Capítulo 7

1.1K 72 2
                                    

¿Cómo les explico? En resumen, estuve huyendo de Hunter en todo el día, él se acercaba para hablarme pero yo me echaba a la fuga. Así intenté seguir con mi vida normal pero a la vez tenía miedo de que alguien se enterase sobre que quiero ser doctora o lo de mis lentillas...

Estaba muy tensa y paranoica pero no lo daba a demostrar casi. Intentaba que así fuera.

Ni siquiera Mika o Paula saben sobre las lentillas o el tinte, solo sobre que quiero ser doctora, aunque para ellas... ahora es un quería serlo pues se burlaron de mí al momento de decírselo, y dijeron que a lo máximo que aspiraba a ser es a una puta muy reconocida...

Es por eso que nunca más se lo conté a nadie, ni siquiera a mi mamá, y odio que ahora tenga que evitar a Hunter por contarle aquello sin querer o que se enterase de las lentillas porque ¡En serio quería un buen sexo!

-¡Ugh! -murmuré inconscientemente olvidándome de que estaba en clase.

-¿Le sucede algo Señorita Adams? -pregunta el maestro.

-Nada -respondí sin más.

Sentía todas las miradas sobre mí y eso, ahora mismo, me molestaba. Por suerte el maestro dejó a un lado el tema y continuó con su clase. Yo me mantuve pensativa hasta que sentí que me tocaban el hombro y mis amigas sonreían con picardía y me pasaban una nota mientras apuntaban hacia Hunter quien sonríe y me guiña un ojo cuando lo miro. Me sonrojé y rodé los ojos.

¿Qué es esto? ¿Primaria? Abrí la nota aún así.

"Luego de la clase quiero verte detrás del edificio"

Resoplé y escribí una respuesta.

"Lo siento, después voy a follar con alguien así que no puedo. Lástima"

En realidad no era cierto pero era una excusa creíble tratándose de mí. Se lo pasé a las chicas para que le devuelvan el papel a Hunter. Me volví a dar la vuelta hasta que volvieron a tocarme el hombro. Volteé un poco brusca y agarré el papel de la misma forma..

"Pues cancélalo y ven conmigo"

Arrugué el papel y se lo lance, aunque consiguió esquivarlo justo a tiempo.

-Señorita Adams. ¿Cuántos años tiene, cuatro?

-¿Usted cuantos tiene, mil quinientos? -contraataqué.

La mayoría de mis compañeros rieron, el maestro los mira furioso pero más a mí.

-Fuera -dice tajante.

Bufé, agarré mis cosas y me levanté igual de molesta que él.

-Al menos, una clase de mierda menos -murmuré haciendo reír a los demás nuevamente.

-¡Fuera! -repite poniéndose rojo de la ira para que me apresure.

-Tampoco estoy sorda como usted, ya lo escuché a la primera -respondí y salí de la clase.

Me fui al baño para quitarme las lentillas y descansar de estas. Parpadeé un par de veces y resoplé.

Me quité el exceso de maquillaje para mojarme el rostro un par de veces y refrescarme. Me quedé suspirando del alivio por no tener nada sobre mí, pero no duró porque tuve que volver a maquillarme y salir del baño.

En ese momento suena el timbre y yo dudé por mucho tiempo pero luego me di cuenta de hacia donde mis pies me estaban llevando de forma involuntaria. Me recosté contra la pared.

-¿No tenías que follar ahora?

-¿Qué quieres? Dilo rápido -hablé rodando los ojos.

Él me agarra por la cintura para atraerme hasta él hasta pegarme contra su pecho, arrancándome un jadeo. Dios mío... es tan duro...

-Sexo -responde directamente.

-¿Eso es todo? -pregunté con cautela. Asintió sonriendo-. Bien.

Sonreí elevándome en las puntas de mis pies y sujetando su rostro entre mis manos, alcancé sus labios con los míos y lo besé con salvajismo y pasión. No tardó nada en corresponderme y de pegarme a la pared. Bajó sus besos a mi cuello, mis hombros, hasta mis senos que los cubría un simple top sin hombros.

Sus manos se adentraron bajo mi falda hasta apretar mi trasero y hacer que soltara un jadeo. Comenzó a bajar mis bragas y yo desabroché su pantalón y saqué su miembro. Me pegó más contra la pared haciendo que su erección roce contra mi entrada y que yo gimiera. Se separó y vi como se colocaba un condón y luego me levantó haciendo que enrollara mis piernas en su cintura y mi mini falda se levantase aún más.

Me separó un poco haciendo que solo apoyara la parte superior de mi espalda y dejara toda mi entrada para él pero vi sus intenciones de meter su miembro en mi agujero más pequeño y me alteré un poco.

-N..No espera... -dije como pude.

-¿Qué pasa? -pregunta confundido y en un leve gruñido frustrado por detenerlo.

-Por ahí no -pedí un poco avergonzada.

-¿Por qué? -insiste en saber aún confundido.

-Tú no me diste explicaciones de porqué no haces sexo oral así que yo no te daré ninguna tampoco -respondí. Él resopla pero me hace caso.

-Bien.

En lugar de meter su miembro allí, lo mete de una embestida en mi entrada principal. Mi cuerpo entero comenzó a vibrar al sentirlo de nuevo dentro de mí. Me sujeté por sus hombros y él por mis caderas.

Sus embestidas como siempre fueron brutales y deliciosas, tocaba hasta lo más profundo de mí, hasta ese botón que solo él consiguió alcanzar, consiguiendo reacciones más fuertes de mi parte. Me decía algunas cosas indecentes mientras me penetraba y eso me excitaba cada vez más.

Sus manos no se quedaban quietas, a veces me azotaba, otras apretaba y después tocaba mi clítoris y le daba un par de azotes que descubrí que me encantaban. Un par de embestidas más y me corrí, luego de otro par, él también se corrió llenándo aquel condón.

Ambos jadeamos agotados. Me bajó aunque tuve que apoyarme de la pared para no caer ya que mis piernas flaquearon. Me acomodé la ropa al igual que él.

-No me dirás sobre las lentillas o lo otro, ¿no?

Me tensé, mis nervios regresaron y esta vez se me dificultaría salir huyendo por mi estado actual.

-No sé de qué hablas. ¿Lentillas? ¿Estás loco? -comencé a tratar de alejarme pero él me agarró de la muñeca y me acorraló contra la pared, apoyando mi mano a un lado de mi cabeza.

-Me mata la curiosidad.

-Pues morirás sin saber porque no te lo diré... -su sonrisa me alertó.

-De nuevo, ¿lo admites? Ya no puedes negarlo una segunda vez luego de admitir que los traes.

¡Me tendió una trampa!

-No...

Él se acercó más a mí, nos quedamos viendo por mucho tiempo, me ponía nerviosa, hasta que suena el timbre acabando con este momento de tensión para mí. Él bufa y se separa para luego comenzar a caminar.

-Algún día conseguiré que me lo digas -asegura metiendo sus manos en los bolsillos de sus vaqueros.

-¿Por qué quieres saberlo? -cuestioné.

-Ya te lo dije -se dió la vuelta para verme-. Simple curiosidad.

Retomó su andar despidiéndose con una mano y yo me quedé un momento allí, pensando en lo que había sucedido y que me había tirado al frente yo sola por segunda vez.

Mierda...

LA POPULARIDAD NO LO ES TODO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora