte —acarició mi mejilla mientras pensaba en las palabras que debía usar al momento de hablar. Tomó aire y apartó la mirada para fijarla hacia algún lugar de la habitación, el tacto esta vez era frío y lucía nervioso, como si temiese al hablar. —¿Por qué no dijiste nada? 

Ahora yo me encontraba en su posición sin poder comprender algo. Reí nerviosa y me alejé para pensar un poco. En cuanto supe de lo que hablaba me fue inevitable liberar unas cuantas lágrimas y al igual que el primer día la respiración comenzaba a faltarme. Mordí mis labios y mi vista se nubló por completo, dejaba a un lado mis sentimientos y la verdadera razón del porqué hay algo diferente en mí. El corazón se me partió en dos y sentí una punzada en mi pecho, como si hubiese hecho algo malo del cual jamás tendría perdón. 

—Visitaremos a papá mañana, ¿de acuerdo? —asentí en silencio. —Por otro lado, ¿qué hizo Jungkook para estar tan pertinente? —lucía tranquilo, no, intentaba dar esa impresión. Conocía al chico de cabello castaño y tez perfecta, no existía algún motivo para estar tranquilo frente a alguien que no le agrada.