Capítulo 44

206 21 14
                                    

Segunda parte del final...

Abandono mi habitación cuando el sonido de la puerta principal capta mi atención. La simple idea de volver a verlo, hace que actúe de una manera tan extraña, tan diferente, soy feliz, siento cada fibra de mi cuerpo vibrar de la emoción, mi corazón late desembocada mente, mientras mi pequeño demonio comienza a patear.

¿Sabrá que vendrá su padre? No, no lo creo.

Sin embargo, antes de que pueda llegar, siquiera considerar llegar a la puerta. El sonido de fuertes pisadas me alerta, seguido de un estruendo que me pone los cabellos de punta. Observo mi alrededor y maldigo por no haber guardado ningún arma en este lado de la casa.

La idea de regresar a mi habitación cruza mi cabeza, pero esta muere antes de que pueda ejecutarla, ya que tres hombres armados, vestidos de negro completamente, con un logo blanco que reconozco muy bien, aparecen frente a mí. Sus rostros están cubiertos por máscaras. Abro mi boca para maldecirlos, sin embargo, mi piel se eriza completamente.

Giro mi rostro cuando escucho otro estruendo en otro lugar de la casa, pero todo lo que puedo razonar, es pedirle a Di osito que me saque de aquí con vida. Pero también ¿Dónde carajos está Román?

—Cariño, tenemos que irnos —la voz de mi padre logra obtener nuevamente mi atención.

Se despoja de la máscara que cubre su rostro, dejándome ver las bolsas hinchadas a las que debería llamar ojeras. Está pálido y podría jurar que en cualquier momento caerá al suelo. El color regresa a su rostro tornándose rojo cuando sus ojos se clavan directos en mi abultado vientre. Intuitivamente, llevo mi mano hasta donde se encuentra mi hijo, en un intento de protegerlo.

—No sabía que estabas... —no logra terminar de articular la oración, cuando, el otro hombre que está a su lado le hace una señal con la cabeza, informándole que se deben de ir.

—Tenemos que irnos, ya, Katarina —la decisión en su voz, hace que mi piel se erice.

Ahora mi corazón vuelve a latir de una manera anormal, pero ahora es producto de algo que no sentía hace mucho tiempo... miedo.

—Papá... yo...

Tampoco me siento con fuerzas suficientes para poder decirle algo. Pero de lo único que estoy segura es que de aquí yo no me voy, sin él.

—Vámonos, es por tu propio bien —vuelve a decir mi padre, intentando sujetar mi brazo.

Pero lo esquivo, negando con la cabeza.

Algo malo va a pasar...

—No. Yo. No. Me. Voy. A. Ir. A. ningún. Lado —finalizo, recalcando cada palabra.

Retrocedo dos pasos hacia atrás, en busca de algo con lo que pueda defenderme.

—Nos tenemos que ir —sentencia nuevamente mi padre—, prometo explicarte todo, pero no ahora.

El cansancio es notorio hasta en su voz y la poca fuerza que está posee. Sin embargo, mi respuesta será la misma.

—Estoy esperando a...

—Yo sé que lo estás esperando, pero fue él quien se contactó conmigo —termina mi padre.

No, eso... no es posible.

No...

¿Por qué él haría eso?

—Eso... No... es cierto

Niego con la cabeza manteniéndome serena o en un vago intento de eso.

Uno de los guardias intenta sujetar mi brazo, pero termino por clavarle mi puño en su nariz, acción que hace que retroceda, mientras maldice por lo bajo. Me pongo en posición de pelea, mientras sujeto una pequeña estatua que está detrás de mí. Inclino ligeramente mi cabeza dándoles a entender que no me dejaré tan fácil. Si quieren que me vaya con ellos, necesito más respuestas de las que me están brindando.

D'yavolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora