Quiero que estes bien.
Tanto silencio en mi casa, no es una buena señal, abandono mi habitación en busca de mis padres. La noche me saluda al igual que la oscuridad de la casa, debido a que solo permanecen tres luces encendidas, las del portal, el jardín y la sala que se encuentra en la planta baja.
Camino hacia la habitación de mis padres. El único ruido que se escucha, es el crujir de la madera, en cada paso que doy. Me aferro al peluche que se encuentra entre mis brazos, porque a pesar de todo, tengo una extraña sensación en mi pecho. Frente a mí aparece la puerta de madera, tomo el plomo girándolo lentamente. Sin embargo, la habitación está vacía.
Lo cierro sin hacer ruido, regresándome para mi habitación. Primera regla que me han enseñado.
1. Si no estamos en nuestra habitación y no hay rastro de nosotros. Regresa a la tuya y ocúltate.
Podría seguir citándolas, pero no lograría nada con ellas.
Pero cuando estoy por entrar en mi habitación, algo capta mi atención. Hay ruido en la planta baja. Afianzo el agarre sobre mi pequeño pato y comienzo a bajar por las escaleras, mi corazón late desaforadamente, mis pequeñas manos se sienten algo frías. Mientras que, por mi mente, se crean diversos escenarios, dándome los peores resultados de esta situación.
Una atenuante luz blanca me recibe, me mantengo en silencio buscando el origen de los sonidos que había escuchado o alguna señal de mis padres. Un frío recorre mi cuerpo, ocasionando que cierre mis ojos y lleve mi mano libre hasta la pata del peluche. Concentrándome de tal manera, que lo único que soy capaz de escuchar es mi corazón retumbando en mis oídos. Un calor se adueña de mi antebrazo, logrando que abra mis ojos de golpe y saque el cuchillo de que estaba oculto, rasguñando a quien me estaba sujetando.
Abro mis ojos sintiendo la adrenalina del momento recorrer mi cuerpo, observando al hombre que he cortado. La sangre se esparce por su brazo, fue algo superficial. Sus ojos hablan por él, dejándome desconcertada. Ya que noto, cierta preocupación cuando me observa. Mantengo el arma en mi mano.
—No quiero, ni voy a hacerte daño —sentencia en un susurro poco audible—, pero debes mantenerte en silencio.
Parece que el corte que le he hecho no le afecta en lo más mínimo. ¿Por qué quiere ayudarme? El café de sus ojos chispea por tristeza. Las arrugas en su rostro, me indican que no están joven como puede parecer. Su mandíbula se destensa al ver que no doy señal de comprenderle.
—Esas personas que están allá, quieren asesinarte —me explica—, por eso quédate en silencio —vuelve a pedirme.
Asiento sin comprender ¿Qué he hecho, para que alguien quiera matarme? Tengo siete, dudo que la vecina pagara para que me asesinen por arrancar sus flores.
—Métete, en ese armario —me indica señalándome el lugar donde mis padres guardan los abrigos.
Lo miro sin sentir la más mínima pizca de confianza. Las voces se escuchan cada vez más cerca. ¿Cuántos están aquí? ¿Qué hacen en mi casa? ¿Por qué mis padres no han hecho nada? El sonido de las pisadas aumenta. Vuelvo a observar a ese hombre quien me suplica con la mirada que le haga caso.
Trago profundo cuando el sonido aumenta, asiento con la cabeza acercándome al armario. Lo abro intentando no hacer ruido alguno, entro observando los abrigos de mis padres. Esos ojos cafés que me piden que no salga. Por alguna extraña sensación creo que debería hacerle caso. Cierro la puerta con la sensación de que algo malo está por llegar.
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D'yavol
Random"Los chicos buenos van al cielo, pero los malos lo traen para ti" Ella es una militar, condecorada, una de las mejores en su trabajo. Él es... un extraño, no tan extraño. Ella ha pasado por muchas cosas, no cree en el amor, pero si en la venganza...