mr dick ©jeon jungkook.

021.

Despedíamos a los pequeños esbozando una sonrisa mientras ellos agitaban sus manos y desaparecían lentamente ante nuestros ojos, la noche finalizaba tan pronto como había empezado y un nuevo día nos esperaba la vuelta de la esquina. Cerré la puerta tras mi paso y observé como Taehyung mantenía una sonrisa en su rostro como si estuviese tramando algo y al saber que su madre le había dado permiso de quedarse a dormir con nosotras, demostraba tal felicidad de todas las maneras posibles. A Taehyung no le gustaba hacer las cosas sin la aprobación de su madre y demostraba aún que no estaba listo para vivir solo. 

—¿Qué te tiene tan feliz? —reí nerviosa al sentirme extraña a su lado pese a tener a mi familia en la segunda planta. —Bien, tú ganas, ¿qué deseas comer? —pregunté al verle. Sin palabras y en silencio me pedía que cocinara para él algo simple, como solíamos hacerlo en el pasado. 

—¿Debo suponer que esta es nuestra pijamada? —recargó su cuerpo sobre la nevera cruzándose de brazos mientras veía atentamente como tomaba los ingredientes. —¿Te parece si hablamos mientras nos ponemos mascarillas? —comenzaba a hacer una lista de las actividades posibles a realizar.

—¿También quieres que nos hagamos peinados? —bromeé y vi como sacaba su lengua como vil niño haciendo un berrinche. —Podría ser una excelente idea, pero tendrás que usar las mascarillas de las gemelas a menos de que quieras ir a la tienda para comprar unas. 

—Yangcchi me da miedo —fingió tener escalofríos mientras se abrazaba a él mismo. —Iremos a la tienda, no tardará mucho. 

El frío de la noche nos golpeaba con ferocidad y maldecimos en voz alta al darnos cuenta que habíamos salido de casa sin abrigarnos. Apreté su brazo y caminé a su lado lo más rápido posible mientras observaba mi alrededor, Taehyung tarareaba una canción y sonreí al darme cuenta de que era nuestra canción. Al instante reconocí lo mucho que había crecido al ver como simplemente lograba llegarle al hombro y a mi cabeza vino el momento en donde solíamos marcar nuestras estaturas a donde fuera que estuviéramos.

—¿Debería invitarte a salir? —preguntó antes de entrar al almacén. —Acá fue nuestra primera vez comprando con...—tapé rápidamente su mano antes de que pudiera terminar de hablar y sentí mi rojo sonrojarse. 

—¡No digas esas cosas! ¡¿Qué pasa si alguien nos escucha!? —susurré para ambos pese a estar solamente los dos en las afueras. —No puedes andar diciendo eso al aire libre, Taehyung. 

—¿Qué? Todo el mundo tiene relaciones, para nadie es un secreto que en el acto se use condones —rodó los ojos y entró haciendo sonar la campana sobre la puerta. —Quiero contarte un pequeño secreto, las personas a mi lado acostumbran a frecuentar tiendas en busca de condones —susurró en mi oído y río para ir a la sección de comida. 

Suspiré despeinado mi cabello sintiendo aún el calor de mis mejillas me acerqué a él y traté de posar mi rostro sobre su hombro pero me fue imposible. Acaricié su cabello y ronroneó como si fuese alguna especie de gato y sonrió hacia mí achinando sus ojos, el pendiente de sus labios desaparecía por unos segundos ante mi vista y volvía nuevamente cuando jugaba con él. Había cambiado, física y mentalmente y me perdí en el ancho de su espalda e imaginé cómo estaría la vista hoy día, sin embargo, me deshice de esos pensamientos.

—¿Desde cuándo te gusta tener perforaciones? —jugué con el pendiente del lóbulo de su oreja. —Lucen muy bien en ti, para ser sincera. 

—Desde que le dije a mamá que me gustaban los chicos —tomaba ramen mientras decidía cuál llevar para retomar el que inicialmente tenía en manos. —Pero a ella no le gustan, cree que me he vuelto un chico rebelde por hacerlo, pero lo que ella no sabe es que fui rebelde desde siempre —finalmente el debate mental sobre cuál ramen llevar terminó siendo en nada.