mr dick ©jeon jungkook.

019.

Mi rostro estaba completamente rojo y caliente al contemplar lo que yacía dentro de mi maleta. Llevé ambas manos a mi cara y ahogué un grito para despeinar mi cabello y seguir desempacando. Estaba en silencio y en mi habitación, tal y como lo había pedido. Tomé la prenda y la puse sobre la cama junto con la nota que le hacía compañía, su caligrafía era pulcra y me sorprendí al ver tal perfección. Sonreí y observé la pantalla de mi móvil donde relucía el mensaje de Taehyung el cual decidí ignorar. 

La situación era extraña para mí, sentía como era culpable de un crimen donde había metido mis manos para jugar sucio y estaría condenada de por vida. Sus intenciones eran confusas y no comprendía el porqué había accedido tomar de manera abrupta mi ropa interior. Intercambiamos lo que había negado y sin darme cuenta caí ante su juego con sus estúpidas y sucias reglas. Una vez más miraba la pantalla de mi móvil y al no recibir lo que esperaba lo dejé ir. 

No soy un pervertido, pero quise tomar las bragas que mojaste debido al jugo de fresa, ¿lo recuerdas? Como muestra de agradecimiento, he dejado en tu maleta mi ropa interior con la camiseta que te presté aquel día. Dale un buen uso a tu regalo. —Jungkook.

Me deshice de la nota y seguí buscando en el interior para toparme con un poco más de algodón el cual decidí dejarlo sobre mi mesa y no tomarle tanta importancia. La puerta se abrió de par en par y echa un manojo de nervios oculté la evidencia de mis hermanas. La mirada de Yang me analizaba de pies a cabeza mientras que Young se quedaba a sus espaldas logrando descifrar la situación. Una sonrisa se dibujó en sus labios y rápidamente arrebató mi móvil. 

—¿Piensas volver con Taehyung? —agitó el teléfono por los aires al mismo tiempo que meneaba sus caderas con sorna en su voz. —Claramente aún te sigue gustando, pero pensé que te gustaban las mujeres —el cambio de ambiente hacía volver a mi hermana en sus cabales y los comentarios innecesarios y ofensivos volvían logrando causar nada en mí. 

—Es gay —comenté antes de que pudiera seguir con sus insultos. Ambos rostros palidecieron y quité de sus manos el móvil para verla caer sobre rodillas. —Y para tu información, acabas de decir que tengo más vida sexual que tú —decidida a dejar la conversación me vi obligada a dar explicaciones de lo primero que dije. 

—¿Taehyung es gay? ¿Desde cuándo? ¿Acaso eso es posible? —el castaño era lo más apreciado que había dentro de la vida de Yang y sentía suma decepción al darse cuenta de que ocultaba un gran secreto que hasta el momento sólo yo sabía. —¿Por qué no me dijiste nada? —hacía berrinche como vil niña pequeña y sólo pude echarme a reír. 

El día era lento y eterno, las horas dentro de nuestra estancia eran abrumadoras y tediosas. Nos encontrábamos observando la pared a la espera de un mensaje nuevo proveniente de mi madre quien había decidido salir. Colocar todo en su lugar fue más fácil de lo que pensé y esconder el regalo de Jungkook fue un desafío pleno para mí. El sonido de las manecillas del reloj nos arrullaba y nos acariciaba lentamente hasta que cada una iba perdiendo el conocimiento, el ambiente era sumamente aburrido que ansiábamos salir de casa pronto.

Nuestros sentidos volvieron en sí al ver dos figuras entrar por la puerta principal. Olvidamos por completo el hecho de que tendríamos visita y mi madre era la encargada de encontrarse con ellos. Los pequeños corrían por la casa y apretaban con fuerza todo lo que sus manos cogieran. Su madre, quien lucía elegante y emanaba un aroma dulce, hizo presencia por la estancia ofreciéndonos a cada una un caluroso abrazo. Por último, Taehyung resplandecía vistiendo una camisa a cuadros presumiendo su reloj de mano y su esencia en sí. 

—¿Por qué me observas así? —susurró en mi oído y sentí como su aliento pegaba en mi cuello haciéndome cosquillas. Me atrajo hacia él afianzando su agarre en mi cadera para besar mi mejilla. —Es más, ¿por qué no respondías mis mensajes?