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La tranquilidad de la estancia era reconfortante, mantenía la calma y lo hacía notar en su respirar, sus ojos yacían cerrados y la boca entrecerrada. Su cabello emanaba un dulce aroma que me hacía delirar, sin embargo, las manchas color moradas con leves tonos verdes seguían presentes y aunque su herida fue tratada podía verse que tan profundo era, como si alguien hubiese enterrado en sus labios lo más filoso que sus ojos vieron al instante y comprobé que tan temeroso podía ser ante la soledad. Aceptar su invitación, con la excusa de no hacer nada malo terminó por convencerme.

—¿Por qué no estás durmiendo? —susurró mientras se acomodaba sobre la cama y tomaba las sábanas como si fuese un peluche. —Es incómodo que me veas dormir, tampoco puedo hacerlo —claramente su cansancio era notorio y mis caricias sobre su cabello era un estimulante, aún así, no lograba dormir como anhelaba.

—No tengo sueño —comenté observando la hora en mi teléfono. —Ya he tratado tus heridas, ¿puedes dejarme ir a casa? —sentía como el cansancio me consumía y pese a no tener una pizca de sueño deseaba con ansías el poder estar en mi cama observando a la nada.

—Prometiste quedarte hasta que me quedara dormido, tu deber es velar que nadie venga a atacarme —se refugiaba más en sí mismo y dejaba escapar sonidos de placer a medida que conseguía una pose cómoda para dormir. —La verdad, tengo miedo de quedarme solo.

Sus palabras eran tan frías como el suelo donde me hallaba sentada y, teniendo la oportunidad de cumplir mi deseo, de poder descansar, por alguna razón me decía que debía permanecer alerta ante cualquier cosa que sucediese en la casa. Suspiré al verme rendida y accedí a contemplar como descansaba pacíficamente y olvidé lo rápido que puede dormir con sólo cerrar sus ojos, como también molestarse por cualquier cosa, por más insignificante. La habitación era la misma que compartíamos todas las noches y la suya seguía siendo un misterio, teniendo como regla número uno no darle acceso a mi persona. Y para cuando la calma llegó, la tormenta quiso abrirse paso entre nosotros.

—No vayas —susurró. —Es mi novia y no tengo deseo de verla —me sostuvo del brazo al verme dispuesta a abrir y al ver que su petición era casi en un lamento, asentí. —Dejará de molestar cuando crea que no hay nadie en casa.

—¿Puedo saber por qué no quieres que entre? —la curiosidad llamaba mi atención y a decir verdad, su relación era todo un misterio. —Creo que no dejará de tocar la puerta, Jungkook.

—No prestes atención, sabrá que estoy enojado con ella, tuvimos una fuerte discusión y hoy no quiero verla, así que sólo ignórala —volvía a dormir como si nada hubiese pasado.

Y efectivamente, Haneul se marchó.

El tiempo corrió lo suficiente para darme cuenta de que la noche había llegado y era tarde como para no estar presente en casa. Me levanté con pereza y toqué la cama, estaba sobre ella y Jungkook se había marchado. Una luz, proveniente de la cocina, me hacía ver con dificultad y al escuchar voces me acerqué a ella hasta ver lo que estaba pasando. Finalmente, los padres de Jungkook hacían presencia y lucían igual de sorprendidos que yo en cuanto nuestras miradas cruzaron. Su padre, mantenía el semblante serio mientras tomaba del mentón al castaño y analizaba la herida de su labio, por otro lado, su madre me sonreía con lástima, como si hubiese hecho algo del cual me inculpaban y no estaba enterada.

—Gracias por mantener el secreto —susurró al estar cerca mío y me abrazó. —¿Sabes qué le sucedió a Jungkook? Por alguna extraña razón no quiere decir palabra alguna —observó a su esposo que hablaba con su hijo y volvió a mí.

—Me comentó que se cayó por las escaleras —al escuchar mis palabras, tuvo la misma reacción que tuve al inicio y supo que se trataba de una vil mentira. —Debería irme, mi madre me está esperando.

—Querida, no tienes que marcharte, invité a tus hermanas junto con tu madre a disfrutar de una deliciosa cena —la preocupación desapareció y en cuanto se dio media vuelta el timbre de la casa sonó. —¡Llegaron! —aplaudió de emoción y corrió hasta la puerta.

No había manera alguna de poder escapar de esta familia, ni siquiera del primer día en donde me vi involucrada con el hijo de alguien prestigioso y me pregunté si nuestro encuentro había sido importante dentro de nuestras vidas como para tener que compartir cada cosa de nosotros. Sonreí a mis hermanas y abracé a mi madre quien sonreía pese al día y comprendí el porqué de su invitación, después de todo las personas saben que esta fecha es importante tanto dolorosa como para nosotras.

El tema que habíamos dado por olvidado volvía a ser relevante y al vernos envueltos en asuntos que no nos interesaban, nos vimos obligados a maldecir bajamente. La cena, que efectivamente había sido deliciosa, daba paso a una conversación en donde no era necesaria tomarla, pero aún así era de importancia como para mi madre. Lentamente los cuatro desaparecíamos ante los adultos y nos abríamos paso al patio en donde, sin darnos cuenta, compartíamos un agradable momento y por primera vez se veía la cercanía entre mis hermanas y el pelinegro.

—Ustedes son muy iguales —comentó Jungkook asombrado al no encontrar una diferencia entre mis hermanas. —¿Fuiste tú quién besó al chico equivocado? —señaló a Yang mientras cubría su boca tratando de no reírse.

—¡Cállate, ellos también eran muy iguales! —se defendió, por otro lado, Young se mantenía serena.

—Vaya, tienes el mismo carácter de tu hermana —sin darse cuenta lograba enojarla lo que significaba que en cualquier momento podría estallar. —Pero, la única diferencia es que eres más agradable que ella —me observó con una sonrisa y vi como en los ojos de Yang se dibujaban corazones. —¿Entonces, te gustaría dormir conmigo?

—Soy Young —respondió cortante ante tal confusión. —En todo caso, ¿mi hermana no duerme contigo cada vez que estamos en tu casa? —y al igual que Taehyung, la mayor era perspicaz.

Todo terminó en cuanto las risas se calmaron y escuchamos el llamado de los adultos. El vino sobre la mesa comenzaba a tener efecto en ellos y el calor era abrazador. La pizca de lujuria en sus padres era presente y las tres nos observamos al imaginar lo que podría pasar una vez todos fueran a sus habitaciones. Los ojos de la castaña demostraban qué tan cansada estaba y abrazando a mi madre juntas caminaron a su habitación correspondiente en donde poco tiempo después Young se unía a ellas y por mi lado, iba a la que ocupé hoy en la tarde.

—De nuevo estabas tardando —me exalté y cubrí mi pecho recordando la escena en donde también me vi en la misma situación. —Mi regalo, ¿acaso nunca lo has usado? —comentó cerrando la puerta tras su paso.

—¿Por qué siempre tienes que sacar eso a luz? —fruncí el ceño y me di media vuelta para poner a la velocidad de la luz mi camiseta. —No deberías estar acá, tienes tu habitación.

—¿De verdad? Te recuerdo que estás en mi casa —se deshizo de su ropa y se introdujo bajo las sábanas. —Ven, esta vez no será como la anterior, he dejado las pastillas —palmeó a su lado y sonrió de oreja a oreja.

—No dormiré contigo, por favor vete de la habitación —vi como chasqueó la lengua con molestia y refunfuñando empujó las sábanas y se levantó de golpe. —Gracias, ahora déjame dor... Qué estás haciendo? —pregunté al verlo como se arrodillaba.

—Me arrodillo ante ti como muestra de arrepentimiento, así que permite a este pobre hombre dormir a tu lado —tomó mi mano y la besó y me fue inevitable reír. —Soy una persona herida que busca posada, ¿dejas que este hombre te haga compañía? —achinó sus ojos.

Tomé su mentón y acerqué mi rostro al suyo, sentí como nuestras respiraciones se mezclaban y por el rabillo del ojo contemplé como mojaba sus labios y pasaba saliva con dificultad.

—Si prometes no abrazarme puedes quedarte —y como si fuese un cachorro corrió hasta la cama en donde nuevamente me invitaba a acostarme. —¡Te dije que no me abrazaras! —en un intento de quitar sus brazos, lo único que gané fue que apretara con más fuerza.

—Cállate, por fin podré dormir sin miedo a que algo malo me pase —escondió su rostro en mi nuca y habló una vez más. —Gracias por atenderme, se siente bien que alguien más se preocupe por uno, Hye.

Y comprendí su odio, nunca antes tuvo a alguien en quien apoyarse. 

mr dick ©jeon jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora