Las acciones de mi madre indicaban había sido una tarde de la cual jamás se olvidará y de paso una muy agitada, parecía estar impaciente al no encontrar lo que buscaba, movía todo de izquierda a derecha y al no dar con su búsqueda cayó rendida sobre el sofá haciéndome compañía. Su mano acariciaba mi cabello y susurraba algunas palabras de las cuales me era imposible escuchar, la sonrisa en su rostro demostraba también la gracia de su torpeza.
—¿Quieres pizza? —preguntó sin dejarme responder mientras tomaba el teléfono y buscaba en la lista de contactos el número. —Quería cocinar bibimbap pero no encuentro las zanahorias ni las espinacas —soltó un suspiro, uno el que indicaba necesitaba un masaje o simplemente irse a dormir.
—Está bien, será pizza —me encogí de hombros y seguí viendo la pantalla del televisor sin prestar mucha atención al programa que estaban transmitiendo. —¿Sucedió algo? Estás muy alterada —mi preocupación era notoria y parecía ser algo insignificante, pero, solía exagerar las cosas a un punto en donde no parecía tener solución.
—Fue un día agotador —su tono quejumbroso salía a la luz y reí ante su expresión, mamá solía ser una niña atrapada en un cuerpo de alguien adulto y con deudas. —Lo que hicieron en el salón probablemente no me sirvió, siento tensión en todo mi cuerpo y la espalda me pica demasiado —tiró de su cabello y se levantó del sillón para dar círculos sobre su puesto.
—No puedes quejarte, los resultados no se ven al instante —ahora sabía la razón de su angustia e incomodidad; comenzaba a exaltarse al darse cuenta de que lo realizado junto a los padres de Jeon no tenían resultado al instante. —No seas exagerada, eres graciosa cuando lo eres.
—Por cierto, ¿ya te mencioné que fuimos invitadas a su casa? —su pregunta fue un balde de agua fría que caía con intensidad sobre mi cuerpo, tomé el suficiente aire para no demandarla en el momento y cerré mis ojos contando lentamente hasta cinco deseando no perder la cordura. —Su padre ha mostrado interés en trabajar nuevamente con nosotros, así que tendremos una charla para acordar todo mañana.
—Es bueno que quieras tener más ingresos, sin embargo, ¿es necesario que yo vaya? Es un almuerzo de trabajo —la idea de que mamá trabajara más no me molestaba en absoluto pero no podía estar de su lado cuando mi presencia no tiene que ver en sus asuntos.
—Nos invitó a ambas, no podía negarme —encogiéndose de hombros se abría hacia la cocina en busca de algo desconocido. —¿Qué tal la pasaste con el chico? —preguntó sonriendo al obtener lo que encontraba.
—No puedo decir mucho, sólo seguía diciéndome lo fea que soy —con molestia me levanté del sofá y atendí la puerta una vez fue tocada. —Te recuerdo que él es el chico que tiró vodka sobre mi vestido —arrebaté de sus manos la caja sin siquiera dar gracias y cerré la puerta tras mi paso, comenzaba a enojarme.
El olor impregnaba toda la estancia, el frío y el ruido de la ciudad indicaban que sería una noche tranquila y amena para poder dormir, la lluvia se aproximaba y quedaba el mañana. Me mantuve en silencio en su habitación mientras observaba cada uno de sus pasos, parecía estar sumergida en su propio mundo y no tenía en cuenta de que mi presencia estaba a sólo unos centímetros de ella. Tarareaba una canción y se mostraba alegre como una chica la cual tendrá su cita dentro de unos minutos; el trabajo de papá siempre alegraba a mamá y la hacía sentir como si estuviese al lado suyo.
No podía oponerme, sus razones y las mías eran diferentes a lo cual el peso suyo era mayor al mío. Dejé la rebanada sobre la caja y me removí sobre la cama al escuchar el tono del teléfono de mi madre. Las gemelas nos recibían en una pelea que nos hizo reír una vez vimos sus caras, debía admitir que ser participe de sus ocurrencias era algo de extrañar pese a que sólo llevo unas horas sin ellas. El rostro de Yang demostraba lo molestaba que estaba con Young quien tenía en su mejilla un ligero rasguño y suponiendo su llamada, sólo sería para dar quejas.
—¿Qué te sucedió en el rostro? —la preocupación de mi madre hizo presencia al darse cuenta de lo grave que era el rasguño.
—Yang usó sus uñas porque no dejé que estuviera en mi cama —estaba tranquila, como siempre, pero la molestia era evidente que quería llorar, sabía lo pesada que podía ser Yang si se trataba de sus caprichos y la paciencia de la mayor era escasa. —¿Podrías decirle que deje de actuar así? No me hace caso.
La situación simplemente era cómica para mí.
La noche pasó a la velocidad de la luz y sin darme cuenta me encontraba frente a la gran puerta que nos separaba de la casa de Jeon. El vidrio que adornaba sólo unos pedazos le daba el toque de elegancia que su familia transmitía. Las decoraciones eran impecables, no había rastro alguno que pudiera decir lo mal que lucía, la estancia era grande y acogedora con un leve olor a frutos rojos. Su madre, quien resaltaba en todo lugar, nos recibió con una sonrisa seguido de un caluroso abrazo el cual no dudé en corresponder y su padre, quien se mantenía a la margen nos observaba desde lejos y sólo bastó con estrechar las manos para abrirnos ante el jardín.
—Viniste —su voz me alarmó y giré sobre mis talones para dar con el responsable. Parecía estar alegre de verme y una vez estando frente a mis ojos observó lo que traía en manos.
—Al igual que ustedes quisimos traer algo, no podíamos ver sin las manos vacías —comentó mi madre dándome un leve empujón para entregar lo que había comprado para el pelinegro. Ofrecí la pequeña bolsa y esperé atenta a su reacción.
—¿Pastillas? —frunció el ceño y agitó varias veces el recipiente. —¿Por qué me das esto? No estoy enfermo —metió el pequeño frasco en la bolsa y me observó.
—Leí que algunos chicos las usan para que el miembro se vea más grande, quise dártelo porque vi que lo necesitabas —sonreí y Jeon al igual que los presentes estaban desconcertados. La mirada de mi madre me observó a detalle y me congelé por un segundo.
—Ya veo, ¿te sirvió el algodón? —su voz salió grave y quiso retarme al observar su rostro. Elevó ligeramente sus cejas y puso la mirada sobre la bolsa.
—Al parecer se entienden —las risas de su madre nos hizo salir de nuestra pequeña burbuja, los tres adultos rieron menos nosotros quienes no comprendíamos la gracia de la situación. —¿Por qué no dejamos que hablen un poco?
—Habíamos comprado un postre, ¿dónde lo dejaste? —no parecía estar enojada pero su rostro reflejaba la confusión y gracia al mismo tiempo. —Lamento lo sucedido, no tenía idea alguna.
No parecía importarle a la madre quien camuflaba la incomodidad con risas y en menos de segundos los tres adultos habían desaparecido ante nuestros ojos. Su vista no se apartaba de las pequeñas letras que adornaban el recipiente de plástico y soltando una risa me hizo sentir como si fuese un animal indefenso bajo las garras de un león que jugaba con su presa para luego comerla.
—¿Me das esto porque quieres ver mi pene? —la distancia que manteníamos era prudente, sin embargo, podía sentir lo cerca que estaba ante mí queriendo reírse sobre mi cara. —No tengo idea de cómo se usa, ¿me enseñas?
—Pervertido —bufé y me crucé de brazos. —Nadie querrá ver algo tan pequeño, tonto —fruncí el ceño al darme cuenta de lo emocionado que estaba y rió como si mis palabras fueran una especie de chiste. —¿Qué es lo gracioso?
—¿Jugo de fresa? —preguntó elevando la jarra y dos vasos. —Tomaré una pastilla sólo porque me la has dado, pero toma conmigo —al igual que mi madre no dejó que respondiera ante su pregunta.
—Soy alérgica, gracias —dejó un vaso sobre la pequeña mesa que adornaba la sala y observó el que tenía en manos.
—¿Qué sucede si comes fresas? —parecía estar intrigado y su expresión era la de un pequeño que tramaba una broma muy pesada a sus padres.
—Mi piel se pone roja y comienza a picarme, ¿por qué lo preguntas? —sin pensarlo dos veces tiró sobre mí el liquido haciendo que mi ropa se mojara al instante, maldije en voz alta y quise golpearlo pero su brazo detuvo el mío.
—No me subestimes, niña —su semblante era serio y apretaba con fuerza, el ardor comenzaba a hacer efecto al igual que la picazón. —No sabes lo enojado que estoy por tu estúpido regalo, toma esto como venganza. —me soltó con fuerza y tuve miedo de lo que avecinaba.
Odiaba a Jungkook.
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mr dick ©jeon jungkook.
FanfictionElla no sólo caería ante sus encantos. -jeon jungkook. -lenguaje vulgar. -contenido adulto. #1 Btskpop. [07.07.20] #1 Jeonggukie. [11.07.20] #1 Jeongguk. [25.08.20] #1 Jungkookbts. [17.09.20] #1 Btsjeongguk. [19.10.20] #1 Jin. [03.12.20]