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El otro lado de la moneda.
Katarina.
Un mes después.
El tiempo pasa más rápido de lo que yo pudiera creer y conocer a una persona es mucho más que solo saber su color favorito, su comida favorita o si es alérgica a algo. Es estar en las buenas, en las malas. Es conocer sus demonios y no espantarse, saber que existen, sin embargo, también tiene algo bueno en su interior.
—Por fin te encuentro —esa voz la aborrezco.
Me giro para contemplar a la dueña de esa voz que quisiera apagar. Y llega esa rubia teñida, luciendo tan reluciente como Barbie, recién salida del paquete. Lleva una sonrisa de oreja a oreja y quisiera poder borrársela.
Masha Smirnov.
Llega hasta el punto de invadir mi espacio personal, proporcionándome un ligero abrazo. Se aparta aun luciendo esa sonrisa.
—Un gusto volver a verla —intento sonar lo más educada que pueda.
Ella asiente, moviendo su cabello con alegría.
—No quiero sonar grosera, ni nada de eso por el estilo, pero ¿Qué hace aquí? —mi pregunta la toma por sorpresa.
Arquea una ceja en mi dirección.
—Me he quedado en la mansión desde que nombraron a Kirill —sus palabras son como un balde de lava, porque lejos de ponerme mal, provocan que quiera asesinarla—, ¿Qué no te había dicho? —la diversión en su rostro se transforma en burla.
Eres civilizada. Me recuerda mi cabeza. Tengo que repetirlo varias veces, hasta que el deseo de lanzarla a un león cese o se vuelva menos intenso.
—Es que nunca surgiste en ningún tema de conversación —me encojo de hombros, fingiendo que le restó importancia.
Ese infeliz me va a escuchar, es más, va a dormir en el jardín hoy. Le prepararé la maleta por tiempo indefinido y no me importa que esta sea su casa ¿Cómo se le ocurre evitar decirme que su ex prometida ha vivido con nosotros todo este tiempo?
Finjo revisar las flores que están frente a mí. La brisa que corre inunda mis fosas nasales, en busca de algo de paz que necesito de manera urgente.
—Kata, sé que nos podemos llevar bien, solo es cuestión de ... Pasar tiempo juntas —me explica la chica invadiendo mi trabajo.
—Claro, ¿Qué sigue? ¿Pintarnos las uñas? ¿Hacernos trenzas y una pijamada? —le pregunto con burla.
Ella no me responde y en su lugar, borra la sonrisa de su rostro sustituyéndola por una expresión que denota seriedad.
—¿Quieres saber dónde trabaja él? —lanza la pregunta.
—Yo sé dónde trabaja —le recuerdo.
Talvez no conocí su empresa en Alemania o en los otros países, pero ya lo sé.
—No me refiero a esas empresas, hablo de un lugar que es especial para él —me explica, sus palabras captan mi atención.
Giro mi rostro de manera lenta en busca de una respuesta, sin parecer que la quiero.
—¿Qué te hace creer que no sé qué lugar es? —le pregunto.
Es decir, solo me enseño ese lugar en el jardín de su casa, pero reitero no le daré la razón tan fácil a esta teñida.
—Porque no lleva a nadie, yo fui la excepción. Te recuerdo que estuve comprometida con él y que llevamos muchos años de relación —finaliza descruzándose de brazos.
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D'yavol
Random"Los chicos buenos van al cielo, pero los malos lo traen para ti" Ella es una militar, condecorada, una de las mejores en su trabajo. Él es... un extraño, no tan extraño. Ella ha pasado por muchas cosas, no cree en el amor, pero si en la venganza...