026.

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Cometía el error de irme sin decir nada y seguía atenta los pasos del pelinegro que me encaminaban por lugares desconocidos. Podía percibir otro aroma en su piel y el cambio de su carácter una vez decidimos escabullirnos. El frío en mis piernas me hacían detenerme en cada esquina y al darse cuenta de mi incomodidad portando mi vestimenta, decidió quitarse su abrigo y dármelo para a los pocos segundos ver que también había sido un fracaso. Entrabamos a un nuevo lugar con la única diferencia de que era más solitario que el anterior y en él reinaba sólo el silencio. Era una parada necesaria, en donde tomaríamos algo caliente y cada tomaría rumbos diferentes. 

No éramos desconocidos pero actuábamos como unos. Al igual que en la cafetería, se limitaba a observar el exterior mientras las bebidas llegaban. Mordía reiteradas veces su labio inferior y despeinaba su cabello cuantas veces fueran posibles. Jungkook estaba inquieto y como si alguien lo estuviese siguiendo, tenía cuidado con quien hablaba o cruzaba por la calle. De repente, el sonido de un móvil, proveniente del pelinegro, nos alarmó como si estuviésemos en una película de terror y aquella llamada fuera nuestro pase directo a la muerte. No estaba decidido a responder y al ignorarla, llamaron dos veces más.

El humo tan característico entre nosotros al compartir un café, se desvanecía con nuestras respiraciones. Pequeñas bolsas se posicionaban debajo de sus ojos en compañía de ojeras y lucía cansado, como si estuviese pegado días a su laptop jugando vídeo juegos y recordé lo mucho que disfruta jugar de ellos. Mi sugerencia de ir a jugar fue rechazada al mismo tiempo que no me dejó terminar la palabra y entonces supe que algo lo tenía nervioso y molesto. La persona que no se atrevía a rendirse volvía a llamar haciendo enfadar más a Jungkook y cansado de la situación, apagó su móvil sin responderle nuevamente. 

No quería preguntar, tampoco sentía que me encontraba en mi derecho hacerlo y aunque quisiera obtendría una respuesta corta y sencilla "no es nadie." Saqué de mis bolsillos el dinero suficiente para hacerme cargo de mi bebida y al verme dispuesta a irme me detuvo con su brazo pidiendo con la mirada una explicación. Era tarde y debía estar en casa antes de que mi madre colapse, pero no estaba dispuesto a soltarme y tuve que verme obligada a tomar asiento a su lado y a observar como tomaba lentamente hasta no dejar ni una gota más. 

—¿Por qué estabas con él? —después de tanto tiempo habló y en su pregunta había de todo excepto buenas intenciones. Buscaba con quien pelear y yo al ser su persona más cercana me estaba declarando una guerra. 

—¿Hablas de Taehyung? Soy su ex novia —respondí apoyando mi rostro sobre mi mano y vi su reacción; no había sido nada buena. —Aunque pasó hace mucho, ahora somos muy buenos amigos. 

—¿Quieres venir a mi casa? Mis padres no están —elevó las cejas tratando de esconder su rostro en la taza colo marrón.

Salimos del lugar por orden del gerente, nos habíamos sumergido en la conversación que perdimos la noción del tiempo, sin darnos cuenta que estaban próximos a cerrar. No recibía ningún mensaje por parte de Taehyung y me sentía más aliviada al suponer que estaría matando el tiempo con el rubio, por lo que ellos dos posiblemente también no se darían cuenta de que ya es tarde. Mi madre, quien debería estar alarmada en busca de su hija tampoco daba señales de vida, razón por la cual terminé accediendo a visitar la casa del pelinegro.

La distancia entre el segundo lugar con la casa de Jungkook era la misma que había entre la cafetería y Taehyung; cerca. El blanco de la estancia no brillaba debido a la oscuridad, pero la delicadeza de su hogar seguía siendo la misma y pese a no haber estado por semanas, se sentía como si fuera la primera vez entrando a la casa de un extraño. La cerradura sonó indicando que la puerta estaba abierta y antes de cerrar la puerta, encendió las luces y comprobé que algunas cosas habían cambiado, una de ellas el orden. El mismo aroma se impregnaba por todo el lugar y veía como Jungkook iba a la cocina por un poco de comida.

—¿Quieres algo de comer? haré la cena —las mangas de su camisa estaban recogidas y hasta ahora me percaté que al igual que Taehyung, ambos vestían elegantes. 

—Descuida, no tengo hambre —entrecerró sus ojos e hizo una leve curva con su labio inferior para darme la espalda y guardar lo que había sacado. —Pero si quieres comer puedes hacerlo, no hay problema —mis palabras no tuvieron efecto cuando estaba caminando hacia mí y tomando asiento en uno de los sofás de la sala, me invitó golpeando a su lado.

Maldijo en voz alta y marcando los pasos tomó el teléfono de la casa y sin dejar hablar a la otra persona que estaba en la otra línea, pidió no ser molestado y como si hubiese escuchado al mismísimo diablo hablar, se congeló ante mí y no dijo palabra alguna. Como si levantar fuera el peor pecado del mundo se disculpó y colgó para volver a mi lado y observarme con lastima. Me abrazó como si su vida dependiera de ello y jugó con mi cuello descaradamente. Respiraba con fuerza y succionaba la piel queriendo dejar marca a lo cual lo aparté y vi como su respiración se tornaba pesada. Unió ambas frentes y manteniendo la vista fija sobre mis labios, habló.

—¿Puedo besarte, por favor? —pidió casi en un lamento.

mr dick ©jeon jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora