Prologo.

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—Lo usaste —vuelve a repetir.

—Yo creé este juego, él solo fue un peón, una ficha más., ¿En serio cree que yo me podría enamorar de alguien que comparta consanguinidad con usted? —niego horrorizado.

— ¿Y el bebé? —pregunta algo irritado.

—Fue un desliz, eso es todo. —pronunció las palabras, pero siento como si quemaran. Ignoro aquel sentimiento y sigo hablando—, Al final son parte de mi juego, eso es todo.

—¿No sientes nada por mi hijo? —pregunta.

—No —afirmó, pero una presión se instala en mi pecho, después de pronunciar esas palabras.

—Aún mejor, no sentiré remordimiento después de matar a otra puta —dice captando mi mirada y sin esperar algo más, saco mi arma y le apuntó a él.

El ambiente se torna tenso. Comienza a caminar en dirección a mí, como si no sintiera miedo. Mi corazón martilla en mis oídos y no sé por qué, mi cuerpo reacciona trayendo recuerdos de mi infancia, y del día en que asesino a mis padres.

Estoy decidida este bastado infeliz debe pagar.

—No vas a matarme —afirma y en el proceso retándome.

—Si, lo haré —respondo intentando sonar segura.

Pero dicha seguridad se fue al caño y no sé con exactitud que me ocurre.

—No lo harás —dice riéndose de una forma que hace que se me erice la piel—. Solo eres una zorra, sin astucia y sin valor alguno —su mirada cambia a una manera gélica— eres como la puta de tu madre —termina— no vas a hacerme nada.

«No puedo» le grito a mi subconsciente.

El espacio que había entre nosotros dos se empieza a acortar. Mis manos sudan. El aire se vuelve denso.

Pero se detiene, me mira y de un momento a otro empezó a jadear por aire. Una sonrisa victoriosa se forma en mi rostro. Y pronunció aquellas palabras tanto deseé.

—Mira lo que me hiciste hacer —respondo con un puchero y le lanzó y beso—. Todos formamos parte de algo más grande, únicamente que algunos son demasiados idiotas y nunca saben la verdad.

Observo con fascinación el cómo su cuerpo permanece en el suelo, removiéndose, intentando ponerse de pie. Sujeto mi arma apuntando a una de sus piernas y jalo del gatillo sintiéndome aún mejor, repito el proceso en su otra pierna, mientras su sangre se esparce en el suelo, apunto a su abdomen, observando la sangre que sale por su boca. Dejo caer un último gatillo. 

D'yavolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora