mr dick ©jeon jungkook.

012.

La calidez de su cuerpo me invadía y me decía aun no debía abandonar la cama. Me envolvía en sus brazos y su respiración era lenta al igual que la mía, sus ojos se mantenían aún cerrados y parecía estar soñando por los sonidos que salían de su boca. Su atónita mirada me hacía adormecer y obligarme a mí misma a no pensar en las palabras, como si fuese un bebé en busca del afecto de una madre, escondió su rostro en la curvatura de mi cuello y se aferró a mí como si su vida dependiera de ello. 

—No me mires, es molesto —articuló y entendí que llevaba despierto mucho antes que yo. Su cabello estaba ligeramente despeinado y sin pensarlo acariciaba mechones y jugaba con ellos logrando molestarlo más. —Vamos, Haneul, es sábado en la mañana —me detuve y lo aparté con fuerza, abrió sus ojos y me fulminó con la mirada.

—¿Confundes a tu novia a menudo? —pregunté deshaciéndome de su agarre para levantarme de la cama. No era la manera adecuada para despertar un sábado. 

—Por supuesto que no, ella es única —sus orbes brillaron y entendí la importancia de la chica en su vida, pese a sus acciones su mente permanecía con recuerdos de alguien más. —¿Hoy nos toca hablar, verdad? —levantó cada prenda antes de salir de la habitación. 

Suspiré con fastidio recordando el almuerzo que tendríamos dentro de unas horas. En el camino al hospital, el tema de negocios fue importante dentro de nosotros y debido a las circunstancias no podíamos escapar o evadir el tema, al igual que las preguntas que están por venir. Asentí y vi como sonrió para después marcharse, tenía la privacidad que no pude y busqué entre mis cosas lo que iba a usar. La puerta de la habitación se abrió dejando a la luz la figura de mi madre, su rostro era serio y cruzada de brazos me saludaba desde el umbral de la puerta. 

—No es lo que piensas —agité mis manos al aire y negué varias veces al darme cuenta de las suposiciones que habitaban en la cabeza de ella. —Simplemente pidió dormir conmigo, no es lo que estás pensando. 

—El muchacho acaba de salir en ropa interior —señaló a sus espaldas y aparté la mirada. —Y mi hija también está sólo en ropa interior —apreté mis labios en una línea y quise desaparecer lo antes posible, debido a su petición no pude vestirme adecuadamente para dormir. 

Me encontraba sentada a la orilla de la cama escuchando atentamente las palabras de mi madre, no dejaba de caminar de izquierda a derecha mientras compartía lo importante que nos espera si decido acceder a trabajar con ella. El tema no era de mi incumbencia y seguramente el de Jungkook tampoco, simplemente mis pensamientos se encontraban en otra parte y veía a lo lejos cualquier cosa que llamase mi atención. Las voces de sus padres, en especial la del señor, resonaba con fuerza en la estancia y al igual que yo, parecían darle un sermón. 

—Dependiendo de lo que se decida, aplazaremos nuestra estadía en la casa de los Jeon —mis sentidos volvieron en sí y me percaté de lo dicho, sabía que se trataba de una broma y sólo a beneficio suyo. —¿Estás escuchando? Significa que tus hermanas también se quedarán con nosotras. 

—¿Yang y Young? —pregunté con molestia, por alguna razón tenerlas bajo el mismo techo era molesto y ahora que estamos en una casa la cual no nos pertenece, todo sería un caos. —Nosotras no estamos interesadas en seguir con lo que papá dejó, las tres queremos trabajar por nuestra cuenta en las cosas que nos gustan, mamá.

—¿No crees que a tu padre le hubiese gustado que sus hijas trabajaran en lo que más puso empeño? —tomó asiento a mi lado y me atrajo a ella acariciando mi cabello. —Estoy segura que las tres harán un excelente trabajo —besó mi frente y en sus palabras habitaba una pizca de melancolía que a la vez reflejaban su ojos. 

A petición de mi madre me mantuve a la margen olvidando el suceso de la noche. Era un almuerzo normal en una casa normal con atuendos normales, sin embargo, los tres adultos le daban la importancia como si fuese un evento de gala. Volvíamos a como éramos al inicio, lucía arrogante y no parecía interesarle en absoluto lo que alguno de nosotros hiciera. Su vista se mantenía enfocada en su móvil y pocas veces observaba a su alrededor. El llamado de mi madre me alertó y abandoné la sala para ir hacia ella.