029.

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Caía lentamente en un pozo sin fondo mientras sostenía su mano y aunque estuviese obligada a soltarle, me aferraba a su agarre sabiendo que no obtendría nada si lo soltase. El calor de su cuerpo me envolvía y me hacía olvidar de la lluvia, sin embargo, volvía a la realidad cada vez que cruzaba mirada con la suya y me daba cuenta de que esta historia no podía ser más trágica de lo que ya era. Compartíamos la misma habitación que algún día ocupamos y parecía acoplarse perfectamente a mi cuerpo como si fuésemos uno solo. Su aliento rebotaba en mi cuello y su mano se dedicaba a acariciar mi mejilla teniendo cuidado a la hora de tocarla. 

El brillo emitido por el relámpago me alarmó y mantuve la respiración hasta escuchar el ruido característico que emitía al caer sobre la tierra. Era una noche fría y llena de melancolía, su sonrisa se reflejó al instante en que se percató mi miedo hacia ellos y apartó de mi rostro mechones de cabello, besó mi frente y posó su vista en mis orbes, en donde me analizaba silenciosamente. Sus movimientos eran vagos y con su pulgar jugaba a delinear mis labios hasta abrirlos ligeramente y darle acceso para que así comenzara con mi lengua.

El crujido de la cama fue audible al acercar su cuerpo más al mío y tener una mejor vista de lo que era su dedo dentro de mi boca y al morderlo le fue inevitable soltar un quejido para reír levemente y volver a hacerlo lo del inicio. Mi lengua dejó de envolverlo y mojó sus labios para suspirar sobre los míos. La mano que se encontraba acariciando mi rostro volvía a mi mejilla y manteniendo la vista sobre mis belfos se acercó lo suficiente para hacerlos rozar. Volvía a tomar distancia y al verme desconcertada, sonrió. Repitió la misma acción esta vez dejando sólo sus labios sobre los míos.

—Sabes usar muy bien tu lengua —susurró y con la punta de la suya la pasaba sobre los belfos. —Pero no hay necesidad que me aprietes así de fuerte, mi piel es sensible —con su mirada señaló el brazo que usaba para acariciar mi rostro y al darme cuenta lo solté.

—Mi hermana está en la otra habitación —cubrí su boca y susurré temiendo de ser escuchada por ella. Me exalté en cuanto sentí mi mano húmeda y fruncí el ceño al verlo sonreír y el leve dolor en la palma cuando sus dientes mordieron la zona me hizo apretar los labios con fuerza.

—Estoy feliz de tenerte a mi lado —besó reiteradas veces la palma de mi mano subiendo sus besos hasta mi brazo. —Mi odio hacia ti es simplemente mi forma de decirte que... —ambos nos exaltamos al escuchar un ruido proveniente de la cocina y al ser frecuente Jungkook se levantó de la cama y abandonó la habitación. 

Me sentí aliviada al no tenerlo cerca y toqué mis mejillas, ardían y todo mi cuerpo temblaba. Intenté tranquilizar los latidos de mi corazón y asomé mi cabeza por la puerta percatándome de la presencia de mi hermana, sin embargo, grité en cuanto la vi recargada sobre la pared mientras tenía los brazos cruzados. Se encogió de hombros en cuanto le pregunté si tenía alguna idea de lo que pudo asustarnos y al vernos intrigadas decidimos ir hasta la cocina. La luz estaba encendida y el cuerpo rígido de Jungkook fue todo lo que pudimos ver antes de hablar. Observé a Young y al igual que ella estábamos extrañadas del sentimiento que comenzaba a crearse en el aire.

—¿Qué hace la novia de Jungkook? —susurró mientras veía como tomaba asiento en uno de los sofás. —Pensé que sólo estábamos nosotros tres. 

—Tampoco lo sé, creo que deberíamos ir a dormir —tiré de su pijama y al sentir nuestra presencia frenamos en seco antes de poder articular alguna palabra. 

Esa noche, la lluvia no era la única molestia al dormir, sino la discusión que tuvieron hasta altas horas de la madrugada para después escuchar como la puerta era azotada y allí el silencio reino. Terminé durmiendo con mi hermana y con un amargo sabor de boca más una idea de la cual quería deshacerme, empezaba a creer que todo lo que giraba a mi alrededor causaba problemas y, comprendí que las personas que tienen alguna relación conmigo son encaminadas a la desesperación. 

Los besos que fueron intensos sobre mi piel desaparecían y no había forma en llamarlos de mi propiedad. Esa noche, el calor fue remplazado con el frío tenue de las sábanas.

La mañana fue igual de silenciosa, la puerta de la habitación seguía cerrada y ambas nos preparábamos para abandonar la estancia. Compartíamos el desayuno y dejábamos el orden que encontramos en primer lugar y decidimos no hablar de lo sucedido, como también lo que sucedió en las cuatro paredes antes de su llegada. El sol no se atrevió a salir y era escondido gracias a las nubes cargadas de agua las cuales avisaban que una tormenta estaría por llegar. El viento, el sonido del reloj y el grifo ser usado era la mezcla perfecta para mantenerse en cama y no tomarle importancia a las horas que hacían falta para la noche. Las hojas eran movidas por el viento y sufrían debido a su fuerza, hablaban por sí solas queriendo escapar.

—¡Hye! ¿Qué te sucede? ¿Me escuchaste? —fruncí el ceño y negué al no estar atenta a sus palabras. —¿Hasta cuándo seguirás lavando el mismo vaso? Llevas cinco minutos en lo mismo —señaló con el índice mi acción y al percatarme cerré la llave y sequé mis manos.

—Lo siento, debo seguir dormida —me excusé con lo más absurdo que podía decir y la vi reírse. —Creo que siguen dormidos, así que es buen momento para irnos, déjame ir por mi teléfono. 

Para mi buena suerte había dado con su escondite, sin embargo, la mala suerte también me perseguía en cada cosa que realizara. Mantuve la respiración mientras veía como agitaba al aire mi móvil para después dedicarme una sonrisa. Su cabello despeinado y sus ojos indicaban que recién se levantaba, sin embargo, su camisa había desaparecido. Me acerqué y al querer arrebatar de sus manos mi teléfono caí en la cama ante su movimiento y maldije al encontrarlo más grande lo usual. 

—¿Podrías dármelo? Tengo algo de prisa —me paré en puntitas y suspiré con fuerza al no poder alcanzarlo. —Hablo en serio, dámelo. 

—¿Por qué estás tan enojadas? Tu cara se volverá una uva pasa —sus bromas volvían a estar presentes y quise ignorarlas. —Dime, ¿has estado dándole un buen uso a mi regalo? Más importante, ¿quieres saber si he usado el tuyo? 

—No me interesa, dame mi móvil —estiré mi mano y en ella sólo depositó un beso. —No deberías hablar de eso cuando tienes a tu novia en la misma casa —logrando por fin quitar el objeto peiné mi cabello y di media vuelta para desaparecer.  

—Sobre eso, no tenía idea de que vendría, fue tan extraño para ti como para mí —el tono burlesco de su voz había desaparecido y aunque quería irme, el quedarme a escuchar sus palabras era tentador. —Lamento que hayas tenido que escuchar nuestra pelea, últimamente discutimos la mayor parte del tiempo que me hace perder la cabeza.

—Todas las parejas discuten —daba explicaciones cuando no eran necesarias, cuando ninguno de los dos las ha pedido, pero sentía que debía escucharlo aunque no fuera lo que yo esperara. —Me iré primero, tus padres podrían llegar en cualquier momento.

—Te llamaré, por favor contesta cuando lo haga, ¿sí? —ya no eran sus palabras las que me detenían, el abrazo que necesitaba y no fue solicitado me envolvía cálidamente. 

Me despedí sin dar una respuesta y ambos supimos que habían personas de por medio. Sin querer, las palabras de Taehyung llegaron a mi mente y aunque mi respuesta hubiese sido un , estaría esperando algo que no sucedería. 

Antes de que pudiera salir recibí una llamada la cual fue rechazada. 

lamento mucho la demora, no estoy bien y por lo tanto las actualizaciones serán algo lentas. espero que les haya gustado este capítulo. ♡♡

me gustaría que se pasaran por la historia cherry cigarettes la cual encuentran en mi perfil. también espero sea del agrado de ustedes.

nos leemos en otro capítulo. ♡

mr dick ©jeon jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora